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Los migrantes llegan a Estados Unidos, sin embargo muchas de las deudas quedan en el país de origen. Foto ilustrativa/ AFP

Los nicaragüenses que quedaron endeudados tras migrar a Estados Unidos

Miles de nicaragüenses recurrieron a préstamos bancarios o a prestamistas individuales para poder pagar su viaje a EE. UU. Hoy, ya en suelo norteamericano, cargan con las cuotas de las deudas

Agobiados y desesperados por la crisis sociopolítica y económica que persigue a los nicaragüenses desde 2018, miles han optado por migrar a otros países en busca de seguridad y de mejores oportunidades laborales para mejorar las condiciones de vida de sus familias.

En 2022 la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) detuvo a 217,091 nicaragüenses entrando de forma irregular. Muchos de estos —quizá la mayoría— tuvieron que echar mano de préstamos a bancos o prestamistas para financiar su viaje al norte, sobre todo para pagar al “coyote” que los cruzaría a suelo estadounidense.

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Ya en suelo norteamericano, muchos de estos migrantes cargan con deudas que oscilan desde los 5 mil hasta los 10 mil dólares. Así les pasó a Óscar Amador y Lucía —el de ella nombre ficticio—, quienes contaron a LA PRENSA su experiencia viajando de forma irregular por medio de un préstamo bancario.

“Veníamos con el miedo de no lograr pasar”

Lucía es originaria de Corinto, Chinandega, y junto a su esposo y su hija decidieron salir de Nicaragua el 30 de junio de 2022. Ella reconoce que aunque no tenía planes de migrar la crisis económica la empujó a hacerlo. A esta nicaragüense un banco local con el que tenía una tarjeta de crédito le ofreció —dos meses antes de que ella tomara la decisión— un préstamo que al principio ignoró.

“Me mandaron un mensaje diciéndome que tenía preaprobado un préstamo de 5,000 dólares, al inicio no le puse importancia porque no tenía idea de migrar, pero a los dos meses se me dio la oportunidad que un familiar me iba a ayudar con una parte, y me tocó ir a sacar el préstamo al banco”, afirma desde Los Ángeles, California, Estados Unidos.

Su viaje comenzó desde Nicaragua atravesando de manera irregular Honduras, Guatemala, México, hasta pisar el territorio estadounidense. “Pasamos 13 días en camino, fue muy duro, pero no nos tocó tan mal como le pasa a otros migrantes. Un día antes de llegar a la frontera nos tocó dormir en el monte, nosotros entramos aquí (EE. UU.) el 14 de junio del 2022, estuvimos un día y medio en Migración”, dice Lucía.

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El coyote les cobró 3,500 dólares por cada uno, es decir que por los tres pagaron 10,500 dólares. Una parte la pagó con el préstamo que tomó y la otra parte la recibió como préstamo de sus familiares establecidos en Estados Unidos. Reconoce que durante la travesía, particularmente ella, nunca dejó de preocuparse y sentir miedo por no saber si iban a lograr llegar bien al territorio norteamericano.

“Veníamos con el miedo de no poder pasar y después cómo íbamos a hacer para pagar esa deuda, pero gracias a Dios no se volvió realidad ese miedo”, cuenta Lucía.

En cuanto al préstamo que realizó, afirma que se le ha hecho más fácil pagarlo estando allá, tiene a su favor que la deuda es compartida entre ella y su esposo. “Pagar esa deuda requiere trabajar, nosotros gracias a Dios conseguimos trabajo desde que vinimos, se nos ha hecho fácil, pero uno tiene que abstenerse de comprar ciertas cosas para poder salir de la deuda”, indica.

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El abono que tenía que dar mensual era de 470 dólares en un plazo de un año que se vence en junio de este año, es decir que por los 5,000 dólares que le prestaron tiene que regresar 5,640 dólares. Sin embargo, afirma que para salir antes de la deuda y restar los intereses intentó dar más del monto establecido en la cuota.

“De hecho, en este mes —abril— me toca la última cuota, de los 5,000 me cobraron como 500 dólares de más, pero no era mucho porque hubieron meses que pude dar más de la cuota, que eran 470 dólares mensuales”, sostiene.

Por ahora, Lucía y su esposo podrán saldar la deuda que dejaron en Nicaragua. Una vez saldada esa deuda iniciará a pagarle a sus familiares que le prestaron la otra parte para poder migrar.

“Es como quitar una parte de mi estabilidad”

Óscar, oriundo de Matagalpa, tiene 33 años, decidió salir de Nicaragua rumbo a EE.UU., el 15 de noviembre de 2021. Antes de eso, le tocó renunciar al trabajo que tenía en el área de recursos humanos en una empresa de Managua, a la capital que llegó cuando tenía 25 años. Es contador público de profesión.

Además de dejar su puesto laboral, terminó una relación amorosa que tenía con un miembro de la junta administrativa de un movimiento político nicaragüense al que acompañaba a sus reuniones, en algunas ocasiones, sin imaginar que eso los expondría a persecución y hostigamientos por parte de oficiales de la Policía orteguista.

“Yo siempre me mantuve al margen porque he sufrido mucha violencia por mi orientación sexual, esta situación que nos estaba pasando con la Policía me hizo sentir que en cualquier momento podría existir otro brote de violencia como los de 2018”, comenta.

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Él cuenta que nunca se le pasó por la mente migrar, pero afirma que cuando un banco le ofreció un préstamo personal de 7,000 dólares se dijo “es la mejor oportunidad para poder irme”. “Nunca solicité una visa, en algún momento al sentirme violentado, vulnerable, dije ‘esto es una escapatoria para poder hacerlo'”.

El coyote le cobró 7,500 dólares y ni esa cantidad le aseguró un viaje tranquilo. “Te digo yo viví cosas muy traumáticas y más aún siendo hombre gay y que si no hubiera sido por la situación política del país nunca hubiera pensado en vivir todo esto. Nunca estuvo ni por un segundo (la idea de) migrar. Y te digo las violaciones que el migrante vive son terribles. Mi miedo más grandes era vivir como mendigo, y en este viaje viví todos mis miedos a la vez. Pasar todo ese tiempo encerrado con hombres que me hacían burlas o me molestaban por ser gay”, dice.

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Hoy, ya viviendo en Miami, Florida, la deuda que adquirió para poder hacer el viaje le resta estabilidad económica en un país ajeno al suyo, donde debe pagar renta y cubrir sus necesidades básicas.

Sumada a la deuda del viaje, paga un préstamo de un carro y la deuda total asciende a 15 mil dólares.

“Han sido bastante retadores estos 14 meses, porque tener que acomodarte en este país y tener que pagar préstamos en Nicaragua es como quitar una parte de mi estabilidad. Yo pago porque no quiero perder mi crédito allá. Son 400 dólares que tengo menos aquí, el tema de la renta, la comida, el no tener aún un permiso de trabajo, me afecta el tener que abonar esa cantidad al tener trabajos eventuales, a veces trabajo en hoteles o floristerías y no es que tenga la misma cantidad de dinero siempre”, comenta.

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