CONTENIDO EXCLUSIVO.
En lo que va de 2022 más de una veintena de nicaragüenses han muerto en diferentes circunstancias en su viaje hacia el norte, intentando ingresar de forma irregular a Estados Unidos. Aunque la mayoría de estos casos han conmovido a la comunidad nacional e internacional por las formas trágicas en la que han perdido la vida estos migrantes, no ha habido una sola ocasión en la que el dictador Daniel Ortega se haya referido a alguno de ellos.
En sus apariciones en público solo se dedica a lanzar virulentos ataques contra Estados Unidos, la oposición y la Iglesia católica, pero no ha dedicado ni un minuto a las víctimas de la migración forzada que se ha disparado este año que él asume su cuarto mandato consecutivo.
Tampoco ha habido un mensaje de apoyo a las familias de estos migrantes por parte de la vicepresidenta designada, Rosario Murillo, quien a diario aparece en los medios oficialistas brindando desde reportes climatológicos y repartiendo frases de amor, solidaridad y cristianismo, hasta insultos contra grupos de oposición y el periodismo independiente.
Lejos de empatizar con la realidad migrante, Rosario Murillo lanzó críticas el pasado 19 de mayo: “Todavía hay quienes creen que Estados Unidos es el paraíso… (…) Espejismos de espejismos”, añadió al referirse a la situación de desabastecimiento de algunos tipos de fórmula especial para bebés que enfrentan algunas ciudades de ese país. Criticó fuertemente el capitalismo, a pesar que LA PRENSA reveló recientemente que su exnuera y dos de sus nietas mayores habían entrado a Estados Unidos con el beneplácito de ella misma.
Pero la dictadura Ortega Murillo no reconoce públicamente el éxodo que ha provocado la crisis sociopolítica y económica que su régimen desató y que agudiza este año, no se responsabiliza ni se sensibiliza con el dolor que viven los nicaragüenses ante estas muertes o la separación de familias a causa de la migración forzosa.
“Drenar” opositores
Para analistas políticos y sociólogos consultados por LA PRENSA, el silencio de Ortega y Murillo ante estas muertes se debe en parte a la “indolencia” que caracteriza a una dictadura, que mira el exilio como una oportunidad para “desbaratar” el tejido de resistencia y “quebrantar” la moral de los nicaragüenses que se ven obligados a dejar el calor de la familia.
Lea además: Dos nicaragüenses más se ahogan en el río Bravo. Ya suman cuatro en menos de dos días
«Lo que estamos viendo es simplemente una dictadura que aparentemente siente, disfruta lo que le está pasando a estos nicaragüenses, porque ellos (Ortega y Murillo) asumen que los que se están yendo son personas que no son adeptas a su gobierno, y Murillo a todo el que no es adepto a su gobierno no lo considera nicaragüense, cree que no tiene derecho a nada solamente por no rendirle pleitesía», expuso el analista político Eliseo Núñez.
De acuerdo con la organización Nicaragüenses en México y Texas Nicaraguan Community, en lo que va del 2022 al menos 25 compatriotas han fallecido en suelo mexicano por diferentes circunstancias, la mayoría de ellos ahogados en el río Bravo, frontera entre México y Estados Unidos.
Del total de víctimas, las últimas cinco fueron reportadas en la última semana por la organización Texas Nicaraguan Community, cuatro de ellas ahogadas en el río Bravo y una en una accidente de tránsito.
Evadir su responsabilidad
Por su parte un analista político, quien pidió no ser nombrado en este artículo por razones de seguridad, señaló que si el régimen calla ante tantas muertes de migrantes nicaragüenses registradas en los últimos meses en el río Bravo es porque ellos son los principales responsables de esta tragedia, al no asegurarles y brindarles las condiciones de vida en Nicaragua.
“Callan ante las muertes y la desesperación de los nicaragüenses que huyen de su patria porque ellos son los principales responsables de esta tragedia. Estas son las reglas: Nicaragua es de los Ortega Murillo y al que no le guste que escoja: o se va del país o va a la cárcel”, manifestó la fuente.
En los primeros cuatro meses de este año, 53,710 nicaragüenses fueron detenidos en las fronteras norteamericanas, revelan datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés). Solo en marzo se registraron 16,085 casos, siendo el dato más alto en los últimos 15 meses.
Lea también: Por qué es tan peligroso el cruce por el río Bravo. Esto es lo que debe saber
En tanto, los datos del Instituto Nacional de Migración de México (INM) exponen que, entre enero y abril de este año, un total de 8,270 inmigrantes nicaragüenses fueron detenidos o “rescatados”, como los llama la institución, cuando intentaban cruzar al país norteamericano.
Esta cifra alarmante pone en evidencia la salida masiva de nacionales que huyen del país por razones políticas, sociales y económicas.
“La gente emigra en busca de un futuro mejor, buscando mejores condiciones laborales y mejores oportunidades para sus hijos. Nicaragua bajo la dictadura Ortega Murillo no ofrece nada, excepto cárcel, explotación y humillación. El éxodo es la esperanza de una mejor vida en otro lugar, porque el país donde vinimos a la vida no ofrece sino hambre y muerte”, lamenta el analista político.
Las ganancias de las remesas
A criterio de la socióloga y defensora de derechos humanos, Haydée Castillo, el régimen guarda silencio sobre esta emergencia compleja porque ha convertido el exilio “en una estrategia para permanecer en el poder político y económico”.
“El régimen apuesta a la migración económica y política porque él se está beneficiando. Siendo un país donde no hay orden, no hay rendición de cuenta de todo el aporte de los migrantes a su familia, sabemos que muchas de las empresas, la banca, que se encargan de recepcionar remesas, de hacer el cambio de moneda, de gestionar todos los recursos del régimen, está en manos de ellos (…) Entonces la migración prácticamente es un brazo económico que está sosteniendo la poca dinamización de la economía que en este momento tiene Nicaragua”, consideró Castillo.
De hecho que las remesas familiares que envían los nicaragüenses desde el exterior siguen creciendo y oxigenando a la economía del país. Según el Banco Central de Nicaragua (BCN), entre enero y marzo de este año, Nicaragua recibió 632.6 millones de dólares, 132.2 millones de dólares más con respecto al mismo periodo de 2021 —cuando la cifra se ubicó en 500.4 millones—, es decir 26.4 por ciento más.
Nicaragua registró en marzo último el saldo de remesas más alto de su historia económica. Los migrantes enviaron a sus familiares en ese mes 235.7 millones de dólares, 23.5 por ciento más comparado con igual mes de 2021 (190.7 millones), lo que coincide con el incremento de la emigración nicaragüense de los últimos meses.
Puede interesarle: Cuál es el procedimiento y qué costo tiene repatriar un cuerpo de México a Nicaragua
Por su parte, Eliseo Núñez señaló que esta situación es paradójica, porque al final el régimen hasta se beneficia, de alguna manera, de la migración, a través del pago de los impuestos por las remesas familiares que ingresan al país, además de cómo se dinamiza la economía con el consumo y gastos de las familias que las reciben.
“Para Ortega, el expulsar a los nicaragüenses es parte de su objetivo como dictadura, él básicamente con esto consigue quitarse presión de opositores al interior del país y además de eso recibe el dinero de las remesas. Definitivamente estamos frente a un gobierno con actitudes que son inhumanas, no ha emitido una sola palabra sobre el sufrimiento del pueblo de Nicaragua y de los nicaragüenses que han muerto en la frontera, o secuestrado o tratando de atravesar Centroamérica”, expuso Núñez.
¿Cuál debe ser el papel de un gobierno frente a esta situación?
Los especialistas coincidieron en que el papel que debería de tener todo gobierno es estar atento a las necesidades de su población, así como buscar soluciones a los problemas que causan la migración masiva de sus connacionales.
“La primera obligación de un gobierno es crear las condiciones necesarias para garantizar una vida digna a todos sus ciudadanos: esa es la obligación elemental. Pero en Nicaragua eso no existe. Lo que hay es un gobierno mafioso, cuyo único objetivo es mantenerse en el poder por la fuerza y enriquecer a un grupo reducido de allegados”, declaró el analista político consultado bajo anonimato.
Bajo esta misma línea, Núñez comentó que Ortega debe principalmente identificar cuáles son las causas del flujo migratorio para luego crear las condiciones a su población. Para Núñez, entre lo primero que se debe trabajar es el tema de las libertades.
“Lo primero que debería de hacer Ortega es identificar cuáles son las causas (del flujo migratorio) y evidentemente va a dar como resultado que las causas principales es un país que no tiene futuro debido a la falta de libertades, el colapso del Estado de derecho y una economía que hoy funciona producto de la inversión estatal, pero mañana no sabes cómo va a seguir porque realmente Ortega se ha peleado con sus principales socios comerciales que son Estados Unidos y Europa”, aportó Núñez.
“Lo que tiene (que hacer) es crear condiciones en Nicaragua para que la población se mantenga, pero estas condiciones para el caso de Ortega no es como los países del norte, que son condiciones que tienen que ver con el tema económico y de seguridad, en este caso tiene que ver con el tema económico y de libertades, porque mientras no haya libertades la gente se va a seguir yendo, porque nadie quiere vivir en un país que lo han convertido en una inmensa cárcel”, añadió.
Por su parte Castillo expresó que Nicaragua podrá resolver el éxodo de migrantes hasta cuando no haya una dictadura que falte a los derechos y libertades de sus ciudadanos.
“Si quisiéramos plantear cuál debería de ser una solución estructural para resolver el éxodo de migrantes, la expulsión que hace el régimen de sus ciudadanos a otros países, uno es salir de esta dictadura, dos recobrar la institucionalidad, la transparencia, la rendición de cuenta y un manejo responsable de la política y la economía en el país, y eso solo será posible cuando hayamos salido de esta dictadura”, concluyó.