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Menos uno

En Prosas Políticas, compuesto de veinte y cuatro piezas literarias de Rubén Darío, aparece un cuento titulado: “D.Q”, publicado en el diario La Nación, de Buenos Aires, Argentina, en 1898 y en el almanaque Peuser en 1899.
Darío como un combatiente, se adentra en su fantasía y clarividencia, dentro de la problemática española finisecular y haciéndose pasar como soldado, combate en sus sueños al lado de los españoles.

Históricamente, la Armada Española al mando del almirante Pascual Cervera y Topete pierde el 3 de julio de 1898 su última batalla, frente al almirante norteamericano Sampson.

En “D.Q”, el poeta, en una visión de ensoñación vive en carne propia, la experiencia de lucha contra las fuerzas estadounidenses.

Estaba Cervera varado en aguas de Santiago de Cuba mientras la fragata ansiosa e impaciente por la lucha esperaba en la costa la llegada de la orden de ataque. Se disputaban entre pláticas sobre las mil maneras que vencerían al enemigo. El calor era insoportable y húmedo, llovía incesantemente. Ávidos de lucha e ira se consolaban pensando en su futura victoria… Menos uno. Uno que, apartado del grupo en silencio se pasaba el tiempo curando enfermos.

Uno que, nunca comía y daba su porción a los demás. Uno de mirada profunda y bondadosa. El mismo que en sus ojos dejaba vislumbrar un alma difícil de descifrar y saberse si era de cien, de trescientos o de quinientos años atrás.

Era un hombre casi transparente, de edad no precisa. De piel seca, cara enjuta, flaco y alto, probablemente cifrando los cincuenta años de edad.

Hicieron prisionero al destacado Pascual Cervera y Topete. Había resistido, finalmente quedaba derrotado.
La fatídica noticia les llegó, mientras el enjuto hidalgo, el abanderado llamado así por Rubén, habíase imaginado su bandera izada en la cúpula del Capitolio de Washington.

Menos uno, el mismo misterioso que en su equipaje se leían las letras “D.Q” al ver que el oficial estadounidense llegaba en la forma de “un gran diablo rubio, de cabellos lacios” acompañado de una escolta de “cazadores de ojos azules” se arrojó en el profundo abismo que les rodeaba mientras ellos con los “rostros dorados por el fuego furioso de aquel cielo candente” brillándoles el “deseo de la sangre y de la victoria”, solo escucharon el sonido metálico al caer.

Menos Uno, no era desconocido. Prefirió morir antes que aceptar su rendición. Era el mismo que antaño en medio de su locura, sanidad y nobleza luchaba, contra los molinos de vientos creyéndoles gigantes y defendía las causas justas y nobles.

Don Quijote, buscaba las aventuras en los campos de batallas y de los mares. Amaba ser armado caballero al igual que Amadis de Gaula. Se nutría de libros de caballería de donde se creía provenía su locura. Era enamorado de cosas lejanas, hermosas y de causas imposibles tejiéndose de un material sutil que se confunde con el sueño.

Darío trata de resucitar con su poesía, sonetos, letanías, y con este cuento, la esperanza y fe perdida para animar el sentir de los hombres venideros de la generación noventayochista.

Defendió a la España noble e hidalga, de Cervantes. En su fantasía se hace partícipe de la lucha contra el del “pelo lacio, rubio y de ojos azules”, el mismo que amenazaba a la América Indo-hispana.

Como periodista, embajador, y poeta sensible e inteligente Darío no deja pasar por alto los problemas mundiales. En este cuento sobre Don Quijote, Rubén no se encuentra encerrado en una “Torre de Marfil” sino comprometido y consciente de la problemática de toda América y Europa.

La autora es máster en literatura española.

Opinión Amadis de Gaula Don Quijote archivo
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