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El bus en el lugar de la tragedia. LA PRENSA/ ARCHIVO

La tragedia de la 117: el niño que cayó del bus

La muerte del niño Xavier Eduardo Sequeira vista desde la familia del conductor del bus, del testigo que venía detrás, de la madre y abuela de la víctima y de los abogados y socios de la cooperativa de buseros.

Fue una verdadera tragedia. Una cosa de pocos segundos, los que transcurrieron entre que Gregoria Polanco Cisneros y su nieto Xavier Eduardo Sequeira subieron a un bus de la ruta 117, que circula en Managua, y el momento en que ella buscó silla para sentarse.

Mientras ella pagaba, el niño, de cuatro años de edad, buscó asiento, pero un hueco en el piso del bus se lo tragó. Pasó de viaje, cayó en el pavimento y murió casi instantáneamente arrollado por la parte trasera del automotor. Goyita, a como es conocida la abuela en el barrio Leningrado, solo pudo ver como su nietecito desaparecía detrás de una silla.

Ocurrió en la mañana del 4 de agosto de 2021. Desde entonces, el conductor del bus, Jorge Alberto Hernández Lozano, de 52 años de edad, está preso, atormentado, explicando que no sabía que había un hoyo en el piso de su autobús y que ni siquiera se dio cuenta de lo del niño hasta que los pasajeros le gritaron que se detuviera, que un niño había caído y que el bus le había pasado encima. Una juez de Managua lo envió a juicio programado para el próximo 23 de agosto, acusado de homicidio imprudente. Además de conductor, él también es el dueño de la unidad de transporte desde hace 11 años, cuando se la entregaron nueva.

La esposa del conductor, Martha Damaris Zavala, este viernes pasado estaba hospitalizada. Padece de diabetes y desde el día del accidente los niveles de azúcar en la sangre los tiene muy alterados. En la casa del matrimonio, en las Américas Dos de Managua, hay mucha tristeza y angustia.

La abuelita del niño de cuatro años que cayó en un agujero y murió atropellado por la ruta 117, está recibiendo atención psicológica. LA PRENSA/ARCHIVO

La trágica muerte del niño se extendió hasta Estados Unidos, adonde el padre del infante, Danny Sequeira Polanco, viajó en mayo pasado en busca de un mejor horizonte. El luto también viajó al barrio Ciudad Belén, donde habita la madre, Josseling Gaitán, a quien le insisten que deje de postear cosas del niño en las redes sociales, porque eso no le devolverá a su hijo y solo le causará más dolor.

Si se puede decir que hay una persona que sería la más afectada con la tragedia, esa sería la abuelita, Goyita. Desde que ocurrió el accidente ella quiso que un vehículo le pasara encima pero, según testigos del hecho, los presentes en la escena del accidente lo impidieron. La vida ya no es vida para Goyita. Llora inconsolablemente a cada rato, especialmente cuando recuerda que el día trágico el niño le pidió que no lo llevara. Su hija Roxana Sequeira ya la puso en manos de una psicóloga.

Mucho menos, pero también salpicados por la tragedia, están los buseros de Managua, especialmente los de la cooperativa Parrales Vallejos, a la cual pertenece la ruta 117. Un día después del accidente, Irtramma y la Policía llegaron a la Cooperativa de madrugada, antes de que iniciaran labores. Con un mazo supervisaron el estado de los pisos de todas las unidades. En esos primeros días el servicio de transporte en Managua estuvo pésimo. Casi no había buses circulando porque los estaban revisando.

En palabras de Marvin Pomares, activista defensor de los consumidores, “hasta que pasó la tragedia los comenzaron a inspeccionar”.

El conductor y el bus

Jorge Hernández nació en Posoltega pero su hija, quien se identificó solo como Ana, explica que siempre ha vivido en Managua.

Estudió en la universidad pero está metido en el mundo del transporte público desde que se fundó la cooperativa Parrales Vallejos, en los años 90 del siglo pasado, explican quienes lo conocen, entre ellos Adolfo Gómez, un conductor de camión que trabajó en la Parrales Vallejos y que, por casualidad, conducía su camión detrás del bus al momento del accidente fatídico.

La revista DOMINGO intentó conocer sobre Hernández, pero nadie de sus cercanos quiso comentar algo. Su abogado, Carlos Silva, indicó que no hablaría. “No puedo dar declaraciones por la connotación que se le ha dado al caso. No lo miro conveniente”, expresó Silva.

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Parte de los honorarios de Silva están siendo asumidos por la cooperativa Parrales Vallejos, en cuya sede son notificadas todas las diligencias judiciales.

En la casa de Hernández, en el barrio Las Américas Dos, está la casa de su esposa, Martha Damaris Zavala, quien también ha sido socia de la cooperativa Parrales Vallejos.

Desde el día del accidente, a Martha casi no se le ve en la casa, pues se mantiene tratando de ayudar legalmente a su esposo y también porque se ha deteriorado su salud por la diabetes. Se la pasa en consulta. Este viernes pasado estaba hospitalizada después de saber que la familia del niño no aceptó mediación en el caso y Hernández va a juicio el próximo 23 de agosto.

Algunos vecinos indican que Jorge Hernández es muy callado. Desde que no tiene chofer, él mismo conduce su bus y siempre sale cerca de las 3:00 de la madrugada para ir a la terminal de la 117 que le queda cerca de su casa. No regresa hasta la noche, cuando termina de recorrer las calles de Managua.

En la cooperativa Parrales Vallejos se desligan de la responsabilidad de responder ante la sociedad de Managua, la cual expone sus vidas cada día en las unidades de buses de la misma. LA PRENSA/ ARCHIVO

En la cooperativa Parrales Vallejos tampoco quisieron brindar declaraciones sobre Hernández. La revista DOMINGO llegó en dos ocasiones a la sede de la cooperativa. En la primera dijeron que no se encontraba Juan Reyes, el presidente de la misma. Y en la segunda, Reyes mandó a decir que no podía atender porque estaban “de luto”. Había fallecido un familiar de uno de los socios.

Fuentes anónimas indicaron a DOMINGO que la cooperativa había asignado un préstamo a Hernández para que reforzara el piso del bus, pero no realizó las mejoras. También que ya fue suspendido como socio. Estas consultas no se pudieron realizar ni con la familia de Hernández ni con la cooperativa porque rotundamente se negaron a hablar. Se les realizaron las preguntas, pero no las contestaron.

En la cooperativa, algunos socios que se encontraban en las afueras, explicaron que los buses rusos los tienen desde hace 11 años, que la vida útil de ellos es de 20 años y que, en el caso del bus de Hernández, el día del accidente, lo revisaron, pero no llevaba hoyo.

Otras fuentes, ligadas al sector transporte de Managua, indicaron que los buses rusos presentan algunas anomalías desde que son nuevos y a los dos años de uso ya están dando problemas. Lo principal está en que el motor es chino. Tampoco son buenos el diferencial y el eje delantero. Estos son cambiados por piezas de los buses amarillos escolares que vienen de Estados Unidos, para que tengan mejor desempeño.

Otra deficiencia es que no tienen chasis. Los buses americanos y los Dina sí tienen, por lo cual les proporciona mayor fortaleza en el soporte de la unidad, es decir, el piso tiene mejor calidad. En cambio, los buses rusos solo tienen “una especie de caja de perlines que encima trae plywood (láminas de madera prensada)”.

Según algunos transportistas que han conducido buses rusos, y que piden el anonimato, ese tipo de piso no sirve en Nicaragua porque las calles no tienen buen drenaje y casi siempre hay charcos, que con el tiempo van pudriendo el piso.

“Hay algunos buseros conscientes que han reforzado los pisos de los buses rusos. Les levantan el piso, los parchan con una lámina, les anexan más estructura de hierro y ya queda más sólido”, explica un conductor de bus.

La mayoría de los buseros y mecánicos consultados por DOMINGO coincidieron en que, a pesar de que el bus ruso no tiene la calidad de los americanos o de los Dina, si se le refuerza y se le da buen mantenimiento, está adecuado para ser usado en Nicaragua. El problema es que no se les da mantenimiento y la mayoría de los buses rusos parecen “basurero”, indican.

“Déjeme con la Tamara”

Goyita tiene su casa en el barrio Leningrado, donde puso una “ventecita”. Ahí se pasaba el día con su nieto Xavier Eduardo Sequeira, de quien tenía la custodia.

En mayo pasado, el hijo de ella, Danny, papá del menor, se había ido a los Estados Unidos y ella pasaba con el niño. La mamá del menor, Josseling Gaitán, tiene otro hogar en el barrio Ciudad Belén.

“Goyita tiene otros nietos, pero el niño (fallecido) era su adoración”, explica Cira, cuñada y vecina de Goyita.

El día del accidente, Goyita le dijo al niño que iban a ir al mercado Iván Montenegro porque su papá había enviado dinero para que le compraran ropa. Pero el niño no quería ir.

“El niño como que presintió su muerte. Tres veces le dijo a la abuelita: mamá, déjeme con la Tamara. La Tamara es mi hija. Pero ella le dijo: pero es que mi niño, no ves que te vamos a medir la ropita para que quedes bien bonito. Ya después el niño, como convencido, dijo: ah sí, me vas a medir la ropa, mamá”, cuenta Cira.

La casa de Goyita está actualmente cerrada. La señora no soporta estar en la casa donde pasaba solita con el niño. Su hija Roxana se la llevó a pasar unos días a una casa que tiene cerca de Las Américas Dos, en el reparto Las Delicias.

Curiosamente, Goyita está ahora a pocas cuadras de la casa del conductor y también de la terminal de la 117.

Cuando la familia de Goyita se dio cuenta, la señora estaba en el suelo cerca de la sede central del Ministerio de Salud (Minsa), el complejo Conchita Palacios, en crisis porque el niño estaba muerto sobre la vía principal.

El niño Xavier Eduardo (qdep). LA PRENSA/ ARCHIVO

A Goyita no se le puede preguntar por lo ocurrido porque estalla en llantos. Está muy mal emocionalmente. Ya está siendo atendida por una psicóloga.

Adolfo Gómez conducía su camión detrás del bus cuando ocurrió la tragedia y la cuenta así:

“Cuando vamos transitando en el carril izquierdo los dos, frente a la colonia de la Primero de Mayo, yo voy atrás del bus, pero observo que del bus sale un bulto. Yo todavía, no me imagino que era un niño, porque obviamente él no le pega con la parte de adelante del bus, porque si no obviamente el niño hubiera quedado debajo del bus. El niño sale de la parte trasera del bus. Cuando yo ya lo observo, yo lo veo con las completas como decimos. Lo que yo hago es capearlo con el camión. En ningún momento lo toqué, ni con las llantas ni con el camión. Yo me detengo porque obviamente yo traigo una fila de carros atrás. Si yo sigo circulando hubieran dicho que yo lo atropellé y que yo me di a la fuga, cosa que no era así”, indica Gómez.

Gómez se bajó del camión, tomó fotos al niño y al interior del bus, llamó a la Policía y fue liberado de responsabilidad. Pero ha quedado tan afectado que tuvo que borrar todas las fotos que tomó del accidente para no seguirlas viendo. Ya no quiere recordar ese momento que lo impactó demasiado.

Gómez reconoció que el conductor del bus era su excompañero en la Parrales Vallejos, Jorge Hernández.

“Jorge estaba en shock. Lo único que me dijo es que él no se percata nunca, ni se imagina nunca que la criatura se había ido por el hoyo del piso del bus. Él detiene la marcha cuando la gente le empezó a gritar de que se había caído un niño y que le había pasado encima. Pero él no se percató. Jamás se imaginó que el niño había pasado de viaje en el piso de la unidad”, relata Gómez.

Gómez indica que Hernández no se refirió al hoyo que había en el piso del bus.

En la cooperativa Parrales Vallejos, anónimos que estaban afuera de la sede, reiteraron que cuando el bus de Hernández salió ese día no tenía esa perforación en el piso.

Los buses de la muerte

El bus de Hernández fue parte de los primeros buses rusos que llegaron a Nicaragua en 2009 como parte de la cooperación rusa.

El gobierno de Daniel Ortega los anunció como una solución al problema de transporte urbano colectivo de Managua y una de las cooperativas más beneficiadas con estos donativos fue la Parrales Vallejos, cuyos socios adquirieron unidades que las fueron pagando en abonos relativamente fáciles a través de Caruna.

El problema fue que al año de andar en circulación comenzaron a dar problemas.

Los buses tienen capacidad para 54 pasajeros y su motor es de 185 caballos de fuerza. El activista defensor de derechos de los consumidores, Marvin Pomares, explica que los buseros de Managua sobrecargan las unidades, por lo cual es imposible, máxime si no les dan mantenimiento adecuado, que un bus no se dañe rápido.

Pomares comenta que en Nicaragua a diario los buses del transporte urbano colectivo de Managua suben a 800 mil pasajeros. Esos pasajeros son trasladados en 835 buses que hay en toda la capital, de las 35 cooperativas existentes, y que se detienen en las 1,155 paradas instaladas en la ciudad.

El transporte urbano colectivo de Managua está siendo criticado tras la muerte del niño Xavier Eduardo. LA PRENSA/ ARCHIVO

Según Pomares, de todos esos más de 800 buses en la actualidad no circulan unos 100 o 150 porque están en mal estado, por lo que la cantidad de buses para la capital es insuficiente, lo que provoca que los buses circulen tardados y repletos de pasajeros. Además, no cumplen con los horarios nocturnos. A las 8:00 de la noche ya es difícil abordar una unidad de transporte.

Pomares critica que los buses a veces son puestos en manos de conductores novatos. Una fuente anónima indica que los buenos conductores de buses se han ido a Costa Rica porque allá les pagan mejor. Muchos de los conductores de buses en Costa Rica son nicaragüenses forjados en Managua.

Los conductores novatos conducen a alta velocidad por Managua sin capear los numerosos baches. La población tiene que soportar la alta contaminación acústica en esos buses, se queja Pomares.

Además, explica Pomares, las cooperativas están obligadas a que los buseros den buena atención a los usuarios y no lo están haciendo bien.

El activista también responsabiliza a los usuarios, quienes provocan daños a las unidades.

La muerte del niño Xavier Eduardo Sequeira ha desnudado el mal servicio del transporte urbano colectivo en Managua. A eso se refería el abogado de Jorge Hernández, Carlos Silva, cuando dijo que no quiere brindar declaraciones. El caso ha llamado la atención de todos los usuarios de buses de Managua.

Los buses rusos quedan muy mal parados frente a los buses americanos y los Dina. Aunque eso sí, explican mecánicos y buseros, si se les da buen mantenimiento no dan problemas.

Pomares lamenta que hasta ahora las autoridades están tomando cartas en el asunto, cuando un bus ya cobró la vida de un niño.

Una “burla”

Jorge Hernández sigue preso por orden de la juez Segundo Local Penal de Managua, María Morales Alemán.

La cooperativa Parrales Vallejos a través de un abogado, así como la esposa de Jorge Hernández, están proponiendo una mediación a la familia del niño.

Este viernes pasado fue la audiencia inicial del caso, pero no hubo acuerdo y Hernández fue enviado a juicio para el 23 de agosto próximo.

Lea también: “Ese conductor debe pagar por lo que hizo. No vamos a llegar a ninguna mediación”, dice mamá de niño que murió arrollado por ruta 117

Roxana Sequeira, tía paterna del niño, indicó a DOMINGO que no puede brindar detalles del caso, pero reveló que lo ofrecido es demasiado poco. No dio cifra, pero expresó que se trata de una “burla”.

Los familiares del niño dicen que ninguna cantidad de dinero revivirá al pequeño, pero consideran que sí debe de haber una indemnización, especialmente por Goyita, quien ya no está en condiciones de laborar y perdió a quien se había convertido en una de sus razones para vivir: su nieto Xavier Eduardo.

Josseling Gaitán llora en la vela de su hijo Xavier Eduardo. LA PRENSA/ ARCHIVO

Mientras llega el 23 de agosto, para saber cómo termina el caso, hay mucho dolor en varios lugares por la muerte del niño Xavier Eduardo, quien fue velado en Ciudad Belén y enterrado en San Lorenzo, Boaco, de donde es originaria su familia paterna.

Hay luto en Estados Unidos, donde vive su papá. Hay luto en el barrio Leningrado, donde hay familiares maternos del niño. Hay luto en el reparto Las Delicias, por las Américas Dos, donde está Goyita actualmente.

Cerca de ahí también está la familia del conductor, sufriendo igualmente las consecuencias de la tragedia. Y el sector transporte está hoy más que nunca en entredicho. Esta historia no ha terminado.

Los principales “pecados” del transporte urbano colectivo

El activista defensor de los consumidores, Marvin Pomares, indica que los principales problemas del transporte urbano colectivo en Managua son los siguientes:

  • –Exceso de pasajeros. Casi el doble de lo permitido en los buses.
  • –Exceso de velocidad en los baches. Conductores de buses no se detienen para capear los hoyos.
  • –Los daños a los buses que ocasionan los mismos pasajeros.
  • –Pobre mantenimiento de los buses. Los dueños de buses no invierten en los mismos, a pesar de que hay un subsidio al transporte.
  • –Asignación de buses a conductores inexpertos.
  • –Maltrato a los pasajeros. Los bajan de prisa y no hay cortesía a ancianos, personas con discapacidad y otros.

La Prensa Domingo niño ruta 117 archivo

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