Los líderes chavistas que detentan el poder en Venezuela y la han arruinado, saben que perderían el referendo revocatorio del mandato presidencial de Nicolás Maduro, igual que perdieron las elecciones legislativas del año pasado. Por eso el Consejo Nacional de Elecciones (CNA), controlado por el Gobierno de Maduro, ha determinado que el revocatorio se tendría que realizar hasta mediados del primer trimestre del próximo año.
El chavismo ha puesto tantas trabas legales y trampas al referendo, porque si este se realizara en lo que queda de este año la gran mayoría de los venezolanos votaría para poner fin al gobierno de Maduro. Hasta el 75 por ciento de la población se declara en contra del régimen chavista. En respaldo a la demanda opositora del referendo revocatorio para sacar a Maduro del poder, se realizó el pasado 1 de septiembre la manifestación política opositora más grande de toda la historia de Venezuela.
El referendo revocatorio fue establecido en la Constitución venezolana desde 1999 y fue utilizada por primera vez cuando Hugo Chávez era el presidente de la República. Chávez no puso ningún obstáculo al referendo revocatorio de su propio mandato presidencial, realizado el 15 de agosto de 2004, porque estaba seguro de ganarlo. El caudillo populista venezolano obtuvo en esa ocasión casi seis millones de votos favorables, mientras que la oposición recibió unos cuatro millones de sufragios.
Pero la Venezuela política y social de hoy es muy diferente a la de hace 12 años. Hoy la oposición a Maduro podría recoger sin mayor dificultad los siete millones y medio de votos que se necesitan para sacarlo del poder. De allí que el chavismo no permita que se convoque al referendo, ni ahora ni tampoco el próximo año, como han declarado prominentes líderes del partido oficialista.
El chavismo prefiere que Venezuela se convierta en Estado fallido y se hunda, antes que permitir el retorno de la democracia. En realidad, impedir la revocación del mandato de Nicolás Maduro y que se realicen elecciones anticipadas, no resuelve la crisis integral que sufre Venezuela, ni siquiera es un alivio. El chavismo no ha podido resolver la crisis —y más bien la ha agravado— con las medidas represivas, el desmantelamiento de las instituciones democráticas, la estatización de gran parte de la economía nacional, el estado de emergencia permanente y otras acciones dictatoriales y totalitarias que ha implementado para tratar de salvarse.
Lo cierto es que el Socialismo del Siglo XXI o revolución bolivariana —como también llaman al actual régimen político y socioeconómico de Venezuela—, es inviable en términos absolutos, es contrario a las leyes de la economía y de la sociedad y atenta inclusive contra la naturaleza humana, que requiere de libertad, paz y seguridad para poder desarrollarse.
Al impedir el referendo revocatorio y no dejar que el pueblo venezolano elija libremente otro presidente y un nuevo sistema de gobierno, económico y social. Lo que hace el chavismo es prolongar su agonía. Y propiciar una salida violenta de la crisis, porque su defunción es inevitable.