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Las “malas ideas” de Nayib Bukele

La destitución que hizo Nayib Bukele de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) de El Salvador, ha tenido repercusiones en Nicaragua, ya que el mandatario interpeló a la oposición cuestionando si en una transición democrática dejaría a los magistrados de la CSJ y la fiscal. Pero ¿tiene razón Bukele?

Ciertamente la caída del régimen Ortega-Murillo es impredecible, incluso las sanciones internacionales, más que presión para un cambio de actitud en la vocación dictatorial del régimen, acerca a Daniel Ortega y su fortuna familiar a actividades ilícitas como el lavado de dinero, de manera tal que este tipo de actividades podrían llegar a ser más determinantes para su salida del poder, que los esfuerzos opositores por terminar con la dictadura. En este escenario caótico, si consideramos los antecedentes de crímenes de lesa humanidad, es posible que este nivel de funcionarios huya como rata.

El escenario deseable es que la transición democrática se presente en el contexto de una elección libre, justa y transparente. De ser el caso, espero no sean destituidos como sugiere el presidente Bukele, sino que se investigue su grado de participación en la política del régimen que instrumentalizó al Poder Judicial y el Ministerio Público para perseguir opositores y denegó justicia a las víctimas de la represión del mismo régimen por un colapso sustancial en el sistema de justicia del país (Estado fallido). Destituirlos no resuelve nada, llamarlos a cuentas, por el contrario, abona al descubrimiento de la verdad y el acceso a la justicia de las víctimas.

La transición democrática en Nicaragua no puede limitarse a finalizar un autoritarismo para iniciar otro “bien intencionado”. Solo podemos hablar de democracia cuando se respetan los derechos humanos y el Estado de derecho, en la nueva Nicaragua no es suficiente que existan personas que hagan cosas buenas, sino buenas personas que hagan las cosas bien y con respeto a los derechos humanos. Creo es válido nos guste o no una o un aspirante a la presidencia, lo que está fuera de lugar es endiosar a cualquiera de esas personas, que su carisma, inteligencia o hazañas fantásticas no nublen nuestras exigencias de democracia.

Confío en que la lucha opositora en Nicaragua será consistente con la democracia y el Estado de derecho que nos ha privado el régimen Ortega-Murillo y que el proceso de democratización no se verá influenciado por los resabios autoritarios sugeridos. El presidente salvadoreño es un crack en el uso de las redes sociales, pero si Nayib Bukele dedicara el tiempo que dedica a su cuenta de Twitter a estudiar derechos humanos, políticas públicas o democracia, no dudo que tendría un mejor desempeño como gobernante.

El autor es Maestro en Derechos Humanos.

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