Gabriela Tatiana Espinoza Pérez salió de su casa aquel 15 de febrero de 2022 cargada de miedo e ilusión, en búsqueda del sueño americano. Su deseo era ampliar y mejorar la casa de su mamá y darle todas las condiciones que hasta ahora no tiene. «Ella quería que yo viviera como una reina», recuerda María Mercedes Pérez, según las últimas palabras de su hija.
Sin embargo, el anhelo de la familia Espinoza Pérez se convirtió en una desgracia que le arrebató la vida a la nicaragüense. El 21 de marzo Gabriela murió ahogada en las aguas del temido río Bravo, en México, cuando intentaba cruzar hacia Estados Unidos.
«Mi corazón lo tengo destrozado, porque por un sueño americano malvado me quedé sin mi muchachita», dijo a LA PRENSA desconsolada doña María Mercedes, ya con su rostro marchito de tanto llorar la muerte de su hija.
La joven originaria de Managua tenía 32 años y la señora Pérez recuerda a su “muchachita” como una persona alegre, muy atenta, servicial y sobre todo soñadora, tanto que intentó mejorar la calidad de vida de la familia emprendiendo un temerario viaje hacia al norte. Gabriela era la única mujer de los cinco hijos que tuvo doña María Mercedes.
«¿Para qué te vas a ir hijita? Me estás dejando ya vieja, con 71 años, mejor quedate conmigo, sos mi única hija mujer», recuerda que le dijo doña María Mercedes a su hija, a lo que ella respondió que solo yéndose a Estados Unidos iba a conseguir sacarla de la pobreza. «Ella se fue con esa idea de prosperidad», señala.
El mensaje que devastó a la familia
El 21 de marzo, Darwin Espinoza, hermano de Gabriela, se encontraba en su casa revisando las redes sociales, cuando recibió una solicitud de amistad de una persona desconocida. Era una mujer que lo buscó en redes sociales para darle la triste noticia.
«Yo estaba en la casa y me llegó una solicitud de amistad en Facebook, ya desde ese momento sentí algo en mi corazón. La acepté e inmediatamente la persona me mandó una foto de la cédula de Gabriela y me preguntó que si era mi hermana, entonces me dio la noticia de que se había ahogado», relata el joven con su voz entrecortada.
No daba crédito a lo que aquella persona desconocida le informaba. Trató de tranquilizarse, mientras esperaba a su otro hermano para darle la noticia a su madre, a quien antes le prepararon un té de hojas de naranja agria para que no se descompensara al conocer el fallecimiento de su hija.
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«Fue un golpe devastador, una pesadilla de la que todavía no he despertado. Yo antes de que ella saliera de Nicaragua le di el último abrazo, le dije que se cuidara, que siguiera adelante por su sueño, porque ya que había decidido eso pues que luchara, pero nunca pensamos en la muerte», señala quebrantado.
Los planes que tenía
Como es el caso de muchos nicaragüenses que cargan con una mochila de deudas o que se despojan de sus bienes para salir del país, doña María Mercedes cuenta que tuvo que vender una propiedad para pagar los 5 mil dólares que el coyote pidió para pasar a Gabriela y también para saldar unos compromisos de pagos que la joven tenía pendiente.
En un barrio de Managua, donde habita la madre de Gabriela, tienen una pequeña pulpería y entre sus prioridades al llegar a Estados Unidos era mandar dinero para que el negocio creciera. «Hasta me dijo que comenzando a trabajar enviaría dinero para hacer un culto de acción de gracias», recuerda su progenitora.
La migrante nicaragüense también salió del país empujada por el deseo de superar la depresión causada por la muerte repentina de su esposo el año pasado por problemas de la presión. Su mamá reconoce que eso también la motivó a salir de Nicaragua y asegurar un mejor futuro en el exterior.
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«Hace un año y medio se le murió su esposo por la presión. A partir de eso también ella se sentía con depresión, al saber que se le había muerto su marido, que era tan bueno con ella y de cierta forma se sentía sola», dice.
Urge ayuda para repatriar el cuerpo
La familia de la joven nicaragüense asegura que su cuerpo se encuentra en una morgue de México, a la espera de la repatriación. Todo el proceso, dice, tiene un costo superior a los 7 mil dólares, dinero que no tienen en mano. Hacen un llamado al Gobierno y a la población para que les ayuden para traer el cuerpo a Nicaragua.
«Yo quiero verla por última vez y enterrarla en su país, que esté cerca de su familia. Yo por eso le pido al Gobierno que me ayude para que pueda repatriar a mi muchachita», dice la madre de la migrante.
«Nosotros pedimos que nos ayuden para darle el último adiós a nuestra hermana y saber que al menos estará aquí donde le podamos llevar una flor, una oración, seguirla queriendo a pesar de que no está aquí», dice por su parte Darwin.
Para cualquier ayuda, la familia habilitó como único medio el número telefónico: 8284-0208.