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El pasado (la libertad, la democracia, LA PRENSA impresa) sí que volverá

El martes 23 de agosto de 2022 se consumó la confiscación o robo de LA PRENSA, proclamando el régimen la consigna que suele repetir la vocería del régimen, de que “no volverá el pasado”.

Se refieren, por supuesto, al pasado de reconciliación nacional, libertad, democracia, Estado de derecho; y en este caso de la libertad de prensa que hubo en Nicaragua en el período histórico de abril de 1990 a enero de 2007.

 Claro que volverá el épico pasado democrático de Nicaragua, que comenzó cuando doña Violeta Barrios de Chamorro (una de las propietarias de LA PRENSA y de la cual también fue su directora), derrotó a  Daniel Ortega en las elecciones del 25 de febrero de 1990.

No hace falta referirse a las diatribas del régimen contra LA PRENSA, que trata inútilmente de denigrarla. Las palabras, como se sabe, tienen el mismo valor de las personas que las profieren.

Tampoco es necesario entrar en los detalles de las ilegalidades,  inconstitucionalidades y nulidades cometidas en la confiscación o robo de la propiedad física y material de LA PRENSA. Están muy claras y a la vista, igual que todas las arbitrariedades que ha cometido el régimen para apuntalar su poder basado en la fuerza bruta y la violencia, pisoteando toda razón y derecho.

La confiscación de LA PRENSA es una atrocidad jurídica igual a las acusaciones contra los más de 190 presos políticos, personas honorables e inocentes, incluyendo al gerente general de LA PRENSA, Juan Lorenzo Holmann Chamorro, y a los miembros de su Junta Directiva, Cristiana y Pedro Joaquín Chamorro Barrios.

Con el robo estatal de la propiedad física y material de LA PRENSA, valorada en alrededor de diez millones de dólares (más de 350 millones de córdobas en este momento), se cierra una etapa de su existencia que arrancó en 1926, pero no termina su historia. Aunque les duela, como dijera nuestro recordado director Jaime Chamorro Cardenal (q.e.p.d.), LA PRENSA que tiene más de 96 años de existencia llegará a los cien y cumplirá muchos más.

El régimen se ha robado las instalaciones físicas y la propiedad material de LA PRENSA, pero no ha podido ni podrá matar su alma libertaria, ahora manifestada en la edición digital que no se ha dejado de publicar ni un solo día.

LA PRENSA sigue siendo —como lo ha sido en toda su historia centenaria— una antorcha de esperanza en la libertad, que a veces es apagada solo temporalmente por la adversidad política y de la naturaleza. Pero siempre una y otra vez se vuelve a encender y sigue iluminando la conciencia de los nicaragüenses dignos con la verdad informativa y la opinión ilustradora y responsable.

Los dueños de la propiedad material de LA PRENSA que han sido confiscados y robados tendrán que ser indemnizados. Eso ocurrirá cuando termine la dictadura y Nicaragua reemprenda el camino de la democracia y vuelva a ser república.

Pasará algún tiempo para que eso ocurra, pero sabe Dios que ocurrirá.

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