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Añorar el pasado suele ser cómodo para los que vivieron en la Managua de antes del terremoto que la cambió por completo. Suelen contar que antes de las 0:39 horas del 23 de diciembre de 1972 se paseaban por las calles y avenidas que no tenían nada que envidiar a otras capitales de la región. Bancos, iglesias, oficinas de Gobierno, restaurantes, cines, todo estaba a unos cuantos pasos de distancia.
“Managua era en realidad una ciudad pequeña, compacta, de dimensiones humanas, muy humanas, debido a su poca población. Muchísimos capitalinos caminaban a sus trabajos, a sus escuelas y a sus gestiones diarias haciendo todos los días la misma ruta a pie”, describió el periodista e historiador Nicolás López Maltez hace un año en un reportaje titulado “Terremoto de Managua de 1972: El día antes del apocalipsis”.
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Las barberías de la vieja Managua representaban lugares públicos de concentración, donde llegaban los políticos más conocidos del país. Los periodistas de la época solían llegar a buscar entrevistas a las barberías.
Managua era una ciudad de unos 410 mil habitantes. Con varios rascacielos que destacaban en puño, como el Banco de América, el Banco Central, Zacarías Guerras y los Edificios Silva.
Entre los lugares históricos de la vieja Managua se encuentran la carne asada El Gran Hotel, el Colegio Ramírez Goyena, el Instituto La Salle, y personajes históricos como Carmen Aguirre “la Caimana”, Peyeyeque, Cola de Vaca, entre otros.
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