A los críticos no les sorprende el acercamiento de la dictadura de Daniel Ortega al gobierno de Bielorrusia, que encabeza Alexander Lukashenko. Ambos regímenes comparten las mismas prácticas antidemocráticas para mantenerse en el poder, encierran a sus opositores, censura a los medios de comunicación, cometen violaciones de derechos humanos y sobre todo son aliados de Rusia.
Lo que sí sigue sorprendiendo a la crítica nicaragüense, es que el régimen orteguista siga vendiendo la ilusión de que construirá un canal interoceánico en Nicaragua y para eso busque apoyo de países que ni siquiera se pueden sostener por ellos mismos en el campo económico.
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Bielorrusia es un país ubicado en europa oriental, con límites geográficos entre Rusia y Ucrania, lo que ha convertido a este país en un aliado estratégico de Vladimir Putin en su invasión contra Ucrania.

El presidente Alexander Lukashenko ha gobernado Bielorrusia casi 30 años. Su primera victoria electoral fue en 1994, 10 años más tardes organizó un referéndum para suprimir el límite de dos períodos presidenciales, que le aseguró la reelección presidencial indefinida. En el proceso electoral de 2010, Lukashenko ordenó el arresto de siete de los nueve candidatos presidenciales. Los siguientes procesos electorales han sido bajo su control autoritario, sin libertad de expresión, con represión contra la sociedad civil, opositores y todo el que se le oponga, un espejo en que el perfectamente se pueden ver los nicaragüenses.
Nicaragua y Bielorrusia firmaron concesión de créditos
La semana pasada, una delegación de Nicaragua realizó una visita oficial a Bielorrusia, que implicó un encuentro con el presidente Lukashenko y la firma de un acuerdo de concesión de créditos que le permitirá al país centroamericano adquirir buses y maquinaria de construcción, que se fabrica en Bielorrusia, según la promesa hecha en papel al régimen de Ortega.

El canciller nicaragüense, Denis Moncada Colindres, quien firmó este acuerdo con el ministro de exteriores bielorruso, Serguéi Aléinik, no descartó que Bielorrusia pueda participar en el fallido proyecto de la construcción del canal interoceánico con su tecnología y sus equipos.
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El proyecto de un canal interoceánico de Nicaragua se funda en una ley aprobada por la Asamblea Nacional de Nicaragua en 2014, que concesionó la construcción del proyecto a un millonario empresario chino llamado Wang Jing, que en los últimos años se ha visto envuelto en escándalos financieros. Aún así, la Ley sigue vigente y el temor de los campesinos de la ruta del canal, de que sus propiedades sean expropiadas.
Bielorrusia no tiene capacidad económica
Pero los críticos señalaron que Bielorrusia no podría hacer realidad el sueño del canal interoceánico en Nicaragua, porque la economía de ese país, bajo el régimen de Lukashenko, no es nada próspera e incluso es dependiente del comercio con Rusia.
El sociólogo y analista político, Oscar René Varas, no cree que Bielorrusia tenga capacidad técnica, financiera y geopolítica para invertir en un proyecto de canal interoceánico. Vargas más bien consideró que “los créditos a las importaciones que pueda hacer Nicaragua significa más endeudamiento”.
Un experto en relaciones internacionales que habló con LA PRENSA bajo condición de anonimato, manifestó que Bielorrusia tiene un sistema económico centralizado en más del 60 por ciento, con una alta deuda externa y en recesión.
“No creo que en términos comerciales las relaciones con Bielorusia vayan a significar gran cosa y mucho menos en términos de capacidad para construir un canal interoceánico en Nicaragua, como ha anunciado el Ministro del Exterior nicaragüense. Hay que recordar además que la construcción de ese canal ha sido objeto de una concesión al señor Wang Jing y no sabemos cómo Bielorusia entraría ahora a formar parte de ese entramado jurídico, que otorga exclusividad al desaparecido inversionista chino y que no ha sido derogado”, valoró la fuente.
Vargas y el experto coincidieron en que este acercamiento de Ortega es para demostrar que no está solo en el mundo.
“Todo esto no es más que un vano intento por contrarrestar el enorme aislamiento político del régimen, recurriendo a Rusia y sus cada vez más escasos aliados tras la invasión de Ucrania, en este caso el gobierno títere, de corte stalinista, de Lukashenko”, dijo el experto en relaciones internacionales.
Según el sitio datos macro, el PIB per cápita en Bielorrusia, es de 7,458 euros, “con lo que ocupa el puesto 82 de la tabla, así pues sus ciudadanos tienen, según este parámetro, un nivel de vida muy bajo en relación al resto de los 196 países del ranking de PIB per cápita”.
Es una economía totalmente estatizada. Según un reportaje de la BBC Mundo, las empresas estatales suponen el 50 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) aproximadamente. “Bielorrusia es vista por la comunidad internacional como un país lleno de falta de libertades en el que el presidente trata de controlar todas las ramas del poder: ejecutivo, legislativo y judicial”, reseñó el medio digital británico en un reportaje del 8 de septiembre de 2020.
Ortega busca aliados políticos
El líder opositor en el exilio, Félix Maradiaga, manifestó que Ortega solo busca acercamiento con regímenes autoritarios que no cuestionen sus acciones.
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Maradiaga recordó que en los años ochenta, el gran patrocinador del proyecto fallido de la revolución sandinista fue la Unión Soviética y Cuba. Con el retorno al poder de Ortega en el año 2007, el régimen sandinista empezó a buscar un nuevo patrocinador. Por unos años fue el presidente venezolano, Hugo Chávez, y posteriormente su sucesor Nicolás Maduro. A la vez, la dictadura busca en Irán y China fuentes de financiamiento para mega proyectos.
“La estrategia de la dictadura es encontrar una potencia económica que logre financiar la dictadura, sin ninguna exigencia en materia de derechos humanos, respeto al medio ambiente, respeto a las leyes laborales, o cualquier exigencia de respeto a normas internacionales. Eso hace que China, Irán y Rusia sean aliados naturales, en tanto comparten su antinorteamericanismo. El problema es que ninguno de esos tres aliados, tiene ninguna capacidad real de ofrecer una relación económica y comercial, que en realidad le haga contrapeso a la histórica relación económica que existe desde hace dos siglos con Estados Unidos y Europa”, expresó Maradiaga.