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El leonosismo erróneo de don Porfirio

En enero de este año tuve el gusto de alternar con don Porfirio J. Gómez ––distinguido profesional–– en La Roca (un club de periodistas veteranos de Managua), donde impartí una larga charla: “Rubén Darío: periodista vital y vitalicio”. Don Porfirio, a quien considero persona culta y buen lector, me honró con su presencia. Pero en su artículo de LA PRENSA digital (publicado el martes 26 de julio), en vista de los numerosos errorcillos que acumula, me ha decepcionado.

He aquí dos. Todo mundo sabe que tanto León como Granada se fundaron en 1524. Don Porfirio, sin embargo, cree que fue en 1523 y su fuente es Julio Valle-Castillo, un aficionado a la historia patria que conoce tanto de la misma como yo de astrofísica.

También don Porfirio afirma que el nuevo asentamiento de León, a partir de 1610, distaba una legua de la vieja ciudad destruida y sepultada por causas naturales en enero de ese año. Nueve leguas, en realidad, suman la distancia entre las ruinas de León de Imabite y el pueblo indígena de Sutiaba, en cuyas tierras ejidales se instalaron escasos españoles encabezados por el alcalde ordinario Pedro Munguía de Mendiola, sin autorización del gobernador interino de la provincia de Nicaragua, Fernando Álvarez Serrano, residente en Granada, al igual que el obispo Pedro de Villarreal.

Al respecto, el historiador Sofonías Salvatierra documenta que el 11 de marzo de 1610 “Munguía de Mendiola estaba preso en la cárcel de Granada, de orden del gobernador, por haber permitido la traslación sin su permiso” (pág. 313 de la Contribución a la historia de Centroamérica. Tomo I. Managua, Tipografía Progreso, 1939).

Dos errorcillos más comete don Porfirio en su artículo. El tercero: atribuirle al capitán Francisco Hernández de Córdoba un cargo que nunca tuvo: el de primer alcalde de León Viejo, dignidad que le correspondió a Sebastián de Benalcázar (1480-1551), posteriormente fundador de Quito, Cali y Popayán. Y el cuarto: que la primera piedra de la ciudad que hoy es Antigua (Guatemala) se colocó en 1524.

No, señor: ese año Pedro de Alvarado fundó la capital de Guatemala sobre la de Iximché de los cachiqueles; tres años después pasó al Valle de Almolonga, llamándose Ciudad Vieja ––al pie del Volcán de Agua–– y que sería arrasada en 1541 por una avalancha. De inmediato, la capital se trasladó al Valle de Panchoy, erigiéndose la Antigua, la cual duró hasta el terremoto de 1773, cuando el Valle de la Ermita fue seleccionado como sede de la nueva capital que perdura hasta hoy. Y esta ciudad de Guatemala nada tiene que ver con Pedro de Alvarado, así como León (junto a Sutiaba) es ajena a Hernández de Córdoba, siendo OTRA CIUDAD de facto, o de hecho, aunque pronto lo sería de iure o de derecho.

Pero don Porfirio (como muchos leoneses, no todos) asume que la nueva ciudad de León —refundada en 1610–– tras usurpar a los indígenas de Sutiaba sus tierras ejidales es la misma León de Imabite y, por lo tanto, cumpliría 500 años en 2024. Mas solo Granada tiene la potestad (no con base en formulismo jurídico) de conmemorar esa significativa efeméride. A la Sultana del Gran Lago ninguna otra ciudad del continente le disputa el mérito de haber permanecido hasta ahora en su sitio original. Por eso celebró en 1974 su 450 aniversario, no León, cuyos principales vecinos (comerciantes y algodoneros) se limitaron a felicitarla.

Por otro lado, don Porfirio me acusa de poseer “ardor maniqueo” y me sugiere valorar los aportes históricos de León. Pero él ignora completamente que he escrito más libros sobre la Atenas de Centroamérica (título que le otorgó en 1920 el abogado granadino Heliodoro Moreira) que a Granada. Sin duda, don Porfirio desconoce mis cuatro volúmenes sobre la historia de la Universidad de León (1973, 1974, 1978 y 2012, esta con motivo del bicentenario), las biografías de Luis H. Debayle (1856-1938) y Salomón de la Selva (1893-1959), ambas con dos ediciones; el consagrado a León Viejo: Pompeya de América (1993), la máxima puesta en valor del hasta entonces único vestigio de arquitectura colonial en la Centroamérica del siglo XVI; más centenares, miles de páginas dedicadas a reconocer y exaltar los valores intelectuales y artísticos de León (como el gran retratista Toribio Jerez y demás pintores de los siglos XVI y XIX), a describir sus templos, sobre todo en varios artículos a la Catedral (el mayor templo católico del trópico surgido en América), a sus pioneras revistas literarias, actividades teatrales, “vanguardistas de los años 20” y especialmente ––para abreviar–– a quince leoneses representativos, comenzando con el prócer criollo e ingenio ilustrado Miguel Larreynaga, y prosiguiendo con los grandes letrados Ayón ––Tomás y Alfonso––, Mariano Dubón: protector de la niñez desvalida y su moral civilista; Alfonso Valle: padre de la lexicografía nicaragüense; José de la Cruz Mena: gloria nacional —el quiosco del Parque Colón de Granada, de 1930, se erigió en su honor—; los cuatro Argüello (Santiago, Solón, Lino y Leonardo) y Juan de Dios Vanegas: prócer del foro, las letras y la universidad.

En pocas palabras: nadie me supera en haber estudiado cualitativa y cuantitativamente el papel de León como rectora cultural de la nación. De allí que haya conceptualizado e interpretado la auténtica leonesidad (y no la errónea o falsaria de don Porfirio) a través de doce elementos sustanciales: orgullo catedralicio, Sutiaba como “alter ego”, conciencia de capitalidad, vocación universitaria, herencia liberal, violencia volcánica, valentía localista, espíritu de Atenas, sustrato artesano, culto a la palabra, actitud introspectiva y Poneloya nicaragüense.

En fin, como nicaragüense he amado a León (la ciudad más monumental de Nicaragua), a pesar de algunos leoneses, como decía el maestro Mariano Fiallos Gil.

El autor es secretario de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua.

Opinión Granada León Viejo Nicaragua archivo

COMENTARIOS

  1. Hace 2 años

    Sigue la rivalidad León -Granada en pleno 2022. A mí parecer Granada es la ciudad más antigua, aunque he escuchado que la estructura original de Granada fue destruida por Walker.

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