El miércoles mientras revisaba por última vez las páginas de la edición del día siguiente me pasaron la portada de la sección Internacionales, la noticia principal ahí decía “Chávez quiere gobernar por siempre”.
Después de superar mi primera reacción que fue de rechazo ante la estupidez de estos dictadorzuelos que llegan a pensar que sólo ellos pueden liderar sus respectivos países, empecé a atar cabos.
Es cierto que Chávez ha dicho muchas veces que quiere quedarse mucho rato en Miraflores. Antes decía que hasta el 2020, pero ahora parece que ese año lo ve muy cerca y habla del 2030 (otro defecto de estos megalómanos, creen que son eternos).
Antes Chávez hablaba de que necesitaba todo ese tiempo para consolidar “la revolución bolivariana”, pero ahora el Presidente venezolano tiene otro “incentivo”.
Desde hace años se habla de las conexiones de Chávez con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y desde marzo del año pasado, con la famosa computadora recuperada a “Raúl Reyes”, esos nexos se han confirmado; pero lo que es peor, parece que hay indicios de algunos nexos de Chávez con la organización terrorista vasca: ETA.
Y esto ya ha pasado de ser una suposición, con el auto de procesamiento del 24 de febrero de este año, de un juez de la Audiencia Nacional de España, en el que se señala como sospechosos de una serie de delitos no sólo a miembros de las FARC y de ETA, sino, lo más importante en este caso, se acusa a Arturo Cubillas Fontán, señalado como “responsable del colectivo ETA en América… quien vive en Venezuela desde 1987 y que trabaja en el Ministerio de Agricultura” de Venezuela actualmente.
Cubillas, entre otros delitos, es señalado por “conspiración para cometer homicidios terroristas”, por lo que el juez le ha pedido a Venezuela que lo extradite, y debido a que Chávez se ha negado, entonces el Presidente debería querer gobernar “por siempre”, porque de probarse algún tipo de colaboración con ETA, su investidura será lo único que lo mantendría fuera del alcance de la justicia española.
Una vez fuera de la Presidencia, Chávez, como le pasó a Pinochet, estará en problemas, pues el artículo 23.4 de la Ley del Poder Judicial español dice: “Será competente la jurisdicción española para conocer hechos cometidos por españoles o extranjeros fuera del territorio nacional susceptibles a tipificarse como algunos de los siguientes delitos: b) terrorismo”.
Y no crean que Chávez se está tomando esta situación a la ligera, pues a pesar de sus bravuconadas ante la solicitud de extradición de Cubillas, la verdad es que está tratando de “componer” el asunto.
A finales de marzo no dejó pasar del aeropuerto al vocero de Batasuna Walter Wendelin y lo deportó de inmediato. Batasuna es un partido considerado el brazo político de ETA y ha sido declarado ilegal.
Quién sabe si, de probarse nexos directos con ETA, ese “gesto” será suficiente para librar a Chávez de la justicia española (bueno, si no logra gobernar por siempre), pero por si acaso él está poniendo su barba en remojo. Otros, por estos parajes, deberían poner al menos su bigote en remojo y no pensar que pueden hacer (de nuevo) de este país un paraíso terrorista.
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