El pasado lunes veinte y nueve de enero publiqué un artículo que titulé: ¿Remontará Donald Trump los escollos para llegar a la Casa Blanca? En él retraté lo que pienso de su persona y de los motivos que lo animan para tratar de convertirse en su inquilino por cuatro años más. Cuando escribo un artículo y este tiene una buena cantidad de lectores y amigos que me llaman dándome su opinión sobre el tema, suelo decir que tuvo buena venta y el artículo en referencia tuvo muy buena venta.
Muchas de las llamadas fueron para pedirme que, para ser ecuánime debería escribir lo que pienso de un segundo periodo en la Casa Blanca del presidente Joe Biden, sugerencia que acepté por considerarla valedera y que cumplo con este artículo.
Creo que su presidencia ha estado colmada de retos nacionales e internacionales, desde mi óptica ha sido un presidente que ha hecho y continúa haciendo la tarea, pues entre otras cosas le ha tocado enfrentar la migración masiva y dada las circunstancias la ha ido sorteando, aunque no se decide a entrarle a las causas de la misma. En temas económicos no le ha ido mal, por lo que me enfocaré en el ámbito internacional. No cabe duda que la participación de los EE.UU. en la defensa de la democracia de Ucrania ha impedido que la invasión rusa a ese país haya tenido éxito, su apoyo decidido a Israel también ha sido decisivo y creo que continuará a pesar de las críticas internacionales.
Pero hay un reto que todavía le queda pendiente de resolver y en el que está empeñado su prestigio y el de los Estados Unidos como nación y que, de no resolverlo satisfactoriamente podría costarle el segundo mandato al que aspira. El reto al que me refiero es la Venezuela de Nicolás Maduro.
Entiendo la complejidad de dicho reto, pues Venezuela por su petróleo y las circunstancias internacionales que lo rodean, es difícil de masticar. Algo que los chavistas de Nicolás Maduro lo saben, razón por la que decidieron jugársela desconociendo el compromiso adquirido en Barbados el diecisiete de octubre del año pasado, la administración Biden firmó un acuerdo que permitió la excarcelación de los sobrinos de la esposa de Maduro, de uno de sus principales colaboradores y la suspensión de varias sanciones a su gobierno (el de Nicolás Maduro) todo esto solo por la promesa de permitir elecciones libres, sin inhibiciones de ningún tipo a los opositores y supervisadas por la comunidad internacional. Promesa que hasta la fecha según las noticias internacionales no piensa cumplir amparado en subterfugios legales de instituciones de gobierno a su servicio.
Pero en realidad lo que haga o deje de hacer Nicolás Maduro no me importa, lo que sí me importa y que es el motivo de este artículo, es analizar la capacidad de Joe Biden para gerenciar por cuatro años más el país más poderoso de la Tierra y su capacidad para seguir siendo el sheriff del mundo.
Hasta donde mi memoria alcanza, los norteamericanos son muy respetuosos con los acuerdos o compromisos que adquieren como nación, para mencionar uno solo, les recuerdo el compromiso adquirido con Rusia después de la crisis de los misiles en Cuba, dicho acuerdo consiste en no invadir ni apoyar ninguna invasión a Cuba y lo han cumplido hasta el día de hoy. Por eso la pregunta de si hay algún precio que pagar por burlarse de un compromiso adquirido como nación, con el país más poderoso de la tierra, sobre todo, en tiempos de elecciones en que los opositores a Joe Biden harán uso de todo para desacreditarlo, por su edad (octogenario) y por permitir que se burlen de él y por ende de los Estados Unidos.
Al momento de escribir este artículo solo se sabe que el secretario de Estado ha dicho que Maduro y su gobierno tienen hasta el mes de abril de este 2024 para cumplir el acuerdo de Barbados. La repuesta del presidente de la asamblea venezolana fue que el gobierno del presidente Joe Biden se meta su acuerdo donde no da el sol, que Venezuela es un país soberano e independiente. Así que será hasta abril que les diré si el señor Biden está calificado para seguir gobernando o hay que mandarlo a un asilo.
El autor es analista político y directivo nacional de las Fuerzas de Veteranos de Guerra de la Resistencia Nicaragüense.