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Argentina fue electa para la presidencia pro-témpore de la Celac el viernes 7 de enero. Foto tomada de la cancillería argentina

¿Qué podría estar buscando el régimen con su cambio de discurso respecto a Argentina?

El discurso del gobierno de Ortega hacia Argentina dio giro el pasado 7 de enero. Tras pasar meses señalando al país suramericano de ser un "instrumento del imperialismo" apareció ofreciendo su apoyo y respaldando la elección de Argentina para la presidencia pro-témpore de la Celac

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Dijo que era instrumento del “imperialismo”, que se había prestado a “violar” la soberanía nacional, lo señaló de tráfico de influencias y de chantajista. Cuatro meses después le ofreció su apoyo y respaldó su candidatura para la presidencia pro-témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Así ha sido el cambio brusco de posturas que ha tenido el régimen de Daniel Ortega frente al gobierno de Argentina, encabezado por Alberto Fernández. ¿A qué se ha debido el giro del orteguismo? Analistas consultados por LA PRENSA señalan varias posibilidades.

La diplomacia entre ambos países se empezó a ver fracturada en junio de 2021, cuando Argentina y México, en conjunto, llamaron a consultas a sus embajadores para que informaran sobre las acciones del gobierno de Ortega en contra de la oposición. Para esos días iniciaron los arrestos de aspirantes presidenciales y opositores. En respuesta, en agosto el régimen de Ortega llamó a consultas a su embajador en Buenos Aires.

Pero la tensión diplomática escaló en septiembre, cuando la Misión de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos (OEA) protestó contra el Gobierno de Argentina, acusándolo de «indeseable intromisión», «injerencia» y «acosos sostenidos». El 15 de ese mismo mes, la Cancillería nicaragüense envió una carta de protesta en contra de la candidatura de Argentina para la presidencia pro-témpore de la Celac. El documento afirmaba que el gobierno de Fernández “se convirtió en instrumento del imperialismo norteamericano, subordinándose a sus intereses hegemónicos”. En esa misma carta, el régimen señaló directamente al presidente y al canciller argentinos de haber “contrariado” las bases de la Celac.

Para esos días la Cancillería siguió publicando cartas en contra de Argentina y dejando claro que no votaría ni tampoco respaldaría la candidatura argentina. Incluso, cuando se celebró la VI Cumbre de la Celac, el 18 de septiembre, el canciller Denis Moncada dijo que “Argentina no es un pueblo al que nosotros respetamos”. Hubo respuestas del entonces canciller del país sudamericano, Felipe Solá, y las cartas y declaraciones no se detuvieron.

El giro llegó el reciente 7 de enero, cuando el mismo Moncada apareció en el Palacio San Martín, en Buenos Aires, diciendo lo que había negado por tanto tiempo: que ofrecía su apoyo y respaldaba la candidatura de Argentina. “Nicaragua extiende su solidario apoyo a Argentina para que asuma la presidencia pro-témpore entrante de la Celac”, afirmó.

Lo que podría estar buscando

Las fuentes consultadas coincidieron en que este cambio radical obedece a la búsqueda incesante de espacio en medio del aislamiento internacional que está atravesando Ortega, que este lunes iniciará su cuarto mandato consecutivo luego de asignarse la Presidencia el 7 de noviembre en unas elecciones que carecieron de condiciones: sin competencia, sin observación internacional, con un sistema electoral controlado y bajo un estado policial.

El experto en derecho internacional, temas de integración y catedrático de la Universidad de Costa Rica (UCR), Carlos Murillo Zamora, explicó que hay que entender que el discurso de Ortega puede cambiar en cualquier momento debido a que “responde al interés del proyecto dictatorial”, y como muestra de ello señala que después de varias negociaciones de alto nivel en la política exterior de América Latina “lo que se dijo ayer, hoy no lo es. Hoy un país es adversario, mañana aliado”.

“El giro responde a un reacomodo de fuerzas en la región, que varió con el triunfo de la izquierda en Chile y el lanzamiento del proyecto mexicano de recuperar espacios de la región frente al mundo, considerando que hoy son más gobiernos de izquierda que de derecha”, señaló Murillo Zamora.

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Lo anterior también fue expuesto por un experto nicaragüense en relaciones internacionales, quien pidió no citarlo por temor a represalias. Lo que hizo Ortega, dijo, es “diplomacia”, y en términos más simples es “una buena jugada, es decir, vos me das, yo te doy”.

Pero el analista nicaragüense va más allá, ya que según él Ortega busca que Argentina no continúe apoyando las resoluciones que se discuten y aprueban en las sesiones de la OEA, organismo que ha condenado y demandado al gobierno de Ortega que restablezca la democracia y el respeto de los derechos humanos en Nicaragua; pero que además desconoció el resultado del 7 de noviembre con 25 votos, incluido el de Argentina.

“Nicaragua apoya a Argentina a cambio que ya no sigan apoyando las resoluciones de la OEA. Y Argentina acepta para conseguir estar al frente de Celac, que es el objetivo prioritario de la política exterior del presidente (Alberto) Fernández”, afirmó.

El 19 de noviembre de 2021, Nicaragua, por decisión del régimen orteguista, oficializó su renuncia a participar en la OEA en repuesta a la resolución “La situación de Nicaragua” que aprobó la Asamblea General de la OEA, en la que declaró ilegítimas las elecciones del 7 de noviembre.

¿Negociación?

En esa misma línea, el analista nicaragüense indicó que lo que pasó entre Nicaragua y Argentina en torno a la presidencia pro-témpore de la Celac, en relaciones internacionales, son llamadas ‘candidaturas’, y explica que para que el candidato obtenga el apoyo de todos o la mayoría necesita ofrecer o dar algo a cambio para obtener el voto de cualquier país.

“Esos momentos son de negociación entre el candidato y los países que pueden o no apoyarle. De esa manera, vos me das tu apoyo y yo te ofrezco una tregua en la OEA, o sea abstenerme e incluso votar en contra en caso de alguna resolución muy fuerte en tu contra, así como seguir abogando por el diálogo para solucionar el problema, no seguir apoyando el llamado a otras elecciones, ni que liberen a los secuestrados políticos. Y desde la OEA incidir entre los países del cono sur para que no sigan apoyando esos llamamientos”, refirió.

El Gobierno de Argentina se abstuvo, al igual que México, de votar en las primeras dos resoluciones aprobadas el 15 de junio y el 20 de octubre de este año. Sorpresivamente el 12 de noviembre figuró dentro de los 25 países que respaldaron la resolución de la Asamblea General de la OEA que declaró como ilegítimos los comicios en el territorio nicaragüense.

¿Influyó México?

Por otro lado, el profesor de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica (UCR), Carlos Cascante Segura, mencionó que México jugó un rol importante en el cambio de Argentina y después Nicaragua, y opinó que el país liderado por el mandatario Andrés Manuel López Obrador pretende “establecer mayor influencia y ser un actor relevante en los conflictos de América Latina”.

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A criterio de Cascante Segura, México lograría esto “limitando o haciendo un contrapeso a la posición de Washington y para ello requiere socios y definitivamente Argentina es uno de esos socios. Entonces México juega un papel fundamental en el restablecimiento de relaciones cordiales de Argentina con Ortega Murillo y el cambio de posición de Argentina, para volver a tener lo que habíamos tenido antes de agosto, que es Argentina y México intentando tomar una posición intermedia respecto de la situación de Nicaragua para tener influencia en el continente y restar la influencia de EE.UU”.

El experto nicaragüense bajo la condición de anonimato añadió que no debe caber duda de que “Nicaragua gana más espacio, al final, es una buena jugada”, y no descartó que Nicaragua junto a México ya buscó “más contacto para seguir su cruzada anti OEA y, creamos o no, para afectar a EE. UU. lentamente y suave. Teniendo en cuenta que ahora cuenta con el gran apoyo de China, van con más fuerza”.

Lo mencionado por ambos expertos lo comparte Murillo Zamora quien subrayó que se debe tener muy en cuenta que el régimen de Ortega “busca obtener espacios que le permitan confrontar a Estados Unidos y liberar un poco la presión exterior, recuperando margen de maniobra en lo diplomático”.

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