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La Policía Orteguista se apostó de la mañana del viernes en las instalaciones del María Elena Cuadra. LA PRENSA/Óscar Navarrete

El último ataque de Ortega a las organizaciones feministas y de izquierda que quedan en el país

El régimen de Daniel Ortega y las feministas han tenido fuertes encontronazos desde los años ochenta

El dictador Daniel Ortega ha tenido una relación tormentosa con el movimiento feminista, quizás el último y único rincón de la izquierda que se mantiene activo en el país. Cuando Zoilamérica Ortega Murillo, acusó al líder guerrillero de violación, las feministas se volcaron inmediatamente, y otras en los meses siguientes, en apoyo, y acompañamiento a la hijastra de Ortega en su denuncia, cuando buena parte de los “progresistas”, voltearon la cara hacia otro lado.

“Eso Ortega no nos perdona”, dice la feminista María Teresa Blandón, que ha formado a decenas de feministas en el país y dirige el Movimiento Feminista La Corriente, que el pasado viernes cuando el Movimiento de Mujeres María Elena Cuadra fue asediado, también sufrió represalias.

En 1991, un años después de la derrota electoral de Ortega, las feministas tuvieron una asamblea: decidieron que no estarían plegadas al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y que serían autónomas.

Por esas fechas una influyente feminista vasca conocedora del movimiento en Nicaragua dijo que “el FSLN perdió las elecciones y el movimiento feminista le perdió el miedo a Ortega”.

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La decisión de desvincularse del FSLN no lo perdonaron en el partido. El director de Radio Ya, el fallecido Carlos Guadamuz, cuando no se había peleado con Ortega, les llamo “traidoras, vendepatria y agentes de la CIA (Central de Inteligencia Americana)”, recuerda Blandón.

Las mujeres no le perdonaron eso y se tomaron la radio una hora y transmitieron en vivo mensajes feministas. Ahí se intensificaron las fracturas entre el FSLN y las mujeres feministas, según Blandón.

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Pero en 2006 el comandante Jaime Wheelock reunió al movimiento feminista para pedirles que apoyaran a Ortega y las mujeres le dijeron que no. La ruptura total llegó con la denuncia de Zoilamérica, aunque una parte del movimiento feminista tardó en apoyar la hijastra que acusaba a uno de los líderes de la revolución, el apoyo fue casi unánime.

La declaratoria de guerra llegó cuando el FSLN prohibió el aborto terapeútico y cuando las mujeres se volcaron en apoyar a las víctimas de la represión que comenzó en 2018.

El régimen clausuró siete ONGs que provenian del sandinismo en plena crisis. Y de las organizaciones feministas solo sobreviven cinco: tres en Matagalpa y dos en Managua. Esas dos de Managua fueron intimidadas el pasado viernes.

Los movimientos

Una fue el Movimiento de Mujeres María Elena Cuadra, dirigido por Sandra Ramos, una veterana sindicalista que en el pasado militó en el FSLN pero que a raíz de la represión de abril de 2018, se volcó en apoyo a las madres de las victimas y a los presos políticos de la dictadura.

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El otro fue el Movimiento Feminista La Corriente, dirigido por María Teresa Blandón, que en los ochentas trabajó en el departamento de la mujer de la Asociación de Trabajadoras del Campo.

La policía detuvo a trabajadores de La Corriente cuando sacaban camiseras y afiches de sus oficinas y les dijo que ya los “tenían vigilados”.

“Están hasta la verga”, denunció Blandón que les dijo la Policía.

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