María Esperanza Sánchez García de 54 años, en la penúltima de nueve hermanos. Sus padres son originarios del norte, del departamento de Matagalpa. Estas calles también los vieron crecer, pasar tiempo como familia, con dificultades económicas, pero como afirmó la Sánchez, el amor nunca hizo falta.
Esta matagalpina es ex rea política de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Fue detenida con lujo de violencia el 26 de enero de 2020, permaneció en las celdas de la cárcel de mujeres “La Esperanza” hasta que fue desterrada en el grupo de los 222 presos políticos a los que además les despojaron de su nacionalidad.
“Porque mi detención fue de manera violenta yo le decía al señor que me maten, porque a mí me tiraron a una camioneta llena de basura y los policías pusieron sus pies sobre mí. No podía respirar porque tenía la cabeza hacia abajo”, recordó Sánchez García.
Aunque se encuentra en libertad, tiene temor de que el régimen lastime a su familia.
Una mujer de lucha
María Esperanza Sánchez se reconoce como opositora al Frente Sandinista. Luego del inicio del estallido de la insurrección popular, no dudó en involucrarse. “No había marcha que se perdiera, pero la policía la perseguía al extremo como si ella era asesina, solo por pensar diferentes a ellos (dictadura)”, comentó una fuente a LA PRENSA poco después de la detención arbitraria de la opositora. Fue acusada de supuesto tráfico de droga.
Sánchez García es madre soltera de tres hijos. La mayor tiene 36 años y unos mellizos de 27 años. Luego de la detención de su madre mantuvieron el perfil bajo por temor a represalia. “Aquí constantemente pasan los paramilitares, nos mantienen vigilados, pero es como si estuviéramos acostumbrados”, declararon a LA PRENSA en aquel entonces.
Relató que parte de la tortura psicológica entre tantos insultos, humillaciones y palabras denigrantes, las carceleras le afirmaban que sus hijos se habían olvidado de ella.
Producto del estrés emocional que causó la detención de María Esperanza, su hija mayor tuvo complicaciones físicas que le ocasionaron que tuviera que caminar con un bastón y posterior con un andador. “Se cayó cuando me llegó a visitar al penal y nadie me la auxilio. El 26 de enero de este año se volvió a caer y se fracturó la pierna, sigue en recuperación. Me dijo que no pudo disfrutar mi salida”, relató.

Lo opositora lo traigo en las venas
Sánchez recuerda con mucho amor y admiración a su padre. Lo recuerda como un “viejo guerrero contra las injusticias”. Quienes lo conocieron afirman que, si hubiera estado vivo durante el contexto represivo de los últimos cinco años de resistencia, su padre sería un preso político más porque no hubiera permitido que agentes de la policía nacional o grupos de choque se llevaran detenida a la opositora María Esperanza.
Santos Sánchez, padre de la ex rea política matagalpina es muy querido en el barrio Pancasán, donde vivió hasta sus últimos días. Fue nombrado vicealcalde de este barrio porque apostaba por el progresismo en las mejoras de infraestructura de la comunidad. María Sánchez contó que las autoridades lo homenajearon en vida por su aporte como ciudadano, y después de su fallecimiento a la familia Sánchez le hacían llegar una carta donde le expresan el hombre de honor que fue.
“Al inicio no lo mirábamos mal, porque él se lo tenía merecido. Pero después de mi detención siguieron llevando ese sobre, como una burla que le estaban haciendo a mi familia. Un familiar agarro el sobre, lo rompió y dijo: ustedes tienen presa a Esperanza, por qué le tienen que estar trayendo eso. Si él estuviera vivo también estaría preso porque jamás hubiera permitido que María Esperanza estuviera presa”, comentó Sánchez.
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Ella afirma que cuestionar las ilegalidades lo lleva en la sangre, porque recuerda que durante sus diez u once años lo acompañaba a entregar volantes con información opositora a la dictadura somocista en las calles centrales de Matagalpa. “Llegaba la patrulla de la guardia. Lo golpeaban y se lo llevaban. Eso influyó en mí”.
Santos Sánchez, durante la dictadura de los Somoza formó parte del Partido Socialista y el Partido Comunista Clandestino. Era conocido como “El Camarada”, porque defendía la autonomía del campesinado de todo el norte del país. Fu víctima de asedio, hostigamiento, golpizas y detención arbitraria.
Durante la sublevación popular de 1979, Santos luchó junto al Frente Sandinista. Sin embargo, fue apresado poco después de este importante hecho que marcó la historia del país. En gobierno sandinista de ese entonces lo dio por desaparecido.
“Si él hubiera estado vivo, tal vez estaría preso o tal vez ya me lo hubieran matado en la cárcel porque mi padre fue un viejo guerrero, un luchador contra las injusticias”, afirmó María Sánchez.

La Esperanza
La semana previa a su excarcelación y destierro del país, ella notó la sobreprotección de parte de las custodias. Tenía vigilancia durante el tiempo que recibían a tomar sol y fueron llevadas tres veces a la enfermería durante la semana, lo que ella describe como un suceso extraño debido a la línea de anti derechos que caracteriza el actuar de los carceleros bajo las órdenes de la dictadura Ortega y Murillo.
Luego que les avisaran que tenía que tomar sus pertenencias para desalojar la celda, ella creyó que iba a ser trasladada especiales porque un rumor era el rumor que murmuraban las reas comunes. Se asombró cuando le entregaron un cambio de ropa que no le quedaba. Su cabeza imaginaba diversos escenarios.
De camino al destino incierto, cuando las autoridades les hicieron firmar el traslado que no especificaba a que nuevo lugar irían, solo pensó que los trasladarían a Cuba o Venezuela; ambos países son aliados de la dictadura.
“Prefiero estar presa en Nicaragua, no quería salir a un país que no conocía. Nos abrazamos, era un momento de mucha tristeza. Se acercó una trabajadora del Departamento de Estado de los Estados Unidos, que nos dijo que iríamos hacia Washington”, recordó.
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Sánchez García afirmó que se puede derrocar a la dictadura de Ortega y Murillo “sin distinción de partido político o de como pensas, todo podemos apoyar en la lucha como en los noventa y en 2018 que yo me sumé a la lucha de los muchachos. Así espero que nos sumemos porque unidos vamos a poder derrocar al dictador. Apelo a la unidad y lo seguiré diciendo. Mi mayor anhélelo es regresar a mi país, extraño mi Matagalpa”, finalizó la exrea política.