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Fachada de la casa de Marina López en el barrio Guadalupe de León. Los policías que mataron a su hijo Bryan Murillo entraron por la puerta que se ve en medio. LA PRENSA/ ROBERTO FONSECA

Bryan Murillo, el joven leonés que murió bajo las balas de la Policía Orteguista

De madrugada, sin mediar palabras, 10 policías entraron disparando a una casa y mataron a un joven de 23 años de edad e hirieron a dos más, uno de ellos de gravedad. Las autoridades solo alegaron que eran delincuentes. El caso, como muchos otros, está impune

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El sábado 20 de julio pasado se celebró una piñata en el barrio Guadalupe de León. No hubo música. Solo unos cuantos niños llegaron al cumpleaños número cuatro de Diego Murillo Téllez.

Al pequeño le compraron una bicicleta y al día siguiente la mamá, Naomi Téllez, le dijo: “Diego, vamos donde tu abuelita (paterna) en la bicicleta”. “¿Con mi papá?”, preguntó inmediatamente el niño.

Aquello que pedía Diego ya no era posible. A su papá, Bryan Murillo López, de 23 años de edad, lo mató la Policía en la madrugada del miércoles 17 de julio, apenas cuatro días antes de que Diego cumpliera los cuatro años de edad.

Bryan Murillo López falleció casi inmediatamente. LA PRENSA/ ROBERTO FONSECA

La muerte de Murillo López es el último hecho de sangre en que se ha visto envuelta la Policía Orteguista, la cual, a como acostumbra después de cada muerte de un ciudadano a mano de sus oficiales, emitió un comunicado alegando que el fallecido y otros dos heridos tienen antecedentes delictivos.

Un hermano de Bryan, Kener Murillo López, y Javier Cortez, esposo de una prima de los dos primeros, son los otros dos heridos. El primero está en cuidados intensivos porque recibió un balazo en el abdomen que le perforó el intestino y el segundo está fuera de peligro tras recibir un balazo en una pierna.

Los golpes de la muerte

La sala de la casa de Marina López, también en el barrio Guadalupe, parece un cajón cuadrado en el que hay unos cuantos muebles: un sofá, dos sillones, tres sillas abuelitas y unas cuantas sillas plásticas.

En la madrugada del pasado miércoles 17 de julio, acostado sobre ese sofá se encontraba dormido uno de los hijos de López, Bryan Murillo, quien no debió de estar ahí porque él vivía con su compañera de vida y su hijo de cuatro años de edad a unas dos cuadras de ahí.

Como a las 4:30 de la madrugada se oyeron unos golpes desesperados en la puerta de la casa. Bryan se despertó y se levantó del sofá. Su mamá llegó luego a la sala asustada también por los golpes.

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No fueron los únicos en la casa que se alertaron. Quienes golpeaban parecían intentar derribar la puerta más que pedir entrada. Javier Cortez, casado con una sobrina de Marina López, también se levantó porque primero habían tocado la puerta de la casa de él y luego los golpes se fueron a la puerta de la sala de López.

Bryan Murillo, con algo de resaca porque había tomado licor la noche anterior, le dijo a su mamá: “Ese debe ser el Tití”. El Tití es un sobrino de López que acostumbra a llegar tomado en las madrugadas a la casa de su tía.

La sala de la casa donde estaba durmiendo Bryan Murillo cuando llegó la Policía y lo mató. El primer disparo lo recibió en este sala y salió al patio de su casa por donde está el altar. LA PRENSA/ ROBERTO FONSECA

López abrió la puerta. De todas maneras se la iban a romper. Desde que entraron —explica López—, unos policías vestidos de negro y jefeados por uno de celeste, comenzaron a disparar. Bryan Murillo recibió un primer disparo en el abdomen. Se llevó las manos al estómago y se fue al interior de la casa. No salió por la pequeña puerta que lleva directamente a un pasillo, en el cual a cada lado hay habitaciones, sino que salió de la sala por una entrada que lleva a un cuarto donde están una refrigeradora y una vitrina, para luego salir al pasillo por otra puerta. En el pasillo caminó unos tres metros hacia el fondo de la casa pero un policía lo alcanzó y le propinó otro balazo en el pecho. Bryan cayó herido mortalmente.

Karen López y Kener Murillo, hermanos de Bryan, estaban en unos cuartos al fondo de la casa y tras escuchar los disparos salieron a ver qué ocurría. Primero iba Kener, quien se detuvo al toparse con el cuerpo de su hermano, pero no se enteró que estaba muerto porque todo estaba oscuro. Solamente la luz de la sala de la casa estaba encendida.

Kener se regresó unos dos metros porque vio que se le acercaba alguien armado y Karen le preguntó que si estaba bien y él le dijo que sí. Pero inmediatamente Karen vio que Kener se llevó las manos al estómago y luego cayó al suelo.

Karen se regresó al fondo del pasillo para encender la luz del mismo y luego fue a ver a sus hermanos, aunque en ese instante solo sabía de Kener. A Bryan no lo había reconocido. Cuando se acercó donde este último ella se vio de pie sobre un charco de sangre. Luego fue donde Kener y vio que también le salía sangre.

Mientras tanto, Javier Cortez, el esposo de la prima de los Murillo López, salió de su cuarto al pasillo, quiso atravesarlo y entrar a otro cuarto que está enfrente, pero apenas entró recibió un balazo en una pierna.

Cortez contó después que primero él se asomó al pasillo y vio cuando un policía apuntaba a Bryan y luego escuchó la detonación de la bala que le perforó el abdomen al joven. Luego vio cuando Bryan corrió hacia el pasillo y le dispararon de nuevo, esta vez en el pecho.

Después de recibir el balazo en la pierna, Cortez quedó consciente pero estaba inmovilizado por el dolor.

El ataque policial duró poco, pero fue incesante. “Le dispararon a todo lo que se iban encontrando mientras avanzaban dentro de la casa”, explica Karen López.

Marina López, dueña de la casa, trataba de detener con súplicas las balas de los policías.

Cuando se percataron de las condiciones de los tres heridos, Marina y Karen salieron a buscar un vehículo que llevara a las víctimas al hospital de León, pero a esa hora, poco antes de las 5:00 de la mañana, no encontraron ni uno.

Entonces, doblegada por el corazón de madre, Marina López se arrodilló ante el jefe policial que vestía de celeste y le suplicó que trasladaran a los heridos en la única patrulla policial que estaba aparcada afuera de la casa.

Una doctora le dijo a la familia que Bryan Murillo había llegado muerto. Kener aún se encuentra en cuidados intensivos del hospital de León y Javier Cortez está fuera de peligro.

El pasillo que está al fondo de la casa de Marina López. Allí cayó muerto Bryan Murillo y fue herido su hermano Kener Murillo. LA PRENSA/ ROBERTO FONSECA

Albañil y soldador

Hasta la noche del martes 16 de julio pasado, Bryan Murillo era un joven que se dedicaba a la albañilería y también sabía soldar. Esa noche se echó sus tragos. Era el onomástico de su sobrina Nathaly del Carmen y la mamá de ella, Karen, le compró un pastel. Ahí estuvo Bryan, dando bromas.

Naomi Téllez, su compañera de vida, llegó con Diego, el hijo de ambos. Bryan se puso a bailar con el niño luego le dijo a ella que se fuera para la casa, porque esa noche se quedaría durmiendo donde su mamá.

Al día siguiente iban a ir al mercado para comprar las cosas que necesitarían para la piñata de su niño que cumpliría cuatro años de edad el siguiente sábado.

Bryan Murillo se había conocido con Naomi Téllez siete años atrás, cuando ambos estudiaban en el mismo colegio, y vivían juntos desde hace cinco años.

La familia de Téllez recuerda que al menos un año atrás a Bryan Murillo no se le conocía vicio, pero se fue a buscar trabajo a Costa Rica y allí se encontraba alejado de su familia y comenzó a tomar licor.

Así comenzó a ir a Costa Rica y a regresar. En los últimos días estaba planeando volver a Costa Rica en busca de trabajo. En esos días conversaba con Téllez sobre que el niño cumpliría cuatro años y que el próximo año debía ingresar a la escuela y debían alistarse para ello.

La familia de Téllez considera que si Bryan Murillo hubiese sido un delincuente, como informó la Policía, no hubiese tenido acceso a la visa de Costa Rica.

Kener Murillo López está en Cuidados Intensivos en el hospital de León. LA PRENSA/ ROBERTO FONSECA

Un joven que no se mete con nadie

De Bryan Murillo podían decir que a veces andaba en las calles. Y si era delincuente, como dice la Policía, su familia se pregunta por qué no lo detuvieron en la calle si él caminaba libre por las mismas.

La familia tampoco se explica lo de Kener Murillo. “Él pasa todo el día en el Palí (donde trabaja). No se metía con nadie y nunca tuvo problemas con nadie”, indica un familiar.

Después de los hechos, los familiares del fallecido y de los dos heridos se dedicaron a sacar los récords policiales de ellos y pudieron demostrar ante la opinión pública que los mismos no estaban manchados.

De acuerdo con la Policía, Bryan Murillo era prófugo de la justicia por asalto a mano armada, ya que supuestamente le había robado a dos personas de iniciales M.J.T.V. y V.M.A.R. Además, presuntamente también tenía antecedentes de amenazas de muerte y violación de domicilio.

La Policía dijo que cuando los iban a capturar, los tres heridos sacaron machetes e hirieron al teniente Álvaro Pichardo. Pero la hermana de los heridos, Karen López, lo niega. “Estaban desarmados. Si estábamos dormidos”, alega.

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Además de que los familiares lograron presentar los récords policiales de las tres víctimas y que están sin mancha, en los archivos judiciales de León se registra solo una causa en contra de Bryan Murillo. En el año 2016, el juez Segundo Local Penal de León declaró la prescripción de la acción penal a favor de Murillo, ya que se le había acusado formalmente por el delito de posesión menor de droga. Es la única causa que había contra él.

Y en el caso de Kener Murillo, en los archivos judiciales lo único que existe es el recurso de exhibición personal que su mamá presentó ante la Sala Penal del Tribunal de Apelaciones por las amenazas de detención que existen contra su hijo, quien se encuentra grave en el hospital de León.

Contra Javier Feliciano Cortez Castillo no hay ninguna causa judicial abierta.

Los “tranques”

Los familiares de Bryan Murillo recuerdan que cuando estallaron las protestas sociales en contra de Daniel Ortega, en abril del pasado 2018, cerca de donde Bryan Murillo vivía con Naomi Téllez se organizaron al menos dos tranques.

Bryan Murillo llegaba a los tranques “a asomarse” y a veces hasta llevaba al niño, recuerdan sus familiares. “Más que todo iban de jetones”, dice una pariente.

A los familiares de Bryan Murillo les dijeron que un día antes de que lo mataran, una persona vestida de civil anduvo tomando fotos a la casa donde corrió la sangre.

“¿Por qué no se levanta mi papa?”

Kener Murillo está en el hospital pero no se da cuenta de que su hermano Bryan está muerto. “No es conveniente que sepa ahorita”, dice su mamá Marina López.

Quien sí ha sufrido la ausencia de Bryan Murillo es su hijo Diego. En la vela, el niño miraba el cuerpo y preguntaba llorando: “¿Por qué no se levanta mi papa?”

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