Para Nicaragua, Román “Chocolatito” González es su último astro del boxeo, querido y despreciado por muchos, el pequeño pugilista se ha hecho viejo en el pugilismo. Tiene 36 años, y 30 ligado al ring, su mente se pelea con su cuerpo, un día quiere pelear, el otro día se aleja de los entrenamientos, en una semana define todo su futuro en 2024 que sería, según contó, su último año y, en la otra semana confiesa que no tiene ni rival, ni bolsa ni pelea firmada todavía para el combate en Managua. González, el último exponente del boxeo nicaragüense en el mundo, está en el mismo lugar de hace casi dos años: sin saber qué hacer.
En la más reciente entrevista que brindó a medios en Nicaragua se llenó de contradicciones. Dijo que estaba entrenando muy fuerte, pero confesó que su peso es de 140 libras, reveló que ya había un 80 por ciento de avance en las negociaciones para el combate en Nicaragua, el cual podría ser el último que haga en el país antes de su retiro, sin embargo, más adelante agregó que no había ni rival, ni bolsa ni contrato firmado. También semanas atrás había anunciado un combate titular en Japón para diciembre, no obstante, señaló entre risas que ni siquiera había realizado el de Nicaragua como para saber si pelearía en el país del sol naciente.
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Chocolatito pelea con sus ganas de seguir en el ring. Nunca ocultó que el boxeo era su medio de escape de la pobreza, en otras palabras, lo hacía porque no le quedaba otra alternativa y siempre lo tomó como un trabajo para ganar dinero, pero ahora González, quien ha ganado más de seis millones de dólares, tiene negocios en Nicaragua y no le hace falta nada, no tiene como principal enfoque el pugilismo, sino que lo ve como un chance de acumular una última ronda de dinero de cara a su retiro: “siempre y cuando paguen bien”, como él mismo confiesa.
Mientras la incertidumbre de que, si peleará o no ronda en los aficionados, Chocolatito ya actúa como un boxeador más retirado que activo. Tiene casi un año y medio sin pelear, cuando anuncia una pelea pasa el tiempo y no sucede, entretanto su físico envía otro mensaje, el de que quiere disfrutar de toda la gloria deportiva y económica que los encordados le han dejado a lo largo de sus años.