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En un camarote de cemento de una calurosa celda de la galería 16 del Sistema Penitenciario La Modelo, se postra un hombre de 53 años en estado de desnutrición. Sus brazos están débiles, sus piernas enflaquecidas, su cabellera se ha caído casi por completo, con moretones en sus extremidades. Sus compañeros temen lo fatal. Cada suspiro puede ser el último para José Modesto Solís Aguilar.
Es mediados de septiembre de 2023 y tendido sobre el camarote de cemento, con las pocas fuerzas que le quedan, entre llantos, el hombre dice haber visto que la muerte llegó a su celda para llevárselo. “Literalmente, él lloró y dijo que vio a la muerte al lado de su camarote”, relata su compañero de celda, el excarcelado político José Enrique Sánchez, quien más cuidó a José Modesto desde que enfermó.
Temeroso de la muerte, José Modesto llama a otro de los presos, el sacerdote Fernando Zamora, de la Diócesis de Siuna. Le pide que ore por él, que lo bendiga y le acepte su confesión. No quiere irse de este mundo acarreando pecados.
Zamora hizo lo propio y al terminar, los casi 30 compañeros de celda esperan que José Modesto pueda irse en paz. “Estábamos devastados por él. Pensamos que de verdad iba a morir ahí, pero no pasó en ese momento. Más bien después de hablar con el padre se sintió un poco más tranquilo”, recuerda Sánchez.
Días después, los guardias de La Modelo llegaron por José Modesto. “Lo sacaron engrilletado de manos y pies. Una sola cadena. Lo trataban como animal y no podía ni caminar”, recuerda Sánchez. Se lo llevaron con rumbo desconocido y entre los demás presos se rumoraba que lo habían liberado, pero fue hasta enero de 2024 durante una visita familiar que se dieron cuenta que el hombre finalmente había muerto.
“Lo sacaron para que no se les muriera ahí en el penal, pero Modesto murió porque no le dieron atención médica cuando la necesitaba”, considera Sánchez.
Redes sociales
Cinco meses antes de morir, el 8 de mayo de 2023, José Modesto publicó una imagen con una leyenda en su cuenta de Facebook: “Cuando me muera no quiero bonitos mensajes en las redes sociales que no leeré, ni suban fotos conmigo para demostrar que me querían… lo que me quieran decir díganmelo ahora que estoy vivo y respirando”.
Desde su casa en el barrio Altagracia, de Managua, era una persona activa en sus redes sociales. Constantemente compartía mensajes o lo etiquetaban en videos que criticaban al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Nadie conoce bien la fecha exacta de su detención, pero sí aseguran que fue a finales de mayo de 2023 que a José Modesto lo llevaron a una celda del Distrito III por demandar en sus redes sociales la libertad del obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez.
Él nació el 6 de junio de 1971 y en el Distrito III cumplió 53 años. Ahí fue donde José Enrique Sánchez lo conoció y desde un primer momento lo recuerda como una persona que en medio de su delgadez no se veía tan enfermo, pero su salud comenzó a deteriorarse a partir del 9 de junio cuando fueron trasladados a La Modelo.
Primero estuvieron en la galería 17 en donde el periodista convertido en preso político Víctor Ticay lo conoció. Tiempo después los trasladaron a la galería 16. “Perdió peso rápidamente y empezaron a aparecer moretones en la piel, en las rodillas, codos”, recuerda el comunicador, quien conversaba de vez en cuando con José Modesto y entre tantas cosas le contó que había participado en marchas y levantó barricadas en su barrio en 2018.
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Por amenazas de sus vecinos sandinistas, José Modesto decidió exiliarse en Costa Rica un tiempo, pero regresó en 2019 y mantuvo un perfil bajo, indica Ticay.
En su casa montó una pulpería y hasta antes de su detención se dedicaba a atenderla para sobrevivir. También contó que toda su vida había sido miembro del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) y que participó en varias elecciones como fiscal de ese partido.
Su padre falleció en el año 2020, y su hermano Mauricio Solís Aguilar, murió el 8 de febrero de 2023, 10 meses antes de que José Modesto partiera con ellos.
Crisis y maltrato
La salud de José Modesto empezó a deteriorarse casi inmediatamente después que lo llevaron a La Modelo. “Lo trataban como animal”, insiste Sánchez. Todo empezó con una fiebre a mediados de junio seguida de una crisis de vómitos que no le permitían alimentarse con regularidad y fue perdiendo peso rápidamente.
Los presos de la celda llamaban a los guardias para que le dieran atención médica, pero no llegaba nadie, hasta que un día el hombre cayó al suelo y no se podía levantar por su cuenta. “Uno de los jefes (de La Modelo) lo quería levantar a la fuerza, pero él ya no podía”, relata Sánchez.
Sin sacarlo de la celda, los guardias mandaron a que le hicieran exámenes médicos. El hombre debía acercarse a los barrotes y sacar su brazo para que ahí le tomaran las muestras de sangre. También llegaban a dejarle frascos de muestra para orina y heces, e incluso le hicieron una muestra de hisopado. Sánchez asegura que los resultados de estos exámenes nunca le fueron entregados.
“Solo le dijeron que tenía anemia. Después le dijeron que era diabético y otro día salieron con que tenía una simple gripe”, señala. José Modesto pasaba todo el día tendido en su camarote, sin fuerzas y sin ánimo para levantarse. Los custodios lo regañaban y le decían que debía ponerse de pie, que no podía pasar acostado todo el día, pero el hombre no tenía fuerza en sus piernas.
“No podía caminar. Yo lo llevaba al baño y a bañarlo. Estaba tan enfermo que cuando se bañaba y aunque estuviera haciendo bastante calor, él decía que sentía frío”, recuerda Sánchez e indica que los guardias que lo trataban mal eran regularmente los de apellido Avendaño, Canales, Téllez e incluso uno de los jefes del penal, Rodrigo García. Se burlaban de él porque era homosexual, le repetían vulgaridades y lo obligaban a comer, pese a que todo lo vomitaba.
Por su parte, Victor Ticay recuerda que cuando José Modesto mostró indicios de “desnutrición severa”, los jefes del Sistema Penitenciario empezaron a cambiarle un poco su alimentación, pero no era suficiente. “En su momento Rodrigo García, el alcaide del penal, se puso bien preocupado porque no comía, no aguantaba la alimentación, entonces dejaron de darle solo arroz y frijoles, le ponían queso, pero ajustes más que todo, no era gran cosa”.
Incluso, en lugar de agua o refresco, a José Modesto le llevaban sopa de frijoles con bicarbonato en un vaso “para que se repusiera”, señala Ticay.
El 1 de septiembre de 2023, a los presos los cambiaron a la galería 16, pero a José Modesto todavía lo dejaron en la 17 un par de días. Estando ahí los guardias lo amenazaron con que si no mejoraba su salud, le iban a restringir las visitas familiares.
“Él se hacía el que estaba bien para no perder la visita, pero no podía ni caminar ya”, cuenta Sánchez y Ticay agrega que, para esos días, José Modesto ya no era capaz de retener orina y heces por su cuenta. Él trataba de disimular porque quería ver a su hermana que llegaba a visitarlo.
Los presos tuvieron visita el 12 y 13 de septiembre, y después de eso José Modesto ya no pudo seguir fingiendo más. Se acostó en su camarote y no se volvió a levantar. Fue para estos días que dijo que había visto a la muerte que llegaba a traerlo y que pidió la asistencia del sacerdote Fernando Zamora para que orara por él y lo confesara.
Para el día 15 ya estaba tan grave que hasta los guardias tuvieron que llamar a un médico para que llegara a la celda. Este le dio un coctel de pastillas para que mejorara, pero como tenía el estómago vacío, le provocó una crisis de vómitos y el médico sugirió que mejor lo llevaran a la enfermería y le pusieran suero. Horas después lo llevaron de regreso a la celda.
El 16 de septiembre, los guardias llegaron a sacar a José Modesto. Lo encadenaron de pies y manos, y casi a rastras lo llevaron con rumbo desconocido. Entre los presos se rumoró que lo subieron a un microbús y pensaron que lo habían llevado a un hospital porque le permitieron llevarse solamente su cepillo de dientes, pasta y jabón. Ese fue el último día que el resto de presos lo vio con vida, aunque Ticay recuerda que para entonces “ya era un cadáver prácticamente”.
Amenaza policial
Una fuente allegada a la familia de José Modesto, y que prefiere no revelar su nombre, cuenta que un microbús del Sistema Penitenciario y una patrulla policial llegaron a dejar a José Modesto a la casa de sus familiares. Estuvieron como una hora hablando con la familia.
“Los amenazaron de que no dijeran nada o lo volvían a echar preso”, indica la fuente, que recuerda haber visto a José Modesto muy débil, no se podía poner de pie por su cuenta y la familia dudaba si llevarlo a un hospital porque temían que no lo atendieran.
Trataron de mantenerlo con vida y darle atención privada en el hogar, pero su salud ya estaba muy deteriorada. “Lo sacaron muy tarde. Si lo hubieran sacado antes, tal vez lo lograban salvar, pero no aguantó”, comenta la fuente.
José Modesto falleció el 21 de diciembre de 2023. “A él lo sacaron para que no se muriera en el penal, porque hubiera sido responsabilidad de ellos. La verdad es que Modesto muere porque ellos le negaron la atención médica y sabían que iba a morir”, señala Sánchez.