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Wilbert López Arróliga con dos de sus hijos. A ambos los asesinó a sangre fría. LAPRENSA/Reproducción Yuri Salvatierra

Grandes crímenes | Wilbert López, el hombre que mató a sus hijos y luego se suicidó en La Carpio, Costa Rica

El crimen ocurrió en enero del 2004. La exesposa de López ya había recibido una carta donde la amenazaba: "No siempre vas a estar rodeada de policías que te cuiden... ahí no te podrás librar de mí"

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Este reportaje fue publicado originalmente en el Periódico HOY el 6 de mayo 2019

Marta Alvarado Lacayo recibió carta de su ex esposo y padre de sus hijos, Wilbert López Arróliga. No era un escrito de añoranza por el amor que un día compartieron, sino un aviso de muerte. La amenaza de Wilbert no fue tomada en serio. Marta se sentía segura porque la Policía había extendido una orden de restricción judicial, la cual impedía a este acercarse a ella y su familia. “No siempre vas a estar rodeada de policías que te cuiden… ahí no te podrás librar de mí”, la sentenció en la misiva.

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Y así fue. Una semana después, exactamente el 22 de enero del 2004 a las 11:30 de la mañana, Wilbert, de oficio carnicero, con fama de violento y golpeador de mujeres, llegó a la casa de sus hijos, situada en el barrio La Carpio, San José, Costa Rica, con un puñal afilado y un revólver calibre 22 dispuesto a matar.

Para ingresar a la vivienda tuvo que mentir, pidió a su ex esposa la oportunidad de darle un beso a sus hijos y al mismo tiempo entregarles unos cuadernos y unos carritos que les había comprado. Acto seguido se marcharía.

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Wilbert logró su propósito, entró a la casa, hizo lo que dijo que iba a hacer y ordenó a Marta que cerrara la puerta. “No… para qué”, le contrarió ella. El desalmado le recordó lo que había escrito en la carta, sacó el revólver y mientras Marta corría para salvar su vida, se resbaló y recibió un disparo en el abdomen.

Pero la historia no terminó ahí, Marta, a como pudo siguió corriendo, logró salir a la calle y pedir auxilio.

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Wilbert no solo quería matar a su exesposa, de hecho, el plan era eliminar a su suegra y a todos sus hijos. Mas nada resultó como esperaba, porque su suegra había salido de casa junto con dos de los niños (Harving y Lizbeth) minutos antes que él llegara.

Creyendo que Marta estaba muerta, Wilbert continuó la masacre, según Daniel Alvarado, tío de los pequeños que para entonces tenía 11 años, él y sus sobrinos corrieron a esconderse en un ropero pero fueron encontrados por el carnicero. El terror inundó a los niños, quienes empezaron a correr por toda la casa.

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De acuerdo con declaraciones de la policía costarricense, López asesinó a sus hijos menores, Liliana y Wilbert, propinándoles un disparo en la cabeza a cada uno y al mayorcito, Enmanuel —de 11 años— lo dejó mal herido con un disparo en el tórax y otro en la frente. No pudo salvársele la vida, pues al ingresar al Hospital México falleció.

El único niño sobreviviente fue Daniel Alvarado, que al ver cómo su cuñado asesinó sin piedad a sus sobrinos, salió de la casa con intenciones de saltarse un muro. Fue alcanzado por una bala en la espalda, pero aun así logró llegar al otro lado, donde estaba su hermana.

Rodeado

Las autoridades de La Carpio, en Costa Rica, retiran los cuerpos de los tres niños y su asesino de la escena. LAPRENSA/Reproducción: Yuri Salvatierra

Nubia Martínez, vecina de las víctimas, informó a la Policía del peligro inminente desde antes que se escucharan los primeros disparos. Los oficiales no llegaron a tiempo, puesto que la tragedia ocurrió en cuestión de minutos.

En un intento por lograr que Wilbert se entregara, el oficial Walter Porras quiso persuadirle, pero la conversación culminó pronto, cuando el agresor le disparó cerca del brazo izquierdo.

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Porras pidió refuerzos. Al llegar los policías intentaron nuevamente dialogar, pero al asomar por la ventana y escuchar una detonación se encontraron con que el agresor se había suicidado con un balazo en la cabeza.

La casa era un desastre, los niños yacían en charcos de sangre. A la pequeña Liliana la encontraron abrazada a un peluche. Pese a las constantes experiencias violentas que vivió Marta, jamás imaginó que Wilbert fuese capaz de asesinar a sus hijos.

En el hospital, recuperándose del impacto de bala, la familia le confesó que sus tres hijos habían sido asesinados, ella dijo en llanto: “Me lo supuse, pues mientras salía herida de la casa escuché más disparos”.

LAPRENSA/Reproducción Yuri Salvatierra

El 24 de enero del 2004 los hermanitos Enmanuel, de 11 años, Liliana de 5 años y Wilbert de 4 años  fueron sepultados. Primeramente se les realizó una misa de cuerpo presente en la iglesia católica de La Carpio, en San José, Costa Rica.

Para realizar estos funerales, taxistas y vecinos nicaragüenses realizaron una colecta de dinero. En el velorio estuvo Daniel Alvarado, quien resultó herido en el incidente. También Harving y Lizbeth, los pequeños que se salvaron por haberse ido de casa con la abuela minutos antes de la masacre.

Relación tóxica

Marta Alvarado Lacayo era víctima de violencia intrafamiliar.  

Wilbert y Marta se conocieron en Juigalpa, Chontales. De inmediato decidieron formar pareja. El embeleso de la relación duró muy poco, pues a pocos meses de haberse juntado empezaron los problemas por celos.

Los familiares de Marta reprobaban constantemente su relación de pareja, pues no soportaban las constantes agresiones domésticas que Wilbert le daba. Siempre que le denunciaban este salía en libertad.

En La Carpio el último trabajo de Marta fue de mesera, en un restaurante de San José. Con el dinero obtenido compró un terreno en La Carpio, donde construyó la vivienda en que murieron sus hijos. Pese a estar separados, Marta Alvarado estaba embarazada del asesino cuando ocurrió la tragedia. Los médicos lograron salvar al bebé.

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