Algunos medios de comunicación reportan que los inmigrantes nicaragüenses en Estados Unidos (EE.UU.) que no han podido regularizar su permanencia en ese país, están temerosos ante el probable regreso al poder del expresidente Donald Trump.
Los atemoriza el discurso de Trump contra los migrantes que ahora es más fogoso, duro y ominoso que cuando su primera campaña presidencial y durante su administración de 2017 a 2021.
El fenómeno de la migración es un problema muy importante para Nicaragua, primero por la gran cantidad de compatriotas que se han marchado y se siguen yendo del país, mayormente a EE.UU. Segundo porque la cuantiosa migración nicaragüense es una grave e irreparable fuga de talento nacional, profesional y laboral en general. Tercero, porque según los expertos el 60 por ciento o más de los hogares nicaragüenses dependen del dinero de las remesas familiares que envían los migrantes. Y cuarto, porque la migración es un elemento de fricción y riesgo en las relaciones con EE.UU., porque Nicaragua ha sido convertida en una atractiva parada intermedia de migrantes de muchos países que se dirigen a América del Norte.
Uno de los ejes de la actual precampaña presidencial del expresidente Trump es el repudio a la migración y la amenaza de que actuará rigurosamente contra los migrantes ilegales que están dentro del país. Trump ha advertido que tomará las medidas necesarias para detener a todos los migrantes que sean sorprendidos cruzando ilegalmente la frontera o violando cualquiera de las leyes estadounidenses sobre inmigración.
Además, Trump asegura que establecerá prohibiciones expresas de que entren a EE.UU. personas originarias de ciertos países cuyas ideologías las califica como enemigas, especialmente a las procedentes de Gaza, Libia, Somalia, Siria, Yemen “y cualquier otro país que amenace la seguridad de Estados Unidos”.
Lo último se refiere de manera directa a los nicaragüenses, pues desde noviembre de 2018 cuando era presidente, Donald Trump declaró oficialmente que Nicaragua es una amenaza a la seguridad nacional de EE.UU. Y así se mantiene hasta ahora, porque el presidente demócrata Biden ha renovado esa sombría calificación.
Cabe agregar que por instigación o influencia de Trump, la Cámara de Representantes de EE.UU. aprobó el martes de esta semana, 13 de febrero, una resolución para someter a juicio político y destituir al secretario de Seguridad Nacional del gobierno, Alejando Mayorkas, porque supuestamente su gestión del problema de los migrantes ha sido fallida y perjudicial para los intereses nacionales estadounidenses.
El alto funcionario es un fiel ejecutor de la política de inmigración y fronteras del presidente Biden y por eso la Cámara de Representantes lo acusa de “violación a la confianza pública” y “negativa sistemática y deliberada a cumplir con la ley”. Mayorkas es una víctima propiciatoria del trumpismo antinmigrante, pues él mismo pertenece a una familia de inmigrantes cubanos que huyó de la dictadura comunista de Cuba y se estableció en EE.UU. De allí que el presidente Biden calificara la decisión de la Cámara de Representantes contra Mayorkas como un “descarado acto de partidismo inconstitucional que ha apuntado a un servidor público honorable para realizar pequeños juegos políticos”.
Es muy poco probable que Mayorkas sea destituido, como quieren los republicanos antinmigrantes, porque la decisión tiene que ser aprobada por el Senado en el que el Partido Demócrata es mayoritario. Y además solo lo podría hacer con los votos de dos tercios del total de los senadores.
Sin embargo, el caso es una muestra significativa de la precaria situación política, social y humana de los inmigrantes no legalizados en EE.UU. Y justifica su gran temor al regreso del expresidente Trump a la silla presidencial.