Cuatro reformas estructurales urgen a Centroamérica para recuperarse de la mayor recesión económica en su historia —causada por la pandemia y exacerbada por el paso de los huracanes Eta y Iota—, lo que permitiría a las economías aumentar la productividad y generar empleos de calidad y sostenibles. Durante las últimas tres décadas Nicaragua ha estado en la cola del crecimiento en la región, lastrada por la destrucción de la economía en la década de los ochenta, cuando gobernó por primera vez el régimen de Daniel Ortega.
El Banco Mundial (BM) determinó a través de la investigación “Desatando el potencial de crecimiento de América Central” que pese a los años de crecimiento en la región, que ha superado inclusive la media en América Latina y el Caribe, Centroamérica mantiene niveles de ingresos per cápita similares a los de los años cincuenta, lo que refleja la necesidad de impulsar reformas en áreas claves.
Estas reformas deben estar enfocadas en reducciones en los costos y las barreras para el comercio; inversiones en capital humano, innovación e infraestructura física y digital; atracción de inversiones privadas a través de la mejora del entorno empresarial y la calidad de las instituciones, y una mayor inclusión de mujeres y jóvenes en el mercado laboral.
Según el organismo, que analizó las últimas tres décadas (1991-2017), Panamá ha sido la estrella de la región en cuanto a avances económicos en dicho periodo, en parte impulsada por las ganancias que le genera el canal interoceánico, mientras tanto, a Nicaragua lo enmarcan como el país que colapsó en los años ochenta y que a partir del 2000 trataba de mejorar, pero la crisis política del 2018, la pandemia del Covid-19 y los huracanes Eta y Iota han entorpecido el proceso.
“La región de Centroamérica alcanzó cierta estabilidad macroeconómica desde los noventa hasta antes de la pandemia en 2020, pero el crecimiento no alcanzó para cerrar la brecha de ingresos relativos a los Estados Unidos, a diferencia de regiones más dinámicas como el este asiático, donde hay convergencia a los niveles de ingresos per cápita de parte de los Estados Unidos, Centroamérica todavía está en niveles similares a los de los años cincuenta”, dijo Jorge Thompson, gerente de macroeconomía, comercio e inversión del Banco Mundial en Latinoamérica, durante la divulgación del estudio ayer.
Ese rezago en los años cincuenta obedece al declive observado en los años ochenta producto de la inestabilidad política y económica en la región; sin embargo, desde principio de los noventa y consistente con la estabilización se observa una sostenida recuperación del ingreso per cápita. Pero no todas las historias son iguales, Panamá, por ejemplo, ha sido una “superestrella” del crecimiento, resaltó.(Vea infografía)
En la cola
De hecho, la investigación demostró que en Centroamérica, Nicaragua es el país con menor crecimiento en su PIB per cápita durante las últimas tres décadas, tampoco lo ha sido su expansión económica. Inclusive el crecimiento de ambos indicadores está por debajo de la media en América Latina y el Caribe.
En la cúspide del crecimiento económico y del PIB per cápita están Panamá, Guatemala y El Salvador, al otro lado de la cerca que separa a los países con menor expansión de la media en el hemisferio están, además de Nicaragua, Honduras y Costa Rica. En promedio la región creció en las tres décadas 4.5 por ciento anual.
En el periodo analizado, “Panamá creció más rápido con un 6.8 por ciento, superando el promedio EAP (Asia Oriental y el Pacífico). Costa Rica, Guatemala y El Salvador promediaron alrededor del 4.5 por ciento al año, mientras que Honduras y Nicaragua, 3.9 y 3.6 por ciento al año, respectivamente”, reveló el estudio.
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“Nicaragua tuvo colapsos muy grandes en los ochenta, una estabilización en los noventa y una posterior, pero más o menos lenta mejoría desde el 2000”. Panamá, por su parte, se ha beneficiado, mediante el canal, del creciente comercio mundial y de su posición geográfica para convertirse en un centro logístico comercial bien conectado , así como en un centro financiero, según determinó la investigación.
Michel Kerf, director del Banco Mundial para América Central y la República Dominicana, dijo que “es el momento para repensar el futuro de América Central e introducir reformas estratégicas para beneficiar con más oportunidades económicas y prosperidad a las generaciones actuales y futuras”.
Y agregó: “La pandemia ha afectado significativamente el crecimiento económico y ha reducido el espacio fiscal en la región. Sin embargo, la recuperación del comercio global y la reactivación de Estados Unidos y China generan oportunidades para atraer nuevas inversiones domésticas y extranjeras y aumentar el volumen y el valor de las exportaciones de América Central, lo que puede dinamizar el crecimiento de una manera sostenible e inclusiva, con mayor creación de buenos empleos y reducción de la pobreza”.
La pobreza agobia a la región
Las reformas se vuelven más urgentes debido a los estragos que la pandemia ha ocasionado en la tasa de pobreza en Centroamérica y Panamá. “Creo que todos sabemos que la tasa de pobreza en Centroamérica ha aumentado, creo que según nuestros cálculos aumentó del 35 por ciento a ya más del 40 por ciento entre el 2019 y el 2020, debido fundamentalmente a la pandemia, pero también debido al golpe que ocasionaron los huracanes Eta y Iota a muchos de la población en Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala. Es decir, al menos 2.5 millones de personas cayeron en la pobreza en Centroamérica en el último año, elevando el número total de pobreza a 20 millones de personas”, estimó Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe .
Jaramillo considera que para revertir este aumento de la pobreza es fundamental aumentar el nivel de crecimiento de la actividad económica y la generación de empleo. “Calculamos que un crecimiento del PIB y de la productividad total y laboral debe acelerarse en promedio al 3.5 o 4 por ciento anual”, precisó.
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Las reformas que se deben impulsar
1. Reducir costos y barreras al comercio intrarregional y con México. Al respecto, Jaramillo expresó que uno de los ejes centrales del crecimiento para Centroamérica es el comercio. Sin embargo, considera que los costos arancelarios son elevados desde hace por lo menos veinte años y el costo de transporte de mercancías sigue por encima de lo que cuesta mover una mercancía por tonelada-kilómetro, más allá de las cifras del África Subsahariana. Es decir, mientras en Centroamérica se paga 0.17 dólar por tonelada-kilómetro, en África Subsahariana son 0.06 o 0.11 dólar, y en las economías avanzadas el pago equivale a 0.02 o 0.05 dólar.
Se estima que la plena implementación de los acuerdos de facilitación del comercio de la Organización Mundial del Comercio (OMC) reduciría los costos comerciales en 15.5 por ciento, aumentando el comercio intrarregional en 61 por ciento y el PIB de la región en 4.3 por ciento para 2030. Si se amplía esta reducción de costos comerciales a México, el comercio entre Centroamérica y México crecería 130 por ciento y el PIB de América Central aumentaría en 6.7 por ciento para 2030.
Además a criterio del gerente general de la Asociación de Productores y Exportadores de Nicaragua, Mario Arana, que participó en la presentación del estudio del Banco Mundial, para moverse a exportaciones más sofisticadas se debe avanzar en la libre movilidad de bienes para ayudar a atraer nuevas cadenas de valor.
Arana sugirió optimizar los recursos con los que cuenta la región para ser competitivos y dejar de pensar en pequeño. “Tenemos puertos en el Caribe, en Puerto Limón, por ejemplo, que está siendo desaprovechado, uno en el Pacífico de El Salvador, que no se está aprovechando, y por qué tenemos que tener cada país su puertecito, y no puertos regionales con buena administración logística que verdaderamente nos dé un salto en los costos y en términos de tiempo”, observó.
2. Invertir en capital humano y en cobertura y calidad de la infraestructura física y digital. En esta área, el Banco Mundial propone que reducir las brechas de conocimientos y habilidades fortalecerá la productividad, la flexibilidad y la capacidad innovadora de la fuerza laboral.
También apoyar el desarrollo de industrias modernas que ocupen intensamente a trabajadores altamente calificados, como las tecnologías de la información y la comunicación, así como industrias menos intensivas en habilidades como el turismo. Es necesario además impulsar la inversión para cerrar las brechas en cobertura y calidad de infraestructura física y digital, pues una infraestructura deficiente obstaculiza el crecimiento económico, exacerba la pobreza y la desigualdad y expone a algunos países a fenómenos naturales adversos.
Al respecto, el estudio revela que si bien en Centroamérica, “Nicaragua y Costa Rica han estado invirtiendo relativamente más que otros, sin embargo, dada su retraso en la calidad de las carreteras y la infraestructura eléctrica, ha resultado insuficiente. Una infraestructura eficaz es esencial para que las empresas obtengan un acceso oportuno y rentable a los mercados de insumos y productos y aumenten los retornos al sector privado. Inversión, incluidas las inversiones en innovación”, determinó el estudio.
3. La atracción de inversiones privadas a través de la mejora del entorno empresarial y la calidad de las instituciones. Esta es otra tarea pendiente para Centroamérica, pero al respecto el Banco Mundial indica que se “necesitan grandes proyectos de inversión, pero estos requieren reglas claras, instituciones capacitadas, disponibilidad fiscal y alianzas con el sector privado”.
4. Y finalmente urge modernizar los códigos laborales. Esto permitirá adaptarlos a situaciones híbridas en la pospandemia, atraer los empleos del futuro, facilitar la movilidad entre empresas y sectores y la formalización laboral e impulsar una mayor participación de mujeres y jóvenes en la fuerza laboral.
“Es el momento para repensar el futuro de América Central e introducir reformas estratégicas para beneficiar con más oportunidades económicas y prosperidad a las generaciones actuales y futuras”, dijo Michel Kerf, director del Banco Mundial para América Central y República Dominicana.
“La pandemia ha afectado significativamente el crecimiento económico y ha reducido el espacio fiscal en la región. Sin embargo, la recuperación del comercio global y la reactivación de Estados Unidos y China generan oportunidades para atraer nuevas inversiones domésticas y extranjeras y aumentar el volumen y el valor de las exportaciones de América Central, lo que puede dinamizar el crecimiento de una manera sostenible e inclusiva, con mayor creación de buenos empleos y reducción de la pobreza”, declaró.