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Conocimiento y experiencia indígena y campesina sobre semillas criollas es fundamental

El intercambio de saberes, conocimientos y semillas entre las familias campesinas e indígenas ha sido la base para construir cultura y costumbres, para el mantenimiento de la agrobiodiversidad y la garantía de la seguridad alimentaria.

Segunda de seis alternativas agroecológicas con semillas criollas

El intercambio de saberes, conocimientos y semillas entre las familias campesinas e indígenas ha sido la base para construir cultura y costumbres, para el mantenimiento de la agrobiodiversidad y la garantía de la seguridad alimentaria.

“Gracias al conocimiento de las familias indígenas y campesinas, diversos cultivos nativos como el maíz, frijol, ayote, pipián, camote, yuca, tomate, así como especies introducidas como el sorgo o millón, el arroz, la cebolla, el ajo, la hierbabuena y otros, forman parte fundamental de nuestra dieta y cultura alimenticia”, explica Pedro Arauz, vocero de la Alianza Semillas de Identidad y coordinador de la Red de Promoción de la Agroecología (GPAE).

Antonia Jirón, productora agroecológica de Diriá, Granada, defiende el uso de las semillas criollas y acriolladas como un legado que se debe proteger, ya que garantizan la seguridad alimentaria de las poblaciones rurales y urbanas. Si las grandes corporaciones y empresas introducen cultivos transgénicos al país, “peligran nuestros cultivos, sería una gran deuda histórica con un pueblo heredero de una gran riqueza genética y cultural formada por la biodiversidad agrícola local, solamente en maíz tenemos 137 variedades y en frijol 147”, comenta Jirón.

Agregó que los productores y productoras agroecológicos conservan conocimientos tradicionales asociados e integrados a los sistemas productivos resilientes al cambio climático, los que garantizan una alimentación sana, nutritiva, variada y estable para toda la población.

Nicaragua continúa siendo un país netamente agropecuario. Según el Censo Agropecuario del 2012, en el país existen más de 236,000 productores de los cuales el 90% son pequeños y medianos que poseen el 67% de las tierras cultivables y producen el 91% de la producción de maíz y el 82% de la de frijol, contribuyendo de manera significativa con nuestra alimentación.

“Hoy este patrimonio se ve seriamente amenazado por las intenciones de las empresas privadas, nacionales y transnacionales, las que monopolizan el mercado mundial de agroquímicos, maquinarias y semillas transgénicas ya que las semillas transgénicas se cruzarían con las variedades criollas, provocando erosión genética”, advierte Arauz.

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