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Don Mariano Hernández “Tallador” posa para la cámara de LA PRENSA desde su lecho de enfermo donde recibe los cuidados de sus sobrinas y de su hermana María Hernández. LA PRENSA/LUCIA VARGAS.

Enfermo el varón de los 80 mil entierros

Momentos de mucho ajetreo tuvo don Mariano Hernández durante el terremoto de 1972, cuando le tocó asistir al entierro de 25 difuntos… en un sólo día Se le ocurrió regalar confites a los muchachitos de su barrio para incentivarlos a acompañar los sepelios de “pequeños angelitos” LUCIA VARGAS [email protected] JINOTEPE.– Aquejado por una grave enfermedad […]

  • Momentos de mucho ajetreo tuvo don Mariano Hernández durante el terremoto de 1972, cuando le tocó asistir al entierro de 25
    difuntos… en un sólo día
  • Se le ocurrió
    regalar
    confites a los muchachitos de su barrio para
    incentivarlos a acompañar los sepelios de “pequeños
    angelitos”

LUCIA VARGAS [email protected]

JINOTEPE.– Aquejado por una grave enfermedad don Mariano Hernández, el popular “Tallador”, famoso por haber asistido en lo que lleva de vida a más de 80 mil entierros, quizás no pueda estar presente en un funeral que para él sería el más valioso, el de su propia persona.

Tal vez decir tajantemente que estará ausente en su propio funeral sólo es una forma de ver las cosas, pues no dudamos que allí estará su cuerpo, y quizás su alma ronde por las cercanías apreciando la calidad que tendrá el sepelio, los llantos, la misa de ánimas, las rogativas y los nueve días de rigor.

Para mientras llega este extremo momento, don Mariano recibió el pasado 23 de junio un merecido reconocimiento a su labor humanitaria por parte del pueblo jinotepino, idea que surgió de la población al notar que “El Tallador” ha acusado ausencia en los cortejos fúnebres recientes y al constatar que sufre una seria enfermedad.

La organización del homenaje fue encabezada por doña Teresita Chávez, una jinotepina que también se ha destacado por realizar actividades humanitarias con los ancianos que han sido abandonados por sus hijos, con las mujeres desprotegidas y los niños abandonados. El homenaje comenzó con una misa celebrada en la Iglesia San Antonio a la que asistieron gran cantidad de ciudadanos de todas la clases sociales, algunos de los cuales llevaron humildes presentes al reconocido y querido Mariano.

“Con esto queremos dar a Mariano un reconocimiento por su labor humana, y porque a la gente hay que agradecerle en vida las cosas buenas que hacen”, comentó doña Teresita, al señalar que también este homenaje se enmarca con la celebración, el pasado dos de junio, del cumpleaños 88 del “Tallador”.

Don Mariano Hernández, más conocido en Jinotepe como Mariano Tallador, dedicó toda su vida a una devoción extraña pero muy humana: acompañar los funerales de cualquier difunto, fuera conocido o desconocido. Según dijo a LA PRENSA, todo comenzó cuando apenas tenía 9 años porque su mamá lo prestaba para cargar cajas de niños difuntos.

“Mucho me prestaban para ayudar en los entierros de niños y así me fui encariñando con los muertos”, dijo don Mariano, quien confiesa que con el tiempo adquirió otra costumbre, la de comprar con sus ganancias de zapatero, materiales para la confección de ataúdes, que luego almacenaba en su casa y cuando alguien llegaba a pedirle para enterrar a un deudo él los regalaba.

Don Mariano cuenta que comenzó contabilizando los entierros que se realizaban en el cementerio local, pero después asegura haber viajado a Managua, Masaya, León y otras ciudades para asistir a otros funerales, entre ellos recuerda los del doctor René Schick, Anastasio Somoza García y Luis Somoza. “Fui a grandes entierros y hasta hice fila con mi hermana María para ver de cerca al difunto”.

Su devoción era tanta que hasta regalaba cajetas a los demás chavalos del barrio para que fueran acompañando funerales de infantes. En sus relatos señala que para el terremoto del 72, en Jinotepe se enterraron en un solo día 25 cadáveres a los que acompañó sin cansarse y después prestó sus servicios en el Hospital Regional para atender a los damnificados.

Otra de las características de este peculiar personaje era que cantaba, a dúo con su hermana María Hernández, “La Agonía del Crepúsculo”, del Maestro Vega Matus, cuando el difunto era sepultado. Cuando habían varios entierros en la ciudad, dice, él acompañaba uno hasta dejarlo en el cementerio y luego se regresaba por otro.

De raíces muy cristianas este señor solía cantar a todo pulmón en los altares del templo de Santiago Apóstol. Sus purísimas eran las más famosas del pueblo, devoción que conservó durante 40 años.

Don Mariano fue entrevistado hace algún tiempo por el periodista Jorge Ramos, del cuerpo de profesionales del programa “Ocurrió Así”, hoy el Tallador representa para este pueblo un importante pasaje para las páginas de su historia, que más o menos hablarán de Mariano Tallador, de oficio zapatero, carpintero, albañil, y que en sus últimos tiempos recorrió las calles vendiendo lotería… y que tuvo la puntada de hacer compañía amorosa a miles de difuntos.   

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