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LA PRENSA/Cortesía

“Ocultar la realidad nunca ayuda”, asegura Francisco Diez, experto en mediación

Francisco Diez, un experto en mediación del Instituto Kroc, de la Universidad de Notre Dame, conversó con LA PRENSA sobre negociaciones políticas

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La mesa de negociación, o segunda etapa del Diálogo Nacional, continúa paralizada. Y si acaso ha habido movimiento, ha sido en retroceso. La dictadura no solo se niega a implementar los acuerdos alcanzados sino que ha endurecido su posición, pasando a los insultos contra la Alianza Cívica (AC) e incluso personalizándolos, como ha sido la reciente campaña contra el miembro del equipo negociador de la AC, Juan Sebastián Chamorro.

Por otro lado, el puño represivo sigue asfixiando las libertades de los nicaragüenses y, aunque existe una aparente calma, muchos advierten que el país es una olla de presión.

¿Qué posibilidades hay de que la negociación retome su curso? ¿Qué factores se tienen que conjugar para que esto suceda?

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En un ambiente de polarización como el que vive el país luego de un año de represión y violencia contra la ciudadanía y la consiguiente recesión económica, LA PRENSA buscó la opinión de un experto en negociación, que no estuviera directamente vinculado a este proceso, que pudiera indicar cuáles son las condiciones o bases necesarias para hallar una salida al laberinto en que se encuentra el país.

LA PRENSA conversó con Francisco Diez, experto mediador argentino, representante para América Latina del Instituto Kroc de Estudios Internacionales de Paz de la Universidad de Notre Dame, EE.UU.

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¿Tienen las actuales negociaciones las características necesarias, o la posibilidad de alcanzarlas para llegar a un acuerdo por la vía del diálogo? Acá las respuestas del experto.

¿Cuáles son las condiciones básicas para que un diálogo político, como el que ocurre en Nicaragua, pueda avanzar?

No soy experto en el tema de Nicaragua, pero la condición básica para cualquier proceso de diálogo es la voluntad de las partes, la real voluntad de encontrar soluciones para la situación que se enfrenta. Una cosa es decir que se “quiere” el diálogo y otra distinta es tener la voluntad de dialogar, que implica una apertura hacia el otro y una disposición para comprender las necesidades del otro, tanto como que el otro comprenda las mías.

Lamentablemente, una gran cantidad de diálogos políticos son más una “puesta en escena” que esconde pulseadas de poder, antes que un verdadero encuentro entre adversarios que buscan resolver una situación que los afecta a ambos. El diálogo solamente puede avanzar si ambas partes sienten que sirve a la satisfacción de algunos de sus intereses importantes. Si el proceso no incluye esos intereses, se estanca.

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¿Se puede identificar algún punto de interés común desde el cual se pueda partir para construir un consenso?

En cualquier negociación siempre hay intereses comunes entre las partes. Siempre. Solo es cuestión de poner atención y encontrar la forma de presentarlos como tales. Un interés común puede ser no prolongar la confrontación y el sufrimiento que trae aparejado el conflicto. Otro puede ser la imagen frente a terceros que son relevantes. Otro puede ser preservar el pasado o construir un futuro. Depende de la situación. Los intereses comunes son la base de la negociación y es lo primero que hay que poner sobre la mesa.

El camino hacia el acuerdo sigue con la composición de los intereses diferentes, para finalmente transar con los intereses opuestos. Una de las claves para una negociación exitosa es saber identificar estos tres tipos de intereses: comunes, diferentes y opuestos. Y darle a cada uno el tratamiento que su naturaleza requiere.

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Toda negociación implica ceder en algunas posiciones. ¿Qué le aconsejaría a ambas partes para avanzar sin tener que perder mucho?

En la teoría de la negociación distinguimos las posiciones de los intereses. La negociación de posiciones siempre lleva a situaciones donde uno pierde y el otro gana. La negociación sobre los intereses, en cambio, es más compleja y más rica y permite combinaciones ganar-ganar.

Una práctica que puede ser útil es identificar pequeños pasos que cada uno puede dar a bajo costo y que el otro puede replicar también a bajo costo. Cuando hablamos de “componer” intereses diferentes, nos referimos a encontrar aquellos intercambios que son de bajo costo para una parte y que pueden ser de alto valor para la otra. Por ejemplo, a veces, para una parte, obtener reconocimiento es muy importante porque está vinculado con su identidad, mientras que para la otra no es muy costoso otorgarle ese reconocimiento y a cambio puede obtener algo valioso para ella.

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Lo que se discute en esta negociación es justicia y democratización. ¿Es posible que en ambos temas se alcancen acuerdos, tomando en cuenta los últimos 10 años de gobierno de Daniel Ortega y, en particular, el último año?

Como le decía, no soy un experto en Nicaragua, pero con conceptos tan amplios y genéricos suele suceder que cada parte le adjudica significados muy diversos y hasta opuestos.
Los intereses de las partes suelen ser mucho más concretos y específicos que los contenidos de los discursos públicos, y para que la negociación avance hay que llegar a entender esos intereses y poder hablar sobre ellos y sobre cómo podrían satisfacerse.

Yo creo que siempre es posible llegar a acuerdos, porque he visto como enemigos irreconciliables y situaciones que parecían eternas cambiaban de un día para otro, solamente cambiando la comprensión de la realidad y la imaginación del futuro.

¿Qué factor se puede señalar como el disparador de la solución?

Cada situación es única, pero vuelvo al punto inicial, se necesita voluntad y apertura. Si usted lo piensa un poco, una negociación es solamente una conversación, no se “opera” sobre la realidad, sino que se trabaja sobre la comprensión de la realidad que cada uno tiene. Lo que se debe buscar en el proceso de negociación, es ese cambio de comprensión que le permite a las partes hacer lo que no podían hacer antes. Y siempre juega el factor personal. Hay que entender los miedos, los enojos, los límites, los significados y los símbolos que le dan sentido a la idea que cada uno tiene de sí mismo y de su realidad.

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El informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, enviados por la OEA, que incluso señala a los más altos funcionarios del gobierno y la Policía de haber ordenado que se cometieran crímenes de lesa humanidad. ¿Qué tanto ayuda o complica la negociación este informe?

Tal como usted lo dice, son temas muy delicados, sobre todo por el dolor humano que producen y por lo que está involucrado. Mi opinión personal es que ocultar la realidad nunca ayuda, al contrario, los monstruos que se decide ocultar bajo la alfombra suelen resucitar en el momento menos pensado y casi siempre traen alguna forma de violencia.

Además, en el mundo de hoy es casi imposible evitar el involucramiento activo de las instituciones internacionales como la Corte Penal Internacional o la CIDH, u otros organismos que tienen jurisdicción global. Lo que demuestra la experiencia es que siempre ayuda involucrar a organismos internacionales que comprendan la situación nacional y puedan contribuir con soluciones sostenibles en el tiempo.

¿Deberían esos temas de derechos humanos negociarse en otro ámbito? Le pregunto esto porque se ha denunciado que el gobierno usa a los presos políticos como “moneda de cambio”.

La verdad es que no tengo información como para darle una respuesta sensata. Pero como con cualquier otra duda respecto a qué es lo mejor en un proceso de negociación, la regla básica es el consenso. El mejor ámbito y el mejor mecanismo para resolver algo no surge de una receta universal, debe ser fruto del consenso y solo es bueno para las partes cuando son ellas las que deciden de común acuerdo.

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Se ha mencionado la posibilidad de una amnistía general, ¿esa es una salida para destrabar las negociaciones?

Muchas negociaciones han incluido diversos tipos de amnistías o mecanismos de justicia transicional. No podría decirle si esto es algo que pueda servir en el caso de Nicaragua y, en cualquier caso, debería ser fruto de un proceso de consenso.

Sí hay que tener en cuenta que, hoy en día, el sistema internacional no avalará cualquier tipo de acuerdos en estos temas. En el caso del acuerdo de paz de Colombia, por ejemplo, fue necesario construir una solución compleja que denominaron “Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición”, para darle una salida a la situación que sería aceptable para el sistema internacional.

Hemos visto que al gobierno le preocupan mucho las sanciones internacionales. ¿Son una herramienta efectiva en este proceso?

Vivimos en una aldea global, nos guste o no, y los actores internacionales son una parte esencial del juego. Es muy difícil hoy en día identificar con claridad dónde están los límites entre lo que es efectivo y lo que se convierte en nocivo o contraproducente.

El nuncio apostólico en Nicaragua Stanislaw Waldemar Sommertag. LA PRENSA/ JADER FLORES
El nuncio apostólico en Nicaragua Stanislaw Waldemar Sommertag. LA PRENSA/ JADER FLORES

Testigos, garantes o mediadores

¿Qué características debe tener un testigo, un mediador y un garante para que resulte idóneo en estas negociaciones? ¿El testigo, el garante y el mediador deben ser distintos? ¿Cuál es el rol de cada quién?

Los tres roles pueden cumplir funciones muy distintas, o confundirse en uno solo, pero cualquiera de ellos, para ser idóneo, debe ser aceptado y respetado por ambas partes. Ese es el requisito indispensable.

Un testigo generalmente es alguien que no participa activamente y que solamente está para dar fe de lo que sucedió, cuando se lo requiere. El testigo da testimonio y se limita a eso.

Un mediador, en cambio, es mucho más activo y habitualmente tiene la responsabilidad de conducir el proceso, proponer pasos, mecanismos y procedimientos que faciliten la negociación entre las partes. Nunca tiene la responsabilidad de encontrar una solución, porque esa es una tarea que compete exclusivamente a las partes, pero sí debe crear las condiciones procesales que les permita a las partes negociar en confianza y con seguridad y les ayuda a mantener una comunicación efectiva.

Un garante habitualmente es un tercero que tiene una cierta capacidad de juicio, otorgada por las partes, para decir si una parte está cumpliendo o no los compromisos asumidos.
La experiencia de la construcción de acuerdos muestra que aquellos en los que participan terceros, jugando algunos de estos roles (u otros de buenos oficios, facilitación, etc.), son mejor formados y más sostenibles en el tiempo.

Los intereses de las partes suelen ser mucho más concretos y específicos que los contenidos de los discursos públicos, y para que la negociación avance hay que llegar a entender esos intereses y poder hablar sobre ellos y sobre cómo podrían satisfacerse”.

Francisco Diez, experto mediador Universidad de Notre Dame

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