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El río Wawa empezó a crecer desde el lunes, cuando el huracán Iota se aproximaba a la Costa Caribe Norte. LA PRENSA/ W. López

Wawa Boom, crónica del río que se tragó casas, caminos y aisló a Bilwi

Primero fue Eta, después Iota. Esta es la historia de las comunidades que viven en las riberas del río Wawa Boom. Un equipo de LA PRENSA viajó a la zona

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Desde el lunes 16 de noviembre, con las primeras lluvias en la víspera de la llegada del huracán Iota, el río Wawa Boom empezó a tragarse poco a poco las comunidades y caminos en las riberas del río. Los que pudieron pidieron posada en casas con estructuras más seguras o migraron más adentro del llano, pero las lluvias poco a poco los fueron alcanzando con la crecida del río.

El cauce del Wawa Boom ahora abarca hasta kilómetro y medio del tramo de carretera en dirección a Bilwi, del otro lado el río también se ensanchó. Otra vez Bilwi – la cabecera regional – está incomunicada, pero ahora los pobladores de esta zona temen que el problema se prolongue hasta por quince días y agudice la situación precaria de estas comunidades en la ribera que no habían terminado de recuperarse del embate de un primer huracán – Eta en categoría 4 – , cuando fueron azotados por Iota.

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“Ya desde el lunes estaban los vientos fuertes y hubo una marea alta como de metro y medio. Aquí toda esta zona es la afectada con las inundaciones, otras (zonas) más altas, también están afectadas pero en sus plantaciones”, Juan Ramón Meza, 51 años, habitante de la zona.

La cifra de viviendas que quedaron a medio sumergir o las que perdieron techos de paja y paredes de tablones va en aumento, sólo las construcciones de concreto o las de tabla con los zancos más altos son las que se asoman en el borde del nivel que alcanzó el río este lunes por la mañana. “Son 98 casas, 142 familias, 625 personas, niños, adultos y ancianos. Algunos están en la comunidad, van a salir, ya están saliendo”, dice Misael, juez de la comunidad Wawa Boom que se extiende por las riberas del río que le da su nombre.

Esta es una representación aproximada de una parte mínima del desborde que actualmente presenta el Wawa Boom. Hacia el Este se localiza Bilwi y al Oeste el Triángulo Minero. El agua cubre un área aproximada de 1.5 kilómetros y poco a poco aumenta. LA PRENSA

Sube la corriente, suben los precios

“La naturaleza nos está devolviendo lo que le hemos hecho, nosotros hemos sido los encargados de deforestar el medio ambiente y la naturaleza te devuelve lo que vos le hacés. (…) Mientras siga lloviendo en las cabeceras o siga bajando agua de otros afluentes el Wawa va a seguir creciendo, ha llegado a estar así ocho, diez, hasta quince días”, dice Lucila Valdivia, con una resignación o resiliencia tallada por años a golpe de marea. “Aquí siempre hemos tenido secuelas del huracán, es parte de nuestra vida, pero nunca habíamos tenido dos fenómenos en tan corto tiempo”, reconoce.

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Ella se encontraba esta mañana de jueves en el borde de la carretera que poco a poco se va borrando con la lenta pero persistente crecida del río. Estaba organizando la descarga de cilindros de gas butano para abastecer Bilwi. “Nuestra única forma de transporte de personas y comestibles es en panga o botecitos canaletiados. Este gas lo llevamos a Puerto Cabezas porque estamos escasos de gas para consumo doméstico, para palear un poco las necesidades porque las familias necesitan preparar alimentos”, expone Valdivia quien es comerciante desde hace 20 años.

Ya ha tenido que cruzar varias veces sus productos transbordando de panga en panga para mantener abastecida la comunidad, pero “después del segundo huracán este río se ha desbordado como hace muchos años no sucedía y sentimos que sigue creciendo. Si usted se fija donde estaba el agua cuando llegamos y mire como va”, señala la corriente marrón que va y viene lamiéndole los pies.

Quizá hasta la otra semana reabastezca, si acaso ha bajado el nivel del río y ella la recogido suficiente dinero para pagar el servicio de transporte. “Los costos son muy elevados, casi se duplica”, señala. Sube el costo del traslado, pero también el de los alimentos y cualquier productos, se quejan los pobladores.

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Viviendo a flote

Están severamente afectados, pero tampoco parecen estar alarmados con la segunda crecida del río, que ya se había desbordado con el paso de Eta el 3 de noviembre y no había terminado de drenar el exceso de agua cuando volvió a crecer con las primeras lluvias de Iota el lunes pasado. Lo que más les preocupa no es la anegación, es la falta de abrigo y alimentos.

“Parejo está afectado y esta marea dura una semana. La población está saliendo para acá (zona este) y para el lado del llano, al otro lado (oeste, en dirección al Triángulo Minero). No hay una zona de albergue, se fueron a la escuela Rafael Müller de Wawa Boom”, expuso Misael, juez de la comunidad.

Sin albergues, porque no hay condiciones en varios kilómetros a la redonda; sin comida, porque las primeras provisiones se fueron acabando tras el primer huracán; y sin recibir ningún tipo de asistencia, las familias se van moviendo a como pueden, con el agua al cuello jalando las lanchas para aparcarse y recoger pasajero o remando pangas, que cobran entre 20 o 30 un viaje personal al caserío inundado o hasta 100 córdobas si llevan carga local – para los que aún tienen pertenencias que salvar – , hasta la otra ribera.

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La vieja barcaza está varada río abajo porque no puede atravesar el indómito caudal del Wawa Boom. La corriente arrastró la barcaza que transporta de un lado a otro gentes, provisiones y vehículos en ambos sentidos, un viejo lanchón que se mueve con la fuerza de un motor que hace correr la banda o cable que la jala de extremo a extremo. Las pangas y lanchitas son las que sortean las corrientes y mantienen a flote a la comunidad que urge de alimentos.

 

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