Carterista
La situación de Nicolás Maduro en estos momentos es la del ladrón al que agarraron robándose una cartera. Hay testigos. Quedó grabado en cámaras. Se le ve el bulto en la bolsa del pantalón. Y su única defensa es decir que esa cartera es suya, que crean en su palabra, sin demostrar nada y sin dejarse revisar para no quedar en evidencia.
Roberto Rivas
Esta es una película que ya vimos en Nicaragua. Cuando apareció Elvis Amoroso anunciando los supuestos resultados electorales, a quien vi fue al tristemente célebre Roberto Rivas, con aquella sonrisita sardónica, y un papelito en la mano en la que “alguien” le anotó las cifras que le dio la gana, para luego decir que, en tanto lo dijo el tribunal electoral, ya es la última palabra y sanseacabó. Sin necesidad de presentar prueba alguna.
Hacker
Apareció por Venezuela el “hacker de lujo” que atormentó a Rosario Murillo en 2009. ¿Se acuerdan? Desde el correo de la señora Murillo se divulgó un documento que hablaba pestes de los obispos y la Iglesia católica. O sea, un adelanto de lo que hoy dicen. Pero en aquel tiempo todavía no deseaban romper lanzas con la Iglesia y la señora se fue por lo fácil: si bien es cierto salió de su correo, eso técnicamente no lo podía ocultar, le echó la culpa a un hacker, quien, como llegado del futuro, le adivinó lo que públicamente diría 15 años más tarde de los obispos. Lección del manual: si te agarran con las manos en la masa, echale la culpa a un hacker.
Compadre
Y el “hacker de lujo” venezolano es bastante raro. O tonto. Porque se supone que el hackeo estuvo organizado por la oposición, pero todo lo que hizo solo le sirvió a Nicolás Maduro para “peinarse” las elecciones: le hizo llegar, según la versión del oficialismo venezolano, el 80 por ciento de los votos que daban ganador a Maduro contra toda evidencia y pronóstico, y le sirvió como excusa para no presentar las actas, ni siquiera las del 80 por ciento que decían tener a la medianoche del domingo. Si el hacker es “opositor”, María Corina Machado debe decirle: “¡No me ayude compadre!”
En familia
Ahora aparece Maduro y dice que ya lograron recuperar el 100 por ciento de las actas y las van a presentar. ¿Negociaron con el hacker de lujo? ¿Pagaron rescate? La cosa es que Maduro va a enseñar ¡por fin! las actas que, según él, lo declaran ganador y que contradicen las que tiene la oposición y son públicas. Lo hará, si es que lo hace, varios días después de las elecciones, lo cual por lo menos es sospechoso, y solo ante la sala electoral del tribunal de justicia integrada por puros compinches suyos. Más sospechoso aún. Igual de compinches que el tribunal electoral. Igual que los observadores que permitió. El secreto de los fraudes, si lo sabremos los nicas, es manejar todo en familia: desde el candidato hasta el que pone la banda.
Juego perfecto
Hay que reconocer que, hasta ahora, María Corina Machado y su equipo han jugado impecable. Juego perfecto. No solo ha saltado todos los obstáculos que le ha puesto el chavismo en la carrera electoral, sino que tiene prevista la respuesta a cada una de las artimañas con que le salen. No improvisan. Sabían que ocultarían las actas, la prueba madre del fraude, y tenían preparada una página web robusta, que se nutrió de un trabajo de hormiga que hicieron sus fiscales para recoger tantas actas oficiales como pudieron. ¿Cómo podrá Maduro competir con sus actas “chafas” contra las de “marca” que tiene la oposición?
Manual
Es que, si nos fijamos bien, estos tipos son predecibles. Basta estudiar el manual que usa Daniel Ortega para saber qué hará Maduro. Un manual despiadado. Cruel. Diseñado para conservar el poder a cualquier costo. Impreso en La Habana debe decir al pie de la portada.
Presos políticos
Los pasos que estamos viendo ahora también son de ese manual. Ha comenzado una cacería de opositores de todo tipo. Llenar las cárceles para vaciar las calles. Invertir los hechos con una narrativa donde los ladrones y criminales culpan a sus víctimas de sus propios delitos. Victimizarse. ¿No fue eso lo mismo que vimos en Nicaragua? Y finalmente, encarcelar a los líderes de la oposición para que se deje de hablar del fraude, o de las matanzas, para que solo se hable de la libertad de los inocentes. Esa película ya la vimos.