Si los políticos se tomaran realmente en serio acabar con la desigualdad en el mundo, muchos economistas dirían que hay una política obvia: permitir una mayor migración global. Una enfermera cobra alrededor de US$1,900 al año en los países pobres y US$32,000 en los países ricos. Un trabajador de McDonald´s en India gana dieciséis veces menos que alguien que hace el mismo trabajo en Estados Unidos. La teoría económica sostiene que la mayoría de los pobres del mundo podrían llegar a ser mucho más productivos y ricos, si se les permitiera trasladarse al mundo desarrollado.
Estudios rutinarios sugieren que la apertura del mundo entero a la migración podría aumentar el Producto Interno Bruto entre un 50 y un 150 por ciento. Por supuesto, también implicaría que más de dos mil millones de trabajadores se trasladaran al mundo rico. Ningún político de la corriente dominante en el mundo desarrollado va a pedir la libre movilidad. Sin embargo, hay otra política migratoria que probablemente sea más factible políticamente, al tiempo que reduce la desigualdad y ayuda tanto al mundo rico como al pobre: un aumento de la migración calificada.
Durante muchos años, mi grupo de reflexión, el Copenhagen Consensus, ha trabajado con varios premios Nobel y más de un centenar de destacados economistas para estudiar la forma en que los gobiernos asignan el dinero para beneficiar al mundo, con el fin de establecer dónde se gasta más eficazmente cada córdoba.
Este trabajo se ha visto impulsado por el fracaso de los gobiernos del mundo a la hora de cumplir sus promesas. En los Objetivos Mundiales de la ONU, todas las naciones han hecho promesas extravagantes para 2030 en casi todas las agendas. Este año nos encontramos a mitad del plazo de estas promesas, pero estamos lejos de la mitad del camino en cuanto a su cumplimiento. En nuestra trayectoria actual, incluso con hipótesis muy optimistas, es probable que alcancemos los objetivos con al menos medio siglo de retraso.
Esto significa que el mundo necesita empezar a establecer prioridades. Como es evidente que no podemos cumplir todo lo que hemos prometido, quizá deberíamos empezar por las políticas más eficaces. Una nueva investigación del Copenhagen Consensus identifica doce políticas increíblemente eficaces que podrían generar enormes beneficios a costos moderados. La migración inteligente es una de ellas, especialmente por su impacto en la reducción de la desigualdad.
Permitir una mayor migración calificada a los países que necesitan más mano de obra capacitada, podría lograr ambos: una mayor productividad y una menor desigualdad. Y las encuestas tienden a sugerir que es más viable políticamente, ya que la migración calificada es menos polémica que la migración en general.
Nuestro nuevo estudio sobre migración analiza las repercusiones de permitir una migración más cualificada, en particular de médicos y trabajadores STEM (ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas).
En total, el mundo cuenta hoy con unos 37 millones de emigrantes calificados. Los trabajadores del sector STEM representan unos 9 millones, y los médicos, alrededor de 1 millón. Compárese con el hecho de que el mundo solo cuenta con 13 millones de médicos en total, de los cuales 11,000 están en Nicaragua.
¿Qué pasaría si cada país aceptara un 10 por ciento más de inmigrantes cualificados, de la misma combinación de países que ya tiene? Los propios emigrantes claramente se beneficiarían. Un médico que se traslade del Caribe o Centroamérica a Estados Unidos, por ejemplo, experimentará un aumento salarial espectacular y sostenido, de casi 1.6 millones de dólares.
Pero los países receptores de emigrantes calificados, incluido Estados Unidos, también verían beneficios: los médicos especializados cubrirán los puestos disponibles, de modo que los médicos o enfermeros menos especializados podrán volver a hacer lo que mejor saben hacer, y es probable que haya un crecimiento económico ligeramente mayor. Esto es porque al introducir diversas formas de pensar, de hacer las cosas y de abordar los problemas, se puede generar más innovación e impulsar el crecimiento. Los países receptores también pueden ganar un trabajador calificado, sin incurrir en los costos de una educación larga y costosa.
Los países de procedencia de los migrantes también verán más beneficios que costos, aunque obviamente en menor medida. A menudo solo nos centramos en la llamada “fuga de cerebros”, que obliga al país a pagar para formar a nuevos médicos, al tiempo que disminuye la productividad de los doctores que se quedan.
Pero la nueva investigación muestra que estos costos se verán contrarrestados por el hecho de que los emigrantes calificados que se marchan, establecerán canales nuevos y adicionales para el comercio, la inversión y la producción que pueden impulsar a sus países de origen. Además, enviarán a casa remesas sustanciales y periódicas, lo que permitirá a sus familiares pagar por cosas como más educación, por ejemplo. En total, estos beneficios superarán probablemente los costos en una proporción de dos a uno.
Globalmente, los beneficios generales para todos serán muy superiores a los costos. Mientras que los costos totales ascenderán en los próximos 25 años a unos 55,000 millones de dólares, los beneficios sumarán casi un billón de dólares. Esto significa que cada dólar gastado en esta política reportará 18 dólares de beneficio social a escala mundial, que en su mayor parte irán a parar a las naciones más pobres del mundo.
La investigación muestra que el aumento de la migración calificada a nivel mundial ofrece una oportunidad real para hacer frente a la desigualdad y aumentar la productividad global. Si el mundo está muy atrasado en casi todas sus promesas, quizá deberíamos centrarnos primero en las políticas más efectivas. Permitir una mayor migración calificada, donde sea necesaria, podría ser una de esas políticas.
El autor es presidente del Copenhagen Consensus Center y visiting fellow en Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Ha sido considerado una de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time, una de las 75 personas más influyentes del siglo XXI por la revista Esquire y una de las 50 personas capaces de salvar el planeta por el periódico The Guardian, del Reino Unido. Su más reciente libro en español es Falsa alarma: Por qué el pánico ante el cambio climático no salvará el planeta, que se suma a sus numerosas publicaciones, entre ellas los best seller “El ecologista escéptico” y “Cool It”.