Fuera de los templos, en una de las contadas procesiones que la dictadura Ortega-Murillo todavía autoriza, docenas de feligreses católicos decidieron no corear la respuesta a la consigna “¡Viva la Iglesia católica!” El hecho ocurrió durante la procesión de este 1 de agosto, en la que miles de personas acompañaban el recorrido de la imagen del santo patrono de Managua, Santo Domingo de Guzmán.
Mientras Santo Domingo de Guzmán, en brazos de los cargadores tradicionalistas, avanzaba en la procesión por el sector del Colegio Cristo Rey hacia el norte, en dirección al Gancho de Caminos, ubicado en el mercado Oriental, un promesante —confirmó LA PRENSA—, elevaba constantes consignas en alabanza a Minguito, todas las cuales fueron respondidas por los demás asistentes hasta que decidió gritar “¡Viva la Iglesia católica!”
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La consigna no fue respondida por quienes se encontraban junto al cordón policial, que cada año se ubica alrededor de la imagen durante su recorrido por la capital, y una minoría también atemorizada, se confirmó, solo respondieron bajando el tono de su voz.
El defensor de derechos humanos, Braulio Abarca, del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, destacó que la población decidió no responder porque saben “que se ponen en riesgo, sobre todo porque es una procesión totalmente custodiada. Te ponés en riesgo a que te sigan, que hagan lo que se les ocurra, porque en Nicaragua sabemos que se violentan todas las libertades, en este caso la libertad de expresión y religión, y es probable que mucha gente haya decidido callar por temor a esas represalias”.
Abarca denunció que el ejercicio “de la libertad religiosa en Nicaragua está restringido” a la voluntad de la dictadura, que en el caso de la procesión de Santo Domingo de Guzmán la sigue autorizando porque la somete a un control policial excesivo, pero a otras las limita a que se hagan dentro de los templos católicos.
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Recordó que en Nicaragua la Iglesia católica es excesivamente perseguida por la dictadura Ortega Murillo, que en los últimos años ha cerrado sus compañías religiosas, cerrado o confiscado colegios o institutos católicos, expulsado a más de 18 sacerdotes en Nicaragua y a otros los ha desnacionalizado, detenido o sometido a seminario por cárcel.
“Autocensura es resultado de la percepción de riesgos”
La defensora de derechos humanos, Haydée Castillo, desnacionalizada por el orteguismo, desde el exilio forzado resaltó que en el país se va “naturalizando la censura, que tiene un impacto directo en la emergencia de la autocensura, esto como resultado de la percepción de la ciudadanía de los riesgos que corren al expresarse libremente”.
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Sobre lo ocurrido en la procesión de Santo Domingo de Guzmán —valoró Castillo— “la gente calló por un asunto de sobrevivencia, de protección a su integridad física, y puede traer consecuencias gravísimas a la nación, no solo porque se limita la libertad individual de hablar, expresarse, criticar el ejercicio de poder, sino que la censura y autocensura inhibe el progreso de una sociedad, las habilidades de ser una sociedad en su conciencia crítica, capacidad de análisis, de afrontar los desafíos de un poder autoritario, crítica a los funcionarios de Estado”.
“En Nicaragua estamos en la presencia de un Estado fallido, autoritario, que ha conculcado todos los derechos humanos de los ciudadanos, donde las únicas consignas que se pueden decir son las que la dictadura aprueba, que la única manera de actuar debe ser en favor del sostén de esa dictadura. La manera en que el régimen está actuando en Nicaragua está lacerando profundamente la dignidad del pueblo nicaragüense”, añadió.