“Si morimos, al menos lo habremos intentado”. Con esa determinación, a diario, cientos de nicaragüenses dejan atrás sus vidas y emprenden una peligrosa travesía con la ilusión de hacer realidad la ilusión de un “sueño americano”. Solo en mayo de este año las autoridades estadounidenses capturaron a 18,998 que cruzaron irregularmente la frontera de ese país. Y entre enero y mayo de 2022 fueron 72,711 los nicaragüenses que superaron esa primera fase del sueño que persiguen. Pero no todos lo lograron, al menos treinta murieron en su intento, al cruzar el río Bravo.
Pero estar conscientes de que su sueño puede terminar al cruzar ese río, al ser secuestrado o asesinado por las bandas criminales que en México se aprovechan de los migrantes no los hace desistir. Tampoco el hambre, las altas temperaturas y otros peligros que enfrentan durante el viaje de más de tres mil kilómetros los hace renunciar. Ningún peligro parece insuficiente para frenar su sueño de conseguir seguridad en la gran potencia del norte.
“Fue muy aterrador”, le dijo a la BBC un nicaragüense llamado Noé al referirse a la experiencia de cruzar el río Bravo. “Puedo nadar, pero el río es más fuerte de lo que parece. Y estaba oscuro”, explicó. Pero eso no fue lo peor del viaje.
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De Río San Juan hasta Texas
Noé, de 38 años, originario de Río San Juan, contó a la BBC que aunque pagó varios miles de dólares – una pequeña fortuna por la tuvo que trabajar mucho y endeudarse – a un “coyote” que ofreció llevarlo a salvo hasta la frontera, la realidad fue distinta. Después de cruzar la frontera con Guatemala los pocos alimentos que cargaba en su mochila comenzaron a escasear. Una parte del recorrido lo hizo en bus y otra caminando, sin comer y bajo temperaturas sofocantes.
A eso se sumó que durante la travesía por México tuvo que enfrentar a los “corruptos y abusivos” miembros de las fuerzas de seguridad que reiteradamente detienen a los migrantes para pedirles “mordidas”. “México fue muy duro… La policía era mala. Buscaban gente para quitarles sus cosas y nos perseguían. Nos cobraban coimas cuando ya estábamos todos hambrientos y cansados”, contó Noé.
En medio de diversas dificultades y después de varias semanas, finalmente Noé llegó a la orilla del río Bravo. Lo cruzó a bordo de una pequeña balsa de goma junto a otros migrantes, incluidos niños pequeños y sus madres. Al llegar a territorio estadounidense, se entregó a los agentes de la patrulla fronteriza.
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Sorprendidos por el buen trato de autoridades de EE.UU
Como millones de nicaragüenses, Noé ha visto tantos atropellos que comete la policía de Nicaragua, así que una de sus primeras sorpresas fue el “buen trato” que recibió de las autoridades estadounidenses. “Aquí uno se siente protegido. Ellos [las autoridades estadounidenses] incluso nos dieron de comer bien”, le dijo Noé a la BBC.
Luego de algunas semanas de detención fue liberado y posteriormente acogido en un refugio para migrantes, ubicado en Laredo, a solo 2.4 kilómetros de la frontera con México y está a la espera de que un juez decida su futuro en Estados Unidos.
Según Noé el viaje “fue duro” pero no podía quedarse en Nicaragua. Entre las razones que obligan a los nicaragüenses a migrar están el terror impuesto por la represión que el régimen de Daniel Ortega ha desatado y una economía que asfixia los hogares.
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El “sueño americano es un mito”
La activista nicaragüense Anita Wells, agregó que la falta de trabajo empuja a sus compatriotas a migrar. “No te dejan trabajar si eres parte de la oposición… No te renovarán la licencia comercial. O, si eres agricultor, no comprarán tu producto para exportarlo”, aseguro Wells, quien tuvo que migrar por las presiones del primer gobierno de Ortega en los años 80.
Además, explicó a la BBC que es probable que incluso aquellos que entienden lo que está en juego continúen asumiendo enormes riesgos para perseguir “el mito del sueño americano”. Ella, a menudo aconseja a las personas que todavía están en Nicaragua que no se arriesguen en este viaje.
“Es un mito, porque no es fácil, incluso si cruzas la frontera. La gente a veces tiene la impresión equivocada de que esto es Disneylandia… Siempre les pregunto si valió la pena… dicen que si se mueren, se mueren, pero al menos lo habrían intentado. Imagínense la desesperación. Prefieren morir antes que regresar a Nicaragua”, lamentó Wells.
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