En abril de 2018, la vida les cambió a miles de jóvenes nicaragüenses, algunos por haberse sumado a las protestas e involucrarse en movimientos políticos o sociales, y a otros por efectos del cierre del espacio cívico y las pocas oportunidades.
Este abril se cumplen seis años desde que estalló la crisis sociopolítica en Nicaragua a raíz de las protestas que iniciaron por la falta de efectividad de la dictadura ante el incendio en la Reserva Biológica Indio Maíz; las fallidas reformas a la Seguridad Social y la represión contra quienes se manifestaron.
Tres jóvenes activistas contaron a LA PRENSA qué ha significado para ellos estos seis años, las formas en las que se han reinventado y las expectativas de cara al futuro.
Madelaine Caracas: “Renacer en el exilio desde otras trincheras”
A seis años, Madelaine Caracas, una activista nicaragüense, sigue recordando aquel 16 de mayo de 2018, en la primera sesión del Diálogo Nacional, cuando leyó ante el dictador Daniel Ortega una lista con el nombre de los asesinados en las protestas hasta esa fecha.
Caracas confesó a LA PRENSA que, pese al pasar del tiempo, aún recuerda el estrés que cargó ese día.
“A seis años ya mi voz no tiembla, ya no siento aquel dolor tan profundo en la boca de mi estómago como la vez que lo hice, pero todavía siento la presencia y el estrés que cargué ese día. Creo que el cuerpo tiene memoria y eso siempre revive acercándose estas fechas y me conecta al pasado”, señaló.
El dictador Daniel Ortega y su esposa, la vocera del régimen Rosario Murillo, asistieron a la primera sesión del Diálogo Nacional en la que se enfrentaron a las críticas y demandas de los representantes de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, bloque opositor conformado por intelectuales, activistas, defensores de derechos humanos, políticos y grupos de jóvenes que nacieron a raíz de las protestas. Caracas calificó ese episodio como un “momento espontáneo” y necesario.
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“Fue un momento espontáneo del cual nunca me arrepentiré. Es un momento que creo necesario para el grito de justicia de nombrar por quienes luchamos y hacerlos presente siempre. Cada vez que se apaga esta llama de esta sed de justicia, debemos recordar por quién lo hacemos y la memoria de quienes quisieron un mejor país”, dijo Caracas añadiendo que ese día le trae recuerdos muy dolorosos y desgarradores, aunque a casi seis años puede procesarlos de mejor manera.
La lucha ha transmutado
Caracas refirió que la crisis nicaragüense ha transmutado y que en su experiencia como joven los espacios para activismo y los escenarios también han cambiado.
“Ya son seis años y a partir del quinto año, hemos sentido un panorama distinto. Muchas personas hemos pasado distintos tipos de duelo porque la crisis transmuta. Personalmente, creo que he pasado por distintos sentimientos y situaciones”, señaló.
Sin embargo, considera que aunque desea continuar su activismo, las formas de hacerlo han cambiado, de la mano con nuevas necesidades.
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“Tuve un período con una esperanza muy alta de tener una salida muy cerca, pero conforme pasa el tiempo, también hay anhelos por encontrar nueva vida y arraigarse en otros espacios, tener la oportunidad de vivir y sin olvidar lo que pasó y que tenemos un régimen dictatorial. Los ánimos son muy diferentes. Cuando empezó la crisis tenía 20 años y hoy tengo 26. Hemos crecido forzosamente en este proceso y hemos transformado ese sentir en otras formas de hacer activismo”, remarcó.
Una de las formas en las que asegura que ha cambiado su activismo es alejarse de los espacios políticos organizados y optar por aquellos relacionados con la memoria, feminismo, arte y lo humano. En ese sentido, refirió que ahora hace activismo “desde su propia trinchera”.
“No estoy en la misma posición en la que estuve en 2020, cuando estuve muy involucrada de cara a las organizaciones políticas y estudiantiles. Ahora me veo como una ciudadana más que hace activismo desde su propia trinchera. Creo que hay muchas formas de seguir sosteniendo la lucha. Cada quien tiene derecho a escoger sus batallas y sus trincheras”, aseguró.
“¿La llama sigue viva?”
Grupos de oposición, activistas y jóvenes han reiterado que desde abril “se encendió una llama”, en referencia a la resistencia ciudadana y a las luchas de diversos grupos. Caracas expresó que esa “llama” se mantiene, aunque está “tratando de sobrevivir”.
“Yo creo que es una llama que se mantiene, aunque hay muchas tormentas y obstáculos. Creo firmemente y en mi corazón que la llama de abril sigue ahí y está tratando de sobrevivir. No es la llama más grande ni la más alta, pero es una llama constante que no se ha apagado porque existimos muchos que seguimos llevando en nuestro corazón esta sed de justicia. Evidentemente estamos en otra etapa, en un momento de sobrevivencia y adaptación”, expresó.
Enrique Martínez: “Seguir estudiando es una bofetada para la dictadura”
Enrique Martínez llegó a Costa Rica en 2018, a los 20 años, a raíz de su participación en las protestas que estallaron ese año. No fue fácil puesto que asegura que el régimen ordenó que borraran sus registros académicos de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), en la que estudiaba Ciencias Políticas.
Martínez relató a LA PRENSA que no se rindió y que terminó nuevamente sus estudios de bachillerato ante los obstáculos impuestos por el régimen orteguista al negarle sus historiales académicos.
“Llegué a Costa Rica en 2018 por apoyo de un sacerdote de la Iglesia católica. Llegué con los sueños destruidos, con una mano adelante y una atrás. Mis expectativas eran nulas y había un mar de incertidumbres. Pero en esa oscuridad que representaba el exilio, encontré el apoyo de muchos costarricenses. Los nicaragüenses me dieron la energía, pero los costarricenses me inspiraron a continuar”, contó Martínez.
Pese a las adversidades, logró ingresar a la Universidad de Costa Rica (UCR) luego de aprobar el examen de admisión. Actualmente considera que los seis años de la crisis en Nicaragua han significado resistencia y crecimiento.
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“Ha significado seis años de resistencia y mantener vivas ciertas palabras que han sido estandarte de los jóvenes: la justicia, democracia y libertad. Pero también ha significado desafíos al retomar proyectos que la dictadura arrebató en su momento y los más difíciles fueron aquellos académicos, porque se tuvo que iniciar de cero”, señaló.
Aunque advierte que muchos jóvenes se han retirado de espacios políticos, Martínez considera que continuar con sus estudios y culminarlos también es una de sus trincheras para hacerle frente a la dictadura orteguista.
“Cuando logre graduarme va a ser una bofetada para la dictadura. Porque se va a decir que un estudiante nicaragüense logró terminar sus estudios en Costa Rica y que está aportando en materia política”, dijo Martínez.
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Añadió que “mi expectativa es seguir dando la batalla contra la dictadura y contra la clase política tradicional nicaragüense. Si bien es cierto que el panorama es bastante complicado, no podemos perder la perspectiva de que debemos mantener viva la llama”.
Diana Carballo mantiene la llama de su activismo
Diana Carballo, a sus 24 años desea continuar su activismo en Costa Rica. Llegó a ese país en 2021 y asegura que nunca se vio en una situación similar. Carballo era estudiante de la carrera de Matemáticas en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua) cuando estalló la crisis sociopolítica.
Cuenta que su vida antes de 2018 se resumía en cumplir con sus tareas, algunos momentos de recreación y soñar con dar clases en la UNAN una vez egresara de su carrera.
Sin embargo, su proyecto de vida cambió en 2018, cuando se involucró en las protestas, lo que la obligó a exiliarse en agosto de 2021 en Costa Rica.
“Han sido seis años de un recorrido acelerado. Nunca me vi en esta situación y creo que nadie lo tenía planificado. Son seis años de resistencia, de estar alerta, de vivir preocupada por la seguridad”, dijo Carballo.
A pesar de las dificultades del exilio, asegura que ha sido una oportunidad para crecer y experimentar cambios. Sin embargo, remarcó que se encuentra más comprometida por defender sus ideales.
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“Yo reconozco que quiero seguir siendo activista y llevar propuestas de cambio. A mí me gustaría estar en un cargo público para cambiar Nicaragua. Es necesario que todas las organizaciones de oposición se sienten y dialoguen sobre la Nicaragua que se quiere”, dijo Carballo.
Además, llama a los jóvenes en el exilio a darle voz a las demandas de quienes están en Nicaragua y no pueden alzarla por temor a ser encarcelados.