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Huracán, albergues

Uno de los albergues preparados por Eta en Bilwi. LA PRENSA/CORTESÍA/MAYNOR SALAZAR

“Nada, nada están facilitando”. La realidad de las familias refugiadas en los albergues

¿Y la ayuda que anunció el régimen? "Desconocemos de esa ayuda, puede ser para su gente pero no a la comunidad", señaló Cejudhcan

Las casi 30 mil personas que fueron evacuadas de sus casas y se movieron a albergues – como colegios e iglesias – para resguardar sus vidas, no se imaginaron que buscando seguridad la pasarían tan mal: no hay alimentos, frazadas, mascarillas, ni siquiera agua potable. No están a merced del huracán, pero están hacinados y corriendo el riesgo de contagiarse de Covid-19.

El régimen de Daniel Ortega anunció que envió 88 toneladas de alimentos a Puerto Cabezas, además de llevar frazadas, colchonetas y plástico negro para estas familias, sin embargo, reportes ciudadanos y de medios independientes muestran, a través de imágenes en redes sociales, cómo realmente la están pasando los refugiados que, debido a las condiciones de pobreza en las que viven, se les imposibilita aplicar las medidas de higiene y seguridad para prevenir – además del Covid-19 – el dengue, malaria o las enfermedades respiratorias o diarreicas propias de la temporada invernal.

Juana Bilbano, directora del Centro por la Justicia y Derechos Humanos de la Costa Atlántica de Nicaragua (Cejudhcan), hizo eco del clamor de los refugiados en Bilwi y señaló que la gente incluso abandonan los albergues porque no tienen comida ni agua, mientras otros prefieren estar en sus casas porque las escuelas “no tienen las condiciones”.

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¿Y la ayuda que anunció el régimen? “Desconocemos de esa ayuda, puede ser para su gente pero no a la comunidad”, lamentó Bilbano, quien declaró que hay enfermos dentro de los albergues pero no hay medicamentos ni enfermeras que atiendan al paciente.

“No hay mascarillas, nada, nada está facilitando ni siquiera agua ni plástico”, agregó la defensora de los pueblos indígenas, quien aclaró que han hecho recorridos por iglesias y escuelas para comprobar la situación.

Muchas personas no tienen ni siquiera una frazada para cubrirse del frío. Los que se encuentran en colegios, duermen en las sillas. LA PRENSA/CORTESÍA/MAYNOR SALAZAR

Realidad versus discurso

La realidad es que desde hace dos días las comunidades de Bilwi están incomunicadas porque no hay energía eléctrica o el flujo es inestable. La crecida de ríos e intensidad de los vientos y lluvias también han obligado a detener cualquier vía de comunicación terrestre o acuática con lugares aledaños.

“Están incomunicados con las comunidades y no hay orientación, la gente de la comunidad cree, por falta de información, que ya pasó el huracán”, refirió Bilbano.

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Por su parte, la vicepresidenta designada y vocera gubernamental, Rosario Murillo, destacó que están dando atención y seguimiento a las familias en los albergues y alabó el papel que han hecho las instituciones estatales, señaló que esto ha sido debido a los conocimientos, aprendizajes y prácticas que ha impulsado el “buen gobierno”.

“Sabemos que un fenómeno de estas dimensiones ha sido enfrentado con todos los aprendizajes que hemos logrado partir de nuestra experiencias, conocimientos y práctica, con la comunidad llena de confianza y organizada, atendiendo todas las indicaciones de las autoridades, indicaciones que se dan con profundo respeto y sobre todo, en esas regiones de culturales ancestrales”, expresó Murillo este martes al medio oficialista Canal 4.

Al respecto Bilbano hizo un llamado al Estado a que busquen la manera de comunicar a los comunidades litorales, Río Coco Abajo y Arriba y llano norte y sur. La representante de Cejudhcan mostró su preocupación por la actual situación y el agravamiento de la crisis humanitaria que dejará el huracán en esas zonas.

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El Comité Científico Multidisciplinario recientemente brindó una serie de recomendaciones individuales, familiares y de las personas que están en albergues, pero debido a las condiciones de pobreza de las familias se les dificulta cumplirlas.

La médico y salubrista Josefina Bonilla, miembro del Comité, apostó por la solidaridad y fraternidad desarrollada en la sociedad civil nicaragüense durante la pandemia del Covid-19, e instó que esta debe “expandirse” para estar alerta al apoyo que pueda prestarse en las zonas afectadas por el huracán Eta, además por el permanente estado de pobreza en la zona norte y Caribe del país.

“Revelar la situación de la población, monitorear necesidades, escribir propuestas de proyectos, obtener recursos para hacerlos llegar a los protagonistas locales, todas son tareas que pueden desarrollarse desde el trabajo multidisciplinario y multisectorial en Nicaragua”, dijo la doctora.

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