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Los legisladores hondureños protagonizaron una trifulca por la elección del presidente de Congreso a pocos días de la toma de posesión de la presidenta electa, Xiomara Castro. LA PRENSA/Archivo

Crisis en Honduras | Su efecto y consecuencias para la región

Este jueves está programada la toma de posesión de Xiomara Castro. Los analistas alertan sobre los efectos sociopolíticos y migratorios en la región de mantenerse la tensión en ese país

Previo a la investidura de la presidenta electa de Honduras, Xiomara Castro (de ideología de izquierda), programada para este jueves 27 de enero, el país centroamericano es escenario de una nueva crisis política a consecuencia de una pugna por quién presidirá el próximo Congreso Nacional.

El Congreso hondureño nombró este domingo (23 de enero) a dos presidentes en ceremonias separadas, quedando en vilo quién presidirá oficialmente los trabajos del Legislativo.

Analistas políticos y expertos en temas internacionales consultados por LA PRENSA sobre el efecto de este escenario en la región prevén que esta crisis viene a perjudicar aún más el estado de la democracia en América Latina que ya vive una situación compleja.

El origen del conflicto en el Legislativo

Pero ¿qué está pasando con el Legislativo en Honduras? La crisis en el Congreso hondureño inició el viernes pasado, tras ser elegida una Junta Directiva provisional que no contaba con el apoyo de la presidenta electa Castro.

La trifulca comenzó luego de que el ministro de Gobernación de ese país, Leonel Ayala, abriera sesión y un grupo de 20 diputados del Partido Libertad y Refundación (Libre, izquierda) propusiera como presidente provisional a Jorge Cálix, uno de los disidentes, lo que violaba un pacto con el partido aliado.

La candidatura de Cálix también tuvo el apoyo de las bancadas opositoras a Castro. Aquella sesión estuvo marcada por golpes, abucheos y gritos entre los diputados de diversos bandos políticos.

Simpatizantes del partido Libertad y Refundación (Libre) en las afueras del Congreso este 23 de enero. LA PRENSA/AFP

Cabe mencionar que Castro ganó las presidenciales en Honduras con una alianza entre Libre, coordinado por Manuel Zelaya —su esposo y expresidente derrocado en 2009— y el Partido Salvador de Honduras (PSH), del excandidato Salvador Nasralla.

Uno de los compromisos asumidos por la alianza era nombrar a Nasralla vicepresidente y cederle la presidencia del Congreso. Sin embargo, Nasralla propuso para ese cargo a Luis Redondo, por lo que la reacción de Castro y Libre no se hizo esperar, tildó a los disidentes de “traidores” y el mismo viernes expulsaron del partido a 18 de los 20 legisladores, luego de que dos se retractaron.

Los diputados de Libre se reunieron con miembros del PSH y varios diputados suplentes para apuntar su propia Junta Directiva provisional y para presidir el poder legislativo seleccionaron a Redondo.

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Paralelamente, los 18 diputados disidentes del partido de Castro (Libre), con apoyo de formaciones de derecha, eligieron a Cálix como presidente del Congreso en un centro social.

Cálix logró el apoyo de 79 legisladores, incluyendo 44 votos de Partido Nacional (PN, derecha), del gobierno saliente, para presidir el Parlamento. Mientras que Redondo fue votado en la sede legislativa con 96, incluyendo suplentes.

Se requieren 65 votos para lograr la dirección del Congreso, la mitad más uno de los 128 escaños.

Lo que hay detrás: ambiciones y lucha de poder

El analista político Tiziano Breda, de International Crisis Group, explica que lo que ocurre en Honduras básicamente es “una ruptura interna del partido de la próxima presidenta Xiomara Castro —ruptura aparente, por lo menos— en donde parte del partido se ha puesto de acuerdo o han buscado del apoyo de los otros partidos tradicionales, del Partido Nacional y del Liberal para elegir una Junta Directiva del Congreso que no respetará los acuerdos que se habían tomado con el Partido Salvador de Honduras (PSH) en la campaña electoral”.

“Entonces, ahí hay una división muy fuerte en torno al partido que se da por varios elementos, incluido las ambiciones personales de Jorge Cálix que es el nuevo jefe del Congreso y descontento interno dentro del Partido mismo (Libre) y oportunismos, y seguramente intereses de esos otros partidos de obstaculizar el gobierno de Castro, sobre todo el Partido Nacional (de Hernández) que ha estado en el poder por 12 años y por primera vez lo entrega”, agregó el analista.

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A lectura del politólogo y analista del Diálogo Inter-Americano en Washington, Manuel Orozco, la crisis en Honduras “no se trata de un grupo disidente, de exdiputados de Libre descontentos con el acuerdo que permitió que Nasralla eligiera al presidente de la legislatura, sino de un esfuerzo previamente concentrado para debilitar a Libre en asociación o apoyo del Partido Nacional para impedir muchas de las promesas castristas”.

En sintonía con Breda, Orozco manifestó (por separado) que “Calix (es) un político muy ambicioso, aunque anteriormente con Libre ha trabajado con el liderazgo del PN, mientras sirven o negocian los intereses de PN y Libre”.

Posible investigación y extradición de Hernández en juego

A la vez, Orozco precisó que la preocupación de Partido Nacional “es impedir la investigación de Juan Orlando Hernández y su posible extradición”.

El presidente saliente de Honduras, Juan Orlando Hernández, es señalado de fraude y de tener supuestos vínculos con el narcotráfico. Hernández fue electo presidente de Honduras en 2013 y reelecto en 2017, luego de que la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de ese país levantó el veto a la reelección.

En marzo de 2021, un fiscal de Nueva York, Jacob Gutwillig, afirmó que Hernández pactó una alianza con un cártel local y ayudó a introducir miles de kilos de cocaína en Estados Unidos. El fiscal describió a Honduras como un «narcoestado», de acuerdo con una publicación del medio internacional El País.

Al respecto, en noviembre pasado, Nasralla aseguró que Hernández es socio de Daniel Ortega y que este al entregar el poder se asilará en Nicaragua.

De izquierda a derecha, (de blanco) el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, y (de rojo) el mandatario sandinista Daniel Ortega, durante la reunión inesperada en Managua. LA PRENSA / TOMADA DEL 19 DIGITAL

«Ortega es socio de Juan Orlando Hernández, sabemos que es socio de Juan Orlando Hernández. Te lo garantizo, va a escapar Hernández a Nicaragua, te acordarás de mí», dijo Nasralla, durante una entrevista en la cadena CNN en Español el 24 de noviembre en víspera de las elecciones presidenciales en Honduras, desarrolladas el 28 de noviembre pasado.

Para entonces, el analista internacional Carlos Murillo coincidió con Nasralla, por separado, en una entrevista con LA PRENSA y señaló que «todo indica que el presidente Juan Orlando Hernández, que muy pronto apenas deje el poder empezará a ser investigado y juzgado, se refugiará en Managua, al igual que los expresidentes salvadoreños».

Hernández fue el único presidente centroamericano que asistió a la cuarta toma de posesión consecutiva de Daniel Ortega en Managua, el reciente 10 de enero.

Sin embargo, “ella (Castro) continúa impulsando su agenda anticorrupción. Esta crisis política es el resultado de prácticas clientelistas tradicionales en un país secuestrado por políticos al crimen organizado. Este es el preámbulo de lo que viene. Los temas apuntan que las disputas son más sobre una nueva élite política y la vieja, en la que el transfuguismo ha sido vehículo de prácticas clientelistas”, agregó Orozco.

Consecuencias en la región

Para Breda, la crisis del Congreso hondureño significa que el reto y la fragilidad de la institucionalidad democrática en ese país se están exponiendo. “Esta crisis se suma a una situación muy compleja a nivel regional sobre el estado de la democracia”, valoró.

Orozco, por su parte, señaló que “las consecuencias para la región es que el clima político que resulta de la resistencia de las fuerzas que no quieren apoyar la lucha contra la corrupción y respetar la demanda social, va a ser tenso”.

Sin embargo, “Libre tiene un mandato del electorado que le da fuerza e incluso la retirada de esos legisladores va en detrimento de ese mandado, por lo que el efecto es de mayor integridad hacia la agenda de Libre. El problema es que el electorado quiere respuestas ya, y la población no va a esperar, protestarán y/o emigrarán“, añadió Orozco.

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El analista político en el exilio, Eliseo Núñez, resaltó que el modelo de desintegración del sistema de partidos políticos ya se ha visto en muchas partes de América Latina.

“Con esto hay una parte buena, que es que el miembro del partido político que sale electo de un cargo, no tiene una dependencia directa del partido, ni la tiene del elector. Pero la parte mala de esto es que no siempre hacen uso del apoyo del elector, sino que muchas veces es una decisión propia y rompen con lo que es la decisión colectiva de los partidos”, argumentó Núñez.

Las consecuencias de esta crisis a nivel del istmo centroamericano podrían ser “una desestabilización más, viene abonando a un esquema que no permite un desarrollo económico potente y que tampoco permite una integración centroamericana como debe de ser para que podamos conseguir lo anterior. Todo esto genera suficientes problemas como para no tener un ambiente que permita la inversión”, agregó Núñez.

Otros efectos: invisibiliza crisis en Nicaragua e incrementa la migración

En lo que concierne a Nicaragua, Breda dijo que la crisis actual de Honduras “canaliza la atención internacional sobre lo que está ocurriendo en ese país temporalmente, por lo tanto puede disminuir la atención que se pone en Nicaragua”.

Por otro lado, señaló que “puede ser utilizada políticamente, ya hemos visto como (Nayib) Bukele en El Salvador ha intentado utilizar esos acontecimientos para atacar a la oposición interna”.

Orozco reiteró que el año pasado más de 400,000 hondureños salieron de su país en medio de pandemia, en donde el 41 por ciento de los hogares expresó una intención de emigrar. “De no mejorar el clima político, más hondureños pasarán de intención a decisión a emigrar”, sostuvo.

“Como en Nicaragua, los conflictos políticos internos no promueven estabilidad económica, y esto se convierte en un factor clave migratorio. La cantidad de gente que sale de Honduras es bestial. No es como en Nicaragua, sin embargo, esto tiene implicaciones sobre la migración nica también”, insistió.

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Breda concluye que hay que esperar ver en qué desenlaza todo este conflicto en el Congreso hondureño, pero a la vez alerta que “es un riesgo de que se abra otra crisis política en otro país centroamericano y que pueda desembocar en mayor turbulencia a nivel social, incluso en nivel migratorio y por lo tanto seguir complicando la situación política y humanitaria en la región”.

Delegación del régimen asistirá a la toma de posesión de Castro

Por otro lado, Daniel Ortega y la vicepresidenta designada, Rosario Murillo, no asistirán al acto de la toma de posesión de Castro, el próximo jueves, pero sí enviaron a una delegación que está presidida por el canciller Denis Moncada.

“Ya salieron los compañeros de la delegación hacia la hermana República de Honduras, la delegación que nos representa en la juramentación de la presidenta electa, hermana Xiomara Castro. A nuestro canciller le deseamos buen viaje, él está de jefe de delegación representando a nuestro pueblo, a nuestro gobierno, en esa importante ceremonia”, informó Murillo.

Además de Moncada, Murillo dijo que también asistirá a la toma de posesión de Castro, el diputado sandinista y jefe de bancada del FSLN, Edwin Castro y el embajador y ministro para el Gran Caribe Valdrack Jaentschke.

Previo a su partida, Moncada otorgó la Orden José de Marcoleta, en el grado de Gran Cruz, a la embajadora de Honduras en Managua, Norma Allegra Cerrato Sabillón, quien concluye su misión en Nicaragua. Murillo dijo que Cerrato realizó una “excelente labor” en Nicaragua, ya que se dedicó a la promoción cultural, artística y de salud.

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