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Los salones de clases mantienen una matrícula de más de 40 alumnos. LA PRENSA/Lidia López B.

“Los maestros hacemos magia con el salario mensual”. La realidad de los docentes del sector público

Mientras la dictadura Ortega Murillo "celebra" a la comunidad educativa, maestros comparten cómo hacen para estirar el raquítico salario que devengan mensualmente y cómo es el ambiente laboral en medio de la pandemia y crisis política

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De lunes a viernes, la profesora Martha —nombre ficticio para guardar la identidad de la educadora— sale a mediodía de su casa. Debe abordar un bus para llegar temprano al centro educativo público donde labora, hacerlo caminando además de retraso implicaría cargar a cuestas el sol inclemente que azota casi todo el año.

Semanalmente la maestra gasta 100 córdobas en transporte para ir al colegio, un total de 400 córdobas mensuales. La cifra resultaría mayor si la profesora Martha no optara por regresar caminando a casa, después de su jornada laboral. Pero también debe guardar 60 córdobas para pagar el taxi cada vez que hay taller fuera de su turno.

“Los maestros hacemos magia con el salario mensual”, comparte la docente a LA PRENSA. La profesora Martha es parte del grupo de maestros de secundaria que devenga un salario de nueve mil córdobas mensuales. Pronto cumplirá 17 años laborando en el sector público que rige el Ministerio de Educación (Mined), y reconoce que ejerce su profesión puramente por vocación, sobre todo durante estos últimos años en que se ha agudizado la politización en la educación pública.

El reconocimiento del “buen gobierno”

En el marco del Día del Maestro nicaragüense —este 29 de junio—, la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo brindó un bono de 800 córdobas (22 dólares aproximadamente) a los docentes y otorgó el día libre al gremio para hacer proselitismo político. “Este reconocimiento que hace nuestro buen gobierno impulsa y hace más compromiso del magisterio nacional”, expresó el delegado departamental del Mined en Managua, Sergio Mercado.

“Cuánto amor y respeto y reconocimiento a nuestros docentes que dan la vida transmitiendo los valores históricos de nuestra identidad y cultura”, dijo por su parte la vicepresidenta designada de Nicaragua, Rosario Murillo, durante su intervención mediante medios oficialistas.

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Sin embargo, el amor, respeto y reconocimiento del que habla Murillo no concuerda con lo que sienten y exponen los docentes del sector público. El profesor Felipe —nombre ficticio por temor a represalias— es otro docente que hace de “hule” su salario. Reprocha que no se le reconozca la formación que ha obtenido: un posgrado en inglés.

“Es una pena vivir del magisterio. En mi caso, saqué un posgrado que me costó mil dólares y esta gente (las autoridades educativas) lo pagó con 10 córdobas. ¡Increíble! Es triste, (porque hay) docentes siendo licenciados, con posgrado en educación y otros posiblemente con maestría”, manifiesta el profesor Felipe, con 30 años de carrera, 14 de ellos en el sector público.

“La plata no da”

El 2018 fue el último año del ajuste salarial que recibieron los docentes del sector público, y desde hace tres años, el gremio se la ha “jugado” con el mismo salario para suplir la canasta y servicios básicos del hogar, además de cubrir parte de la medicina que el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) no brinda.

Nicaragua sigue siendo uno de los países con los salarios básicos más bajos para este sector en la región centroamericana. Honduras, en 2018, reportaba un salario para maestros de 400 a 800 dólares. Mientras que los docentes nicaragüenses actualmente ni siquiera alcanzan los 300 dólares y se ven obligados a trabajar más de un turno para poder suplir sus necesidades.

“Para que un docente pueda sobrevivir con su familia debe tener dos y hasta tres plazas. O hacer un tipo de emprendimiento. La plata no da. Por ejemplo, cuatro meses un promedio de gastos (alimenticio) era de casi 2,800 córdobas, ahora mismo consumo 3,600 córdobas y lo mismo llevamos siempre. Ni más, ni menos. Aparte el pago de luz, agua, internet, universidad de mis hijos, escuela de mi niña, es muy estresante y muchas personas inconscientes hablan que el docente trabaja medio día, un turno, mas no saben el montón de trabajo que uno lleva a casa y sacrificamos muchas veces a la familia. Eso no saben, que uno hace de más”, se queja el profesor Felipe.

Para la profesora Martha, el salario que recibe apenas le alcanza para “medio comer”. De ella depende su familia y su salud. Es una paciente crónica que padece de cuatro enfermedades y muchas veces debe pagar sus medicamentos, ya que el Seguro no le brinda esas medicinas.

“Con esos 9,000 (córdobas) tengo que hacer magia para que me alcance para el agua, la luz, casa, comprar recargas para tener internet, comida los tres tiempos, ciertos medicamentos que necesito y que no dan en el Seguro, pasajes e incluyendo ciertos materiales para dar la clase”, expone la maestra.

Entre presión política y pandemia

Los docentes refieren que la politización del régimen orteguista se ha mantenido a lo largo de los años dentro de los colegios públicos, pero a raíz de 2018 —con la represión de la dictadura a las protestas antigubernamentales—  el ambiente empeoró, pues se ha vuelto “hostil, estresante y de manipulación”.

“Si antes del 2018 ya se jugaba con la conciencia estudiantil y la promoción automática, ahora estamos en el abismo de la ignorancia. Se utiliza la promoción de valores para manipular la conciencia. Es ambiente de secretismo y al mismo tiempo manipulador. No reprobar a nadie porque si lo hace se le dará seguimiento (al maestro), al menos a mí me dicen eso. Le dicen ‘se tomarán otras acciones con aquellos docentes que presenten alumnos reprobados’, sobre todo en las asignaturas Creciendo en Valores, Talleres de Arte y Cultura; y Aprender, Emprender y Prosperar”, explica la maestra.

“La docencia es transmitir conocimientos y ayudar a los estudiantes a que construyan su propio conocimiento y adquieran nuevas competencias. La función del maestro es orientar al estudiante tomando en cuenta la educación que recibieron en su casa. En este caso, hoy en día es difícil trabajar con los estudiantes porque hay mucha carencias de valores culturales, de identidad cultural, amor a su patria y a sí mismo. Valores que son reflejados en el bajo rendimiento escolar, donde la educación está politizada y se manipula con programas que hacen creer que es el único gobierno (el de Ortega) que ha hecho (velado) por los estudiantes y padres de familia”, agrega la docente.

En las comunidades, las condiciones de los maestros son más precarias debido al poco reconocimiento y apoyo que brinda el Mined. LA PRENSA/WILMER LÓPEZ/ARCHIVO

Por si fuera poco, la pandemia vino a rematar la situación de los maestros. Con la llegada del Covid-19, los docentes se vieron expuestos al contagio debido a la falta de medidas del Mined y del propio régimen orteguista, quienes en ningún momento han admitido el impacto del virus en el país. Los docentes comparten que hacen lo que pueden y con lo poco que ganan, llegan incluso a disponer de materiales o productos desinfectantes para protegerse del nuevo coronavirus.

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De acuerdo con denuncias de maestros que laboran en colegios públicos, hay casos donde las autoridades no brindan reposo al personal que se enferma de Covid-19 y el docente debe presentarse a dar clases.

La “formación” de la docencia

Según Murillo, actualmente hay 60 mil docentes, pero según datos del Banco Central de Nicaragua, hasta abril de 2021 había 53,199 maestros, un número que se ha mantenido rondando los 50 mil desde hace más de cinco años.

En cuanto a la formación de este gremio, las fuentes compartieron que todo está politizado y pese a la preparación que pueda tener el educador, el “aval político” es lo que vale.

Según explicaciones de las fuentes, en las escuelas normalistas solo se forman a docentes de primaria, pero estos solo pueden entrar con una constancia que avale que son educadores comunitarios, es decir, que enseñan en casa comunales del partido del régimen o iglesias.

“En la (escuela) normal te piden años de experiencia, sin experiencia no podés entrar. Si yo soy amiga de la directora y le caigo bien, me hace la carta que soy educadora comunitaria y así entran a estudiar, pero hay gente que nunca ha dado clase”, explica una docente en anonimato, quien laboró durante años en el sector público pero fue despedida en el 2019 por represalias políticas.

Para ser maestro de secundaria, la persona debe estudiar una licenciatura. Por ahora solo la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), Farem Estelí y Bluefields Indian & Caribbean University (BICU) brindan esta modalidad. Coinciden que aunque el docente cuente con “buena preparación”, no son reconocidos si no son “autenticados” como simpatizantes del orteguismo.

“La promoción automática que impulsa el Mined y Gobierno agudiza más el problema, la pobreza, el desempleo, la delincuencia (pérdida de valores). Es difícil para los docentes que de verdad optamos por ser maestros, porque no lo hacemos por salario sino porque nos gusta esa profesión. Hay muchos maestros que optan por necesidad y hoy en día se sienten contentos con la promoción automática, porque así no se molestan para nada y no tienen problema con el actual gobierno”, lamenta la profesora Martha.

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