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El papa Juan Pablo II en su llegada a Nicaragua el cuatro de marzo de 1983, junto a Daniel Ortega y Sergio Ramírez. IHNCA

Hace 40 años Juan Pablo II visitó Nicaragua en su “noche oscura”

El Papa Juan Pablo II llegó a Nicaragua y se enfrentó a los sandinistas. Los calló en plaza pública y no se prestó a las intenciones políticas que tenían los comandantes de la Revolución. Así fue la primera visita papal a nuestro país.

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El Papa Juan Pablo II salió de Roma a las 7:30 de la mañana, hora local, del 2 de marzo de 1983, desde el aeropuerto Fiumicino para hacer una gira por Centroamérica y Haití. El primer destino que visitó, después de 10 horas de vuelo, fue Costa Rica y el 4 de marzo pasó por Nicaragua.

La llegada de un Papa anticomunista a un país gobernado por dirigentes que se consideraban comunistas, en medio de la guerra fría, sin duda sería un momento relevante para la historia de Nicaragua, sobre todo porque era la primera vez que un Papa visitaba el país.

En nuestro país estuvo 11 horas, en las que fue presionado por los sandinistas, quienes mantenían roces con la Iglesia Católica, para que emitiera alguna opinión favorable a la Revolución, o que al menos no dijera nada en apoyo a la Contrarrevolución y Estados Unidos, según contó a LA PRENSA el general en retiro y fallecido siendo preso político, Hugo Torres, en 2021.

“Había distintas expectativas sobre esa visita, pero el Papa que vino a Nicaragua era un Papa con un talante recio. Es un Papa marcadamente anticomunista, por la experiencia personal que había vivido en Polonia. Por eso es que digo que no fue una visita inocente, casual, sino una visita calculada no solo en términos religiosos, sino en términos políticos”, dijo Torres.

El Papa Juan Pablo II era de origen polaco y vivió los desmanes del comunismo en su país. Los sandinistas eran aliados de la Unión Soviética y se identificaban como comunistas, mientras que el Papa era un conservador y conocido anticomunista, de manera que no veía con buenos ojos a la Revolución Sandinista.

El Papa Juan Pablo II junto a los comandantes de la Revolución Sandinista. IHNCA

Beso a Nicaragua

Juan Pablo II llegó a Managua a las 9:15 de la mañana en un avión de Alitalia que rodeó el volcán Momotombo para descender sobre la capital y aterrizar en el Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino.

Ahí lo esperaba la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, los nueve comandantes del Frente Sandinista, el gabinete de ministros, el nuncio apostólico Andrea Cordero Lanza, los obispos de la Conferencia Episcopal y un centenar de feligreses. En la pista, una enorme pancarta que decía: “Bienvenido a la Nicaragua libre gracias a Dios y a la Revolución”.

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Aquel cuatro de marzo de 1983, era la primera vez que el máximo líder de la Iglesia Católica visitaba Nicaragua. Llegaba acompañado por el cardenal secretario del Estado Vaticano, Agostino Casaroli; por el sustituto de la Secretaría de Estado, arzobispo Eduardo Martínez Somalo; y el obispo prefecto de la Casa Pontificia, monseñor Jacques Martin.

Cuando el avión se detuvo y abrió la puerta, el Papa bajó por las escaleras e hizo reverencia a la bandera de Nicaragua, se agachó hasta ponerse de rodillas y llevó su cara al suelo de la pista para darle un beso. De ahí saldría el titular de LA PRENSA del siguiente día: “El Papa besa a Nicaragua”.

Esta fue la portada de LA PRENSA del 5 de marzo de 1983, un día después de la primera visita del papa Juan Pablo II a Nicaragua. LA PRENSA/ARCHIVO

Fue recibido por Daniel Ortega, quien en ese momento era el coordinador de la Junta de Gobierno y quien pronunció un discurso de media hora exaltando a la Revolución Sandinista, y tratando de darle un tinte político a la visita papal. Ese día el sol era inclemente, y Juan Pablo II, visiblemente sudado bajo una sombrilla blanca, escuchó el discurso de Ortega hasta que acabó, y luego tomó la palabra brevemente.

“Me trae a Nicaragua una misión de carácter religioso. Vengo como mensajero de paz, como alentador de la esperanza, como un servidor de la fe, para corroborar a los fieles en su fidelidad a Cristo y a su Iglesia”, dijo.

La Comisión Nacional Organizativa encargada de la logística de la visita papal, había planificado una semana antes con el secretario del Estado Vaticano que el Papa no iba a saludar a los ministros y que más bien iba a pasar directo a un helicóptero que lo llevaría a León, pero en el momento fue el Pontífice quien cambió los planes.

Daniel Ortega llevaba a Juan Pablo II del brazo y éste le preguntó si podía saludar a los ministros. Ortega respondió que sí. Cuando llegó donde el ministro de Cultura, el sacerdote Ernesto Cardenal, protagonizó uno de los episodios más bochornosos de la visita papal.

“Cuando se acercó donde mí yo hice lo que en este caso había previsto hacer. Quitarme la boina y doblar la rodilla para besarle el anillo. No permitió él que se lo besara, y blandiendo el dedo como si fuera un bastón me dijo en tono de reproche: Usted debe regularizar su situación. Como no contesté nada, volvió a repetir la brusca admonición. Mientras enfocaban todas las cámaras del mundo”, relata Cardenal ese episodio en su libro de memorias, La Revolución Perdida.

Ernesto Cardenal
El Papa Juan Pablo II en su visita a Nicaragua amonestando al sacerdote Ernesto Cardenal. LA PRENSA/ ARCHIVO

Para Cardenal fue una “humillación pública (…) aunque no me cogió de sorpresa porque estaba preparado para ello”, escribió.

“En realidad era injusta la reprimenda del Papa, porque yo tenía regularizada mi situación con la Iglesia. Los sacerdotes con cargos en el gobierno los teníamos con autorización de los obispos, y ellos habían hecho pública esa autorización. (Hasta después fue que el Vaticano nos prohibió tener esos cargos)”, argumenta Cardenal en sus memorias.

Además de Cardenal, había otros sacerdotes con cargos públicos, como su hermano Fernando Cardenal que trabajó en el Ministerio de Educación y con la Juventud Sandinista, también estaba Edgard Parrales, que era el embajador de los sandinistas ante la OEA, mientras que el padre Miguel D´Escoto Brockmann era el canciller. A estos cuatro, Juan Pablo II los suspendería tiempo después.

La molestia del Papa

Después de los saludos y todas las formalidades, el Papa fue llevado en helicóptero hacia León para hacer un recorrido por la Catedral de esa ciudad. Luego, ofreció una misa campal en la Facultad de Medicina de la UNAN. Entre los feligreses había una pancarta que decía: “Juan Pablo, tu rechazo a la agresión fortalece la paz”.

Esta fue la pancarta con la que recibieron al Papa en León. LA PRENSA/ARCHIVO

Cerca de la dos de la tarde, Juan Pablo II fue llevado nuevamente a Managua en helicóptero para celebrar otra eucaristía en la Plaza 19 de julio, que quedaba frente a la Universidad Centroamericana (UCA) y en donde hoy se encuentran varias paradas de buses interlocales.

En los reportes periodísticos de esa época se calcula que unas 700,000 personas asistieron a la misa del Papa en la Plaza 19 de julio, la cual empezó a eso de las cinco de la tarde con un mensaje de bienvenida que dio el entonces arzobispo de Managua, Miguel Obando y Bravo. En esa misa estuvo presente la Junta de Gobierno, los nueve comandantes, ministros, diplomáticos y demás personalidades.

Obando comparó la llegada de Juan Pablo II a Nicaragua con una visita que hizo el Papa Juan XXIII a una cárcel en Roma, lo cual no dejó buenas sensaciones entre los nueve comandantes y la Junta de Gobierno, según relata Ernesto Cardenal en sus memorias.

“Me chocó esa comparación de Nicaragua con una cárcel, pero más me chocó el aplauso de toda la Plaza” relata Cardenal. El Papa dio inicio a la misa con un español cancaneado, pero comprensible.

Primero leyó la historia de la torre de Babel, del antiguo testamento, en la que decía que los hombres se querían igualar a Dios, y luego pasó a la historia del buen pastor, en la cual dijo que solamente Cristo es un buen pastor, y los hombres no. “Los otros son ladrones y salteadores”, dijo.

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En su libro, Cardenal menciona que el Papa “ponía un énfasis perverso en cada sílaba”, y creyó en ese momento que las lecturas bíblicas fueron escogidas con doble intención para criticar a la Revolución y a sus dirigentes.

Las palabras del Papa causaron mucho enojo entre los dirigentes sandinistas que se sentían atacados y más de uno quiso callarlo y quitarle el micrófono para que no siguiera hablando.

Desde la muchedumbre salían gritos elogiando al arzobispo Miguel Obando, a la Iglesia y al Papa. Algunos hasta usaban megáfonos y baratas, pero estos gritos se vieron apagados cuando los simpatizantes del Frente Sandinista que estaban entre la multitud empezaron a vociferar: “¡Entre cristianismo y revolución no hay contradicción!”, “¡Dirección Nacional, ordene!”, “¡Queremos la paz!”, entre otras consignas.

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Juan Pablo II durante la eucaristía. LA PRENSA/Mauricio Orozco/ARCHIVO

En más de una ocasión, el Papa pidió silencio porque estaban interrumpiendo la misa, hasta que en una de tantas, el polaco se hartó, y visiblemente molesto, respondió a las consignas: “¡Silencio! La primera que quiere la paz es la Iglesia”, fue el grito de Juan Pablo II.

Ernesto Cardenal recuerda el episodio en su libro. “El pueblo le faltó el respeto al Papa, es verdad, pero es que antes el Papa le había faltado el respeto al pueblo”, justifica.

Un día antes de la visita papal, 17 jóvenes fueron asesinados en las montañas de San José de la Mulas, Matagalpa, y sus cuerpos fueron velados en la Plaza 19 de julio. Las madres de los jóvenes fueron llevadas por el Frente Sandinista a recibir a Juan Pablo II y a pedirle una oración por sus hijos. El Papa no lo hizo porque eso podía malinterpretarse como un apoyo a la Revolución.

Una vez terminada la misa, ya entrada la noche, el Papa fue llevado nuevamente al aeropuerto para abordar el avión de Alitalia y continuar con su gira papal por Centroamérica. Daniel Ortega lo despidió con un nuevo discurso y le reprochó que se fuera sin orar por los jóvenes asesinados.

Juan Pablo II no respondió. Leyó rápidamente un discurso de despedida y abordó el avión para ir rumbo a Panamá. El itinerario del Papa, siguió el 6 de marzo en El Salvador, el 7 en Guatemala, 8 en Honduras, 9 en Belice y 10 en Haití.

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El Papa Juan Pablo II fue movilizado en Managua en un “bus pelón”. LA PRENSA/ARCHIVO

Segunda visita

En la primera visita que hizo el Papa, los sandinistas movilizaron un enorme dispositivo de seguridad porque se temía por la posibilidad de un atentado, sobre todo porque estaba iniciando la guerra con la Contrarrevolución.

Cuando Juan Pablo II regresó a Nicaragua, el siete de febrero de 1996, los sandinistas eran oposición y el gobierno de Violeta Barrios de Chamorro también tuvo que disponer de un gran dispositivo de seguridad, sobre todo por las asonadas que los sandinistas estaban armando en ese entonces.

Tan solo una semana antes, un grupo de jóvenes de Unión Nacional de Estudiantes Universitarios (UNEN), controlados por el Frente Sandinista, se tomaron la Cancillería de la República y secuestraron a diplomáticos en reclamo por la asignación del 6 por ciento para las universidades. Las credenciales del Papa estaban entre los documentos secuestrados en la Cancillería.

Todavía un día antes de la llegada del Papa a Managua, la Policía incautó más de 50 armas y fusiles de guerra en la Carretera Norte, por donde pasaría la caravana del Papa con dirección a la Plaza la Fe.

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El papa Juan Pablo II junto a Violeta Barrios de Chamorro en su segunda visita. LA PRENSA/ Óscar Navarrete

A pesar de los temores, esa segunda visita se llevó a cabo sin mayores percances. El Papa llegaba a un país que se recuperaba de la guerra y con una democracia recién nacida, muy diferente al que encontró en 1983. “Recuerdo la celebración de hace 13 años. Tenía lugar en tinieblas. En una gran noche oscura. Hoy se ha tenido la misma celebración eucarística al sol”, dijo Juan Pablo II después de la misa.

El Papa Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005 y fue canonizado el 27 de abril de 2014 junto al Papa Juan XXIII. Cuando Daniel Ortega ya había regresado al poder, en diciembre de 2016, inauguró el museo San Juan Pablo II en la Plaza de la Fe.

Entre las cosas que se exhiben, están el sello papal, el libro de homilías, la ropa, zapatos y una medalla conmemorativa de su estadía en Nicaragua. También están la réplica de la enramada donde el Santo Padre ofició la Santa Misa, y una réplica del Papa Móvil que fue utilizado para sus desplazamientos en el país.

“Damos por inaugurado este memorial en homenaje a San Juan Pablo II. Podemos llamarlo un memorial de la reconciliación y la paz, que él la predicó”, dijo Daniel Ortega en ese entonces.

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COMENTARIOS

  1. Hace 1 año

    Todas las acciones de los Estados Unidos de América en Centroamérica fueron autorizadas por San Juan Pablo II. Ronald Reagan, uno de los más grandes presidentes de los EE.UU segun las encuestas entre el pueblo estadounidense, le fue preguntado por un periodista en una conferencia de prensa acerca de la actuación de los EE.UU. en El Salvador y Nicaragua y el presidente respondió “El Papa ha autorizado todas nuestras actividades en la América Central.”

  2. Hace 1 año

    Hay que preguntarles a los ahora expatriados donde estaban durante la visita del Papa y cuál fue su rol con el desprecio que el Gobierno de Sandinista le hico al papa Incluyendo a los del ahora MRS. Todo mundo tiene derecho a reconocer sus errores y cambiar para mejor pero ha hoy día no he escuchado un perdón de ninguno de los que apoyaron al mismo Daniel Ortega de hoy a los que fuimos despatriados y confiscados en los ochentas que no éramos Somozistas únicamente opositores a un gobierno opresor …

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