El crecimiento económico depende cada vez más de factores externos, especialmente de las remesas y los ingresos por exportaciones. El Banco Central de Nicaragua (BCN) ajustó al alza las perspectivas económicas para el cierre de este año, al elevar su rango a entre 3 y 4 por ciento, ligeramente superior al 2.5 y 3.5 por ciento inicialmente.
El ingreso récord de remesas, las exportaciones, el turismo y la inversión extranjera serán los impulsores de la expansión económica prevista por el Banco Central de Nicaragua, que en sus cifras admite que dicho dinamismo será contrarrestado por el estancamiento en la tasa de desempleo y el elevado nivel inflacionario, que sigue sin dar respiro a los nicaragüenses.
La tasa de desempleo la mantiene en un rango de entre 3 y 3.5 por ciento, prácticamente similar al 3.5 por ciento del año pasado. El máximo emisor bancario atribuye ese resultado a rezagos todavía de la pandemia. Prevé que “gradualmente vayan desapareciendo los desajustes del mercado laboral originados por la pandemia, en particular, los desequilibrios entre oferta y demanda laboral que se han expresado en una reducción de la participación laboral”.
“Mientras la dictadura sigue su campaña embustera sobre presuntos éxitos económicos, centenares de miles de familias sufren subempleo, salarios de hambre, pobreza: ¿Cómo es eso de que el INSS perdió 13,500 afiliados en los últimos 6 meses? Lo informa el Banco Central. ¿Qué clase de crecimiento económico es ese crecimiento económico que más bien lanza trabajadores a la calle?”, se pregunta el economista y analista político, Enrique Sáenz, en su sitio de Facebook.
Hasta agosto de este año, según el BCN, la tasa de desempleo se ubicó en 3.2 por ciento, la cual consideró “baja”, “acompañada de estabilidad en el empleo formal. No obstante, se mantiene el rezago del mercado laboral respecto al ritmo de la actividad económica, evidenciado por la menor participación laboral en comparación a los niveles previos a la pandemia”.
Además del estancamiento en la tasa de desempleo, la inflación sigue siendo asfixiante para la economía de bolsillo, aunque el régimen asegura que esta ha empezado a dar “señales de una desaceleración gradual” al situarse en 7.46 por ciento, lo cual es alta y persistente.
Lo anterior lo atribuye a “factores estructurales y rezagos en el traspaso de precios internacionales a los precios nacionales”, sin embargo, no explica cómo Nicaragua siendo la economía más pobre de Centroamérica y la que más produce, tiene la tasa inflacionaria más alta del istmo.
Al finalizar este año, el Banco Central espera que la inflación se mueva en un rango de entre 6 y 7 por ciento, aunque esto dependerá de que continúe “la disminución de la inflación internacional, y las perspectivas de un buen ciclo de producción agropecuaria” en Nicaragua. Cabe mencionar que este último ya está amenazado por la sequía que se está sintiendo en el interior del país como consecuencia del impacto del fenómeno del Niño.
“Adicionalmente, toma en cuenta las políticas de subsidio del Gobierno para contener el incremento del costo de vida de la población y la baja tasa de deslizamiento cambiario vigente, además, se espera que el marco de política fiscal, monetaria y cambiaria a nivel doméstico continúe apoyando la estabilidad de precios”, agrega.
Lo que sí es cierto es que el ingreso de flujos externos siguen permitiendo que la economía permanezca estable. En el informe de perspectivas económicas recién divulgado por el BCN señala que los dólares que están llegando del exterior están inyectando dinamismo y estabilidad en el mercado cambiario. “Así, dada la mayor oferta de dólares, una política monetaria consistente con las tasas de interés internacionales y la posición en córdobas de los bancos y el Gobierno propiciaron que por cuarto año
consecutivo se registrasen compras netas de divisas del BCN en la mesa de cambio y se mantuviera una brecha cambiaria baja y estable en el mercado”.
Todo lo anterior ha permitido que el Banco Central siga acumulando Reservas Internacionales Brutas (RIB), hasta alcanzar un histórico 5,157.3 millones de dólares hasta agosto de este año, “fortaleciendo la capacidad para resguardar el régimen cambiario vigente”.
Los recursos externos también están ayudando a mantener con buena salud la balanza de pagos. Se prevé un superávit de cuenta corriente de la balanza de pagos de entre 4.5 y 5.5 por ciento del PIB, “sustentado en la evolución de las remesas, turismo y exportaciones de mercancías. La proyección de acumulación de reservas internacionales se ha fortalecido, consistente con las proyecciones fiscales del Gobierno y del resto de balances macroeconómicos”.
Por otra parte, el Gobierno asegura que los balances del sector público se mantienen equilibrados, con crecimiento de los ingresos tributarios y una política prudente de gasto público. Es por ello que el Sector Público No Financiero (SPNF) refleja superávit (después de donaciones) en el acumulado enero y junio de 2023, al igual que en el acumulado de los últimos 12 meses.
Asimismo, se ha mantenido un financiamiento apropiado, tanto de fuentes externas como de internas. En este contexto, la deuda pública a PIB ha disminuido, ubicándose en 60.7 por ciento al mes de agosto, resaltó.
Entre los riesgos que el Gobierno observa figura que los conflictos geopolíticos ocasionen aumentos en los precios del petróleo y los alimentos, “generando presiones sobre los precios domésticos, y los efectos del endurecimiento de la política monetaria global para contener una inflación más persistente, lo que pudiera desacelerar aún más la dinámica de producción mundial y afectar las exportaciones. En el país, también persisten los riesgos relacionados a los eventos climáticos”.
