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¿Cómo podemos salir de la pobreza?

Siendo la pobreza la carencia de riquezas o ingresos suficientes, superarla requiere averiguar los factores que pueden aumentar estos. Enseñarlos fue lo que se propuso en 1776, Adam Smith, en su monumental obra: Una Investigación sobre la Naturaleza y Causa de la Riqueza de las Naciones. Sus indagaciones lo llevaron a concluir que la principal causa era la libertad económica, componente esencial del capitalismo.

Curiosamente casi un siglo después, Marx, el archienemigo de dicho sistema, reconoció su gran capacidad productiva en el Manifiesto Comunista de 1848: “En el siglo corto que lleva de existencia como clase soberana, la burguesía ha creado energías productivas mucho más grandiosas y colosales que todas las pasadas generaciones juntas…” ¿Quién, en los pasados siglos, pudo sospechar siquiera que en el regazo de la sociedad fecundada por el trabajo del hombre yaciesen soterradas tantas y tales energías y elementos de producción?

Lo paradójico es que Marx y sus seguidores se empeñaron en destruir el capitalismo (la burguesía) a favor de un sistema radicalmente opuesto; el socialismo, un sistema que aplastó la libertad de empresa, quintaesencia de la productividad capitalista. En consecuencia, en lugar de mejorar a los pobres se convirtió en la peor fábrica de miseria.

El siglo veinte demostraría lo dañino de este sistema y la superioridad del capitalismo. Uno de los ejemplos más notables fue el gran contraste entre las dos Alemania creadas tras la segunda guerra mundial. La comunista fracasó al punto que tuvo que construir la primera muralla en la historia de la humanidad construida no para impedir el ingreso de enemigos sino para evitar el escape de sus habitantes. Hoy Corea del Norte y Corea del Sur siguen reproduciendo lo mismo; en la primera hay hambrunas que matan a millares de sus vigilados habitantes, mientras que la segunda es una de las economías más prósperas del mundo.

Las últimas décadas, en particular, han demostrado la rapidez con que el sistema de libertad económica ha transformado poblaciones miserables en prósperas. Como las de Singapur, Corea del Sur, Taiwán y la propia China continental. Desde que dio un giro hacia el capitalismo en 1976, ha sacado de la pobreza a centeneras de millones.

Las experiencias de estos éxitos ofrecen pistas muy valiosas sobre lo que hay que hacer. La base de partida es establecer una genuina economía de mercado o un capitalismo verdaderamente competitivo, muy distinto del llamado capitalismo de cuates, donde solo prosperan los favorecidos por el poder.

Luego es clave convertir al país en un imán para las inversiones. La pobreza del país retrocedería rápidamente si Nicaragua se las ingeniara para atraer un alud de capitales y empresarios convirtiéndose en el mejor lugar para hacer negocios de toda la región. Entre las condiciones para lograrlo pueden mencionarse, sin ser exhaustivos, las siguientes:

Primero: seguridad jurídica. El país debe ofrecer un sistema legal independiente, honesto, rápido y profesional, que garantice la protección de la propiedad privada, el cumplimiento de los contratos, la solución rápida y justa de las controversias, la repatriación de capital, y la protección contra abusos de las autoridades.

Segundo: un sistema tributario favorable a la inversión, de impuestos y aforos aduaneros bajos y estables. Esto implica evitar la afición izquierdista a elevar los impuestos so pretexto de justicia social o distribución de ingresos, creando cargas sociales que más bien inhiben o ahuyentan la inversión y dejan al pobre más pobre. Tercero: la más amplia libertad económica posible, de forma que los ciudadanos puedan hacer las transacciones que libre y voluntariamente acuerden sin interferencia del estado. Esto implica dejar al mercado los precios de bienes y salarios, evitar subsidios que distorsionan la economía, y multiplicar los tratados de libre comercio.

Cuarto: reducir al máximo lo que se llama el red tape, o tramitología, así como las regulaciones, de forma que el país se convierta en aquel donde sea más rápido y fácil abrir un negocio, obtener licencias, importar y exportar, etc.

Estas y otras medidas que abordaré después podrían terminar con la pobreza que sufren los nicaragüenses en un plazo sorprendentemente rápido. Evidentemente esto no podrá ocurrir sin un gobierno que las impulse. (Continuará).

El autor es sociólogo, fue ministro de educación y es autor del libro “Buscando la Tierra Prometida”, Historia de Nicaragua 1492-2019, de venta en Amazon y librerías locales.
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Opinión
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