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Rubén Darío: ¿el sol que alumbró todas las victorias?

A ciento siete años de la muerte de Rubén Darío, el mundo ha conocido todas sus facetas tanto desde el intelectual hasta al personaje que tiempo después fue moldeado según las perspectivas de las personas que le bautizaron como príncipe, padre y poeta universal. Una sola cosa es cierta: su trascendencia. Rubén ante cualquier tiempo, contexto o ideología ha hecho que al menos la población nicaragüense en medio de su diversidad, encuentre en Darío un símbolo nacional más, que al igual que la bandera, resuma la identidad y orgullo del ser nicaragüense.

Todos los gobiernos tras su fallecimiento han hecho del poeta leonés nacido en el departamento de Matagalpa y conocido gracias a Europa, parte importante de los discursos donde destacan la importancia de Darío para Nicaragua y Latinoamérica. Han destacado el legado dariano como esencia del nicaraguanismo, sin embargo, ¿qué más?

Se conoce la cantidad extraordinaria de poetas nacidos en Nicaragua, en un país ausente de sus responsabilidades estatales para la promoción de las habilidades artísticas. Si bien, el triunfo de la revolución popular sandinista conllevó un estallido de creaciones poéticas, fue la misma revolución la que se encargó de resaltar solamente a la poesía que hizo del sandinismo un culto.

No quedan atrás los gobiernos que tras la caída del FSLN al inicio de los 90, no buscaron las vías para reestructurar el Ministerio de Cultura, ya que la promoción y conservación cultural no fue ni ha sido prioridad en la búsqueda de una “nueva Nicaragua”. Paralelamente que se ha dejado al margen de la sociedad a miles de autores y autoras, herederos del legado de Rubén, como el mismo Carlos Martínez Rivas con una mísera pensión al final de sus días que no solventaba sus necesidades, han ensalzado la figura de Darío hasta un punto que casi no exista un nicaragüense que no sepa que Rubén es un poeta o al menos una persona que fue importante para el país.

Con el retorno de Ortega al poder, ha sido Rosario Murillo la encargada de expropiar la figura del poeta para intentar volverlo un símbolo partidario más, así como hicieron con la memoria de Sandino y Zeledón. Lo cierto es que hasta el mismo Darío vaticinó la presencia de los tiranos y los condenó desde antes de sus nacimientos.

La dictadura actual ha cerrado todos los medios de propaganda literarios, como el mismo Diario LA PRENSA, el Centro Nicaragüense de Escritores y la Academia Nicaragüense de la Lengua, mientras hace de las palabras de Rubén una escueta consigna más.

Sí, hay un sol que no declina y es y será la dignidad de un proletario nicaragüense que se convirtió en Príncipe.

El autor es escritor nicaragüense.

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