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Frank Silva (centro) ayuda con alojamiento, capacitación de arbitraje y empleo en las ligas que tiene a su cargo. LA PRENSA/Cortesía

Frank Silva, el árbitro de fútbol que ayuda a los migrantes nicaragüenses 

Frank Silva ha recibido a 55 personas recién llegadas de Nicaragua y de otros países a Estados Unidos en su casa

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Desde que Frank Bosco Silva, de 52 años, entró a los Estados Unidos en diciembre de 2018 por el desierto de Arizona, siempre cargó con la esperanza de que su pasión por el fútbol sería su medio de subsistencia, y que también le permitiría ayudar económicamente a sus familiares que dejaba atrás en Nicaragua. 

Seis años después, establecido en Los Ángeles como árbitro certificado por la Federación de Estados Unidos, el balompié no solo le ha permitido seguirse divirtiendo, cubrir sus gastos, enviar dinero a sus padres y pagar la universidad de su hija que estudia en España, sino también ayudar a muchos migrantes nicaragüenses dándoles alojamiento, capacitación de arbitraje y empleo en las ligas que tiene a su cargo. 

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Ayuda humanitaria y capacitaciones  

“Por mi casa han pasado 55 personas a las que he ayudado”, afirma. “Al mismo tiempo hemos estado 24 personas, porque la casa es amplia, de dos pisos y seis cuartos, y ahí nos acomodamos. No puedo dejar a nadie en la calle”, dice. 

Todas estas personas que han pasado por la casa de Frank Silvia fueron recién llegadas de Nicaragua y de otros países, que no tenían ni siquiera un techo donde pasar los primeros días.   

“Les apoyo con techo y alimentación, cuando ellos ya pueden ser sostenibles nos coordinamos con los pagos mensuales y si desean vivir en condiciones aún mejores, también les brindo la mano para que logren volar solos. Lo más importante es que tengan sus propios ingresos y salgan adelante,” expresa. 

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De lunes a viernes, Silva arbitra alrededor de 15 partidos y los fines de semana un promedio de 16. Comenta que, económicamente como árbitro le va bien ganándose semanalmente entre 800 y 1,300 dólares. “Le damos servicio a las ligas de Los Ángeles, son muchas; también a los clubes. Abarcamos todas las categorías y edades, desde niños hasta veteranos”, comparte. 

Silva también tiene un trabajo en una tienda, pero asegura que es gracias al arbitraje que se paga el carro, los seguros, universidad de su hija en España, una pensión de su otra hija, ayuda a sus padres y a otros familiares más.  

Muchos desafíos 

Silva entró a los Estados Unidos el 30 de noviembre de 2018 y a Los Ángeles llegó tres días después. Al inicio le tocó ganarse la vida haciendo limpieza, luego laboró en una panadería y en una lavandería industrial. Ahí, cuenta, adquirió una infección en la piel que lo mantuvo hospitalizado por un mes, sol y sin ayuda y de la que sobrevivió gracias a dos cirugías.   

Como en Nicaragua Silva había sido futbolista y entrenador, luego de su recuperación decidió ir a buscar una oportunidad al conocido campo de fútbol “Coliseo” en Los Ángeles. Ahí después de tanta insistencia le ofrecieron un espacio como entrenador de un equipo infantil, pero tuvo que dejar el trabajo por limitaciones con el idioma.

Al convencerse que no podría ganarse la vida como entrenador y como tampoco no quería desligarse del fútbol, se empeñó en ser admitido como árbitro. Aunque tenía experiencia y fue entrenador certificado en Nicaragua, inició como árbitro asistente de línea, pero con los días demostró su capacidad, conocimiento e interés, permitiéndole que le tuvieran más confianza y arbitrara en el centro del terreno de juego. 

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Después de la pandemia muchas cosas cambiaron, Silva tuvo que crear un pequeño grupo de trabajo entre nicaragüenses y amigos mexicanos. Desde entonces ha formado a muchos compatriotas en el arbitraje, pero también a venezolanos, ecuatorianos y guatemaltecos. Han ido creciendo en número de capacitaciones y paralelo a ello, las contrataciones de clubes.  

Desde hace cinco años se certificó en la Federación de Estados Unidos como árbitro y desde entonces, desempeña este oficio con mucha compromiso, responsabilidad y entusiasmo, durante el día.  

“Para obtener mi certificación en este país, no tuve dificultades, me informé sobre cuáles eran los requisitos, fui a los cursos, pagué el costo del trámite. Cuando se tiene la oportunidad de estar legal, se pueden lograr muchas cosas,” enfatiza.  

Sus inicios en el fútbol 

Silva vivió en Costa Rica, pero regresó siendo un adolescente a Nicaragua. Estando en su centro de estudio se dio la oportunidad de que Florencio Leiva y Pinocho Rodríguez lo vieran jugar y lo llevaran a la primera división del Bautista en1993. Pero a los seis meses se retiró, solo estuvo en un torneo.  

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“Después de eso Florencio y Tairon Leiva, su hijo, me llamaron y me explicaron qué significaba ser entrenador y cuánto se podía ganar, me animé y me metí en este oficio. Ahora he podido corroborar que todo era cierto,” relata.  

Silva fue entrenador contratado del equipo de fútbol Walter Ferreti de Nicaragua. Eso fortaleció más su conocimiento y experiencia. 

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