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Wawa Bar, una de las zonas afectadas por el huracán, luce desolado.

Wawa Bar se abre paso entre la podredumbre y hay más comunidades en el olvido

Entre escombros, fango y animales muertos, los pobladores regresan a Wawa Bar. Las comunidades Karata y Haulover también reclaman por ayuda

Es un día soleado en la comunidad Wawa Bar, al sur de Bilwi, Costa Caribe Norte de Nicaragua, y el majestuoso cielo azul acompaña al mar que parece cansado, esa vista no da pista de que aquí arrasó un huracán hace una semana. Sin embargo, desde unos 500 metros antes de llegar a la bahía de Wawa Bar, basta con echar un vistazo y respirar profundo: devastación y olor a podredumbre. El huracán Eta entró con furia – en categoría 4 – a esta comunidad.

Para llegar hasta aquí se necesita ir por agua, ya sea por el mar abierto o por la laguna Karata, a una hora de Bilwi. Hace seis días, el panorama de ese territorio miskito transmitía paz y tranquilidad, pero ahora, desde antes de tocar tierra se puede ver cómo su “semblante” ha cambiado: palmeras y demás árboles han sido tumbados, mientras que las casas que estaban a la orilla del mar ya no existen más. No hay nada en pie. Eta se llevó todo a su paso.

El hedor de carne podrida da la bienvenida al lugar. “Es el olor de los animales muertos”, dice Leo Henríquez, uno de los jóvenes que sobrevivió a Eta desde Wawa Bar.  Mientras más se va adentrando al lugar, más asombro causa el lugar, antes conformado por más de 300 viviendas que ahora son un cuadro desordenado: zinc, árboles, colchones, ropa, sillas, trastes y hasta lanchas atravesadas en las casas. Entre este escenario, y el principal problema que es la falta de agua y alimentos, se suma la insalubridad de los pozos contaminados, servicios higiénicos colapsados y animales muertos por doquier.

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“Cuando vinimos a buscar nuestra casa, no estaba, las vacas, los cerdos, el perrito, todos muertos y por el momento ya llevamos cuatro días sin agua, y así estamos”, expresa Henríquez.

En la comunidad de Wawa Bar no solo se vieron viviendas destruidas, sino cerdos, vacas, perros y loros muertos. LA PRENSA/JADER FLORES

Wawa Bar luce desolado. Las pocas personas que se encuentran en el lugar es porque regresaron  para conocer el estado de sus casas y buscar la manera de cómo volver a levantarlas, la mayoría de la gente sigue en los albergues, pero sin comida, ni agua, ni herramientas para empezar a limpiar su terreno, los lugareños dicen que le es imposible comenzar a trabajar.

Beber agua salada, entre cadáveres de animales

Brenda Piner tiene una familia conformada por ocho adultos, entre ellos una persona con síndrome de Down y cuatro niños. Su rostro tiene una expresión que mezcla enojo y preocupación. Ya son cinco días desde que pasó el huracán y no han podido conseguir agua suficiente que abastezca a su gente. Sus niños le piden agua una y otra vez, y cada vez les contesta que “no hay”, y si la hay que es solo “un poquito” lo que pueden tomar, para humedecer los labios y engañar la sed.

Las pocas familias que han regresado a Wawa Bar deben ir hasta Puerto Cabezas a pedir agua limpia a sus familiares, o en el peor de los casos, a comprar. “Como no hay agua, los que no pueden ir a Puerto a traer lo que hacemos es beber agua salada y los niños que han venido aquí están con diarrea y calentura por lo que necesita medicamentos y agua”, expresa Piner.

Piner no es la única que clama por agua y alimentos para sus hijos, no es la única que señala que hasta el momento no han recibido apoyo del gobierno regional. Piner cambia de tono cuando se le pregunta qué respuesta le ha dado el gobierno, contesta rápidamente: “nada”.

Ama de casa, Piner aclara que solo ha recibido en dos ocasiones, como tres libras de arroz con aceite, “pero nada de medicamentos, nada de agua”. Las mujeres de la comunidad reclaman que sin agua no pueden hacer arroz ni cocinar. No pueden ni aplacar la sed.

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Pero la crisis humanitaria que actualmente está pasando Wawa Bar va más allá de la falta de agua y alimentos. Si bien es cierto esta es la necesidad primordial, la gente también está preocupada porque aún hay animales muertos debajo de los escombros o entre los arboles caídos.

Las personas han encontrado desde loras, cerdos, gallinas, perros y vacas muertas. “Los que vamos encontrando, vamos enterrando”, comparte Henríquez. El “cementerio” de los animales queda al fondo de la zona de caserío de la comunidad y por su improvisación, aún con este trabajo comunitario el lugar se ha vuelto intransitable por el insoportable olor.

Incomunicados

El presbítero de la iglesia Morava de Wawa Bar, Venancio Hitler Morera, también hace eco del clamor de toda la comunidad. Señala que la mayoría de las personas tuvieron que autoevacuarse y dirigirse a Puerto Cabezas a la casa de sus familiares o los que estaban disponibles. “Con la información que tenían (noticias por radio) tuvieron que irse por su propia cuenta”, declara.

La capilla, que sirvió como refugio, está destruida y no puede servir como albergue para las personas que quieren regresar al lugar. Según Morera, el líder comunal de Wawa Bar les ha dicho que habrá ayuda, pero hasta el momento asegura que solo han recibido un par de libras de arroz y aceite.

Wawa Bar
A falta de agua potable, con el los pozos y ríos revueltos, el coco es fuente de hidratación y alimento en la zona.

“Si alguien nos ve, nos escucha, que se acuerden de nosotros, que haga una acción caritativa porque el pueblo está desfalleciendo, no han muerto pero todas las aguas están saladas (…) y además también alimentos, todos los alimentos que teníamos se quedaron en la casa y todo está contaminado”, manifiesta el líder religioso.

Karata y las otras comunidades olvidadas

La comunidad de Karata, también al sur de Bilwi, Puerto Cabezas, es más pequeña. Son 108 viviendas pero apenas ocho pudieron resistir a la intensidad de Eta. El primer escenario es similar al de Wawa Bar, aunque menos devastador debido a que la mayoría de las personas han vuelto a sus casas y desde este sábado empezaron el proceso de limpieza comunitaria.

Martha Norma Félix, jueza de Karata, confirma que las familias se han devuelto a la comunidad para saber los daños de sus casas pero han regresado con los ánimos de levantar nuevamente sus viviendas.

“Las personas han regresado y han improvisado chozas para vivir ahí para mientras. La comunidad es su hogar y han regresado para levantar sus hogares”, dice la jueza, quien agrega que todas las cosechas, como yuca y plátano, se perdieron mientras que los equipos para pescar están destruidos.

De acuerdo a la jueza, a cinco días después de Eta, un comité del gobierno visitó el lugar para realizar un censo y dejar dos sacos de arroz pero “solamente eso”. “Aún no hemos visto la ayuda que prometieron”, dice la líder comunitaria, quien aclara que el presidente del territorio de Karata consiguió arroz, frijoles, harina y aceite.

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“Nosotros estamos esperando la ayuda del gobierno, si nos ayuda bien y si no también, estamos gracias a la ayuda de Dios que es lo principal”, concluye la jueza, quien comparte que crearon una comisión para limpiar la comunidad, levantar los escombros y cortar los árboles.

En Haulover la situación no es tan diferente, queda a una hora más hacia al sur de Wawa Bar. Allí, la falta de agua y los alimentos es la primera preocupación de los habitantes. Se sienten olvidados por las autoridades regionales y nacionales que hasta la fecha no se han aparecido por la zona.

Wawa Bar
La mayoría de las mujeres y niños aún se encuentran en los albergues de Bilwi esperando que el retorno a su comunidad sea más seguro. LA PRENSA/JADER FLORES

“El impacto que ya venían teniendo con el Covid-19 y ahora con el huracán empeora la situación  (…) hacemos un llamado al gobierno central para que nos tomen en cuenta como comunidades más dañados ”, asegura Zacarías Shulz Chacón líder comunitario de Haulover.

El líder comunitario también afirma que fue iniciativa de las personas autoevacuarse debido al lugar donde se encuentran y por las experiencias, y que en Haulover fueron 156 casas destruidas y apenas unas 10 quedaron en pie.

Shulz señala que aunque el gobierno habla de ayuda en su comunidad no ha llegado porque “politizan” la situación y les niega el posible alimento que pudiera llegar a esa zona. “Las ayudas no llegan a las comunidades  hasta este momento, el gobierno regional puede que canalice poca ayuda de parte del gobierno central pero realmente en las pases de las comunidades indígenas no llegan puesto que politizan las pocas donaciones que el gobierno regional recibe, y cuando llegan a preguntar (la gente por ayuda), preguntan lo quiénes son sandinistas para poder entregar la ayuda humanitaria”, expone.

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