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En el marco del 78 Período de Sesiones de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), que se desarrolla en la sede de la organización en Nueva York, Estados Unidos, el canciller de la dictadura, Denis Moncada, ha sostenido una serie de encuentros con sus homólogos de países “amigos” del continente africano y asiático.
Moncada se reunió el lunes 18 de septiembre con los cancilleres y ministros de Laos, Siria, Singapur, Uganda, Eritrea, Samoa y Venezuela. Y el jueves 21 de septiembre, continuó sus encuentros con Catar, Chad, Argelia, Burkina Faso, Senegal, Mozambique y Tonga.
Unos “hermanos” lejanos en todo menos en el autoritarismo
Sobre estos encuentros, la cogobernante y vocera del régimen, Rosario Murillo, dijo que están “sosteniendo, intercambiando con países y pueblos hermanos en el entendido y en el afán y en el compromiso de crear el mundo nuevo que todos queremos”.
A criterio de exembajadores y un politólogo, la política internacional de la dictadura de Daniel Ortega de acercarse a estos países que no representan ninguna oportunidad de inversión ni cooperación para Nicaragua, responde a una “estrategia” para compensar el distanciamiento de países democráticos, sobre todo de América Latina, además de sumar votos en Naciones Unidas con países con los que coincide por el modelo dictatorial o autoritario, donde los derechos humanos están en segundo o tercer plano.
Arturo McFields, exembajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos (OEA), afirmó que la dictadura no tiene una política exterior definida. “Lo único que hay es sumar votos para tener un respaldo en Naciones Unidas y en algunos foros internacionales, siempre y cuando estas relaciones no quieran tener algún tipo de incidencias en las decisiones internas”.
McFields señaló que en 2018 cuando estalló la crisis sociopolítica en Nicaragua, el país cambió, y con ello cambió la diplomacia y su política exterior.
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El politólogo y ex preso político desnacionalizado, Félix Maradiaga, coincidió en que “el régimen claramente entiende que estos países están muy alejados de la realidad económica y social de Nicaragua, y no tienen ningún peso comercial para el país, pero aún así tienen un voto en la Asamblea General de la ONU. Esto es lo que en gran parte explica estas reuniones”.
Por su parte, el analista político y exembajador nicaragüense, José Dávila Membreño, considera también que Ortega no tiene una política exterior en función del país, del bienestar económico ni del desarrollo ciudadano. “Sus relaciones internacionales y política exterior están exclusivamente en orden a lo ideológico, o sea a gobiernos y dictaduras que piensan como él, ahí es donde ha hecho el énfasis y ha aumentado sobre todo a partir de la misma invasión de Rusia a Ucrania“, manifestó Dávila.
Por otro lado, McFields recordó que Ortega está huérfano de relaciones internacionales, en especial de Latinoamérica, “y por eso está buscando relaciones con países que no conocen nada sobre Nicaragua, principalmente en la África dictatorial y en países de Asia”.
La política exterior de la Administración Bolaños
Durante el gobierno de Enrique Bolaños (q.e.p.d.), la política exterior de Nicaragua estaba enfocada en expandir las exportaciones, logrando así el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (DR-Cafta) y el Acuerdo de Asociación entre Centroamérica y la Unión Europea (AdA), y a diferencia de la dictadura, estaban enfocados en mantener una política de acercamiento con los países democráticos y conseguir a través de ellos un apoyo a la cooperación externa que recibía Nicaragua, explicó el excanciller Norman Caldera.
Caldera, quien fue canciller bajo la Administración de Enrique Bolaños (2002-2007), destacó que “el DR-Cafta es obra del ingeniero Bolaños, luego del acuerdo de Asociación con la UE”.
“El Cafta lo buscamos recién electo don Enrique, en diciembre de 2001, él le llevó el tema al presidente (George) Bush, y él nos mandó donde su canciller, y ahí comenzó la historia del Cafta”, mientras que “en mayo de 2022 le tocaba a España, igual que hoy, la presidencia de la UE y en Madriz de ese año, también en nombre de Centroamérica, porque a Nicaragua le tocaba la presidencia del SICA, le pedimos a la UE el Acuerdo de Asociación, de manera que el primer enfoque era de libre comercio, aumentar las oportunidades para los productores expandiendo los tratados de libre comercio y se consiguió”, explicó Caldera.
El flujo de cooperación externa y su caída con el retorno de Ortega al poder
De acuerdo con Caldera, también consiguieron múltiples apoyos de cooperación externa. “22 países, cada uno montaron su programa de cooperación y alrededor de cinco o seis, programas regionales que también traían su colaboración. Se consiguieron más de 500 millones de dólares en cooperación al año en aquel tiempo”.
“Básicamente eran proyectos que se fueron validando con las comunidades, con las alcaldías, con los ministerios que al final hicimos un trabajo tan eficiente que la comunidad internacional apoyó que lo que sobrara de determinado programa de la concertación de la cooperación con los donantes se le pasara a Nicaragua para apoyo presupuestario. Y se consiguieron por ejemplo en el año 2005 alrededor de 75 millones de dólares líquidos que pasaron directamente al presupuesto del país”, agregó Caldera.
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Ese fluido apoyo, explicó Caldera, “nos obligaba a tener un programa de transparencia de la cooperación, donde todos los donantes podían ver como se estaba utilizando todo el dinero que ellos habían facilitado. Con 24 horas de diferencia podían encontrar hasta donde estaba el último cheque”.
Sin embargo, ese programa fue desmantelado en 2007, tras el retorno de Ortega al poder. “Obviamente se cayó la cooperación”, lamentó Caldera.
“Claro, ellos (el régimen orteguista) estaban recibiendo cooperación a manos llenas de Venezuela, eso les interesaba más que las sumas de los países democráticos que habían estado ayudado a Nicaragua hasta entonces”, dijo el excanciller.
No obstante, “al fin la gallina de los huevos de oro dejó de poner”, dijo Caldera en referencia a la caída de la cooperación venezolana en 2012, como también cayó la cooperación externa, tras los episodios de insultos de la dictadura hacia Holanda y la Unión Europea.
“De manera que ahí comienza la desavenencia de la comunidad internacional por el lenguaje poco diplomático que tenía la cancillería de Nicaragua”, indicó Caldera.
Ortega ha militarizado la política exterior de Nicaragua
“Nicaragua fue militarizada. Las alcaldías, el poder judicial, el Ministerio de Salud, todo, y eso incluye la política exterior. La prueba más palpable es que la diplomacia es dirigida por un general en retiro”, señaló McFields.
El exdiplomático agregó que, en las diferentes áreas del Ministerio de Relaciones Exteriores, se ha contratado a “bastantes militares, que realizan espionaje de inteligencia militar para evitar traiciones dentro de la diplomacia”.
La fascinación dictatorial de Ortega
Maradiaga, por su parte, señaló que la mayoría de esos países africanos y asiáticos han sido gobernados por regímenes autoritarios en diferentes momentos de su historia.
“Esto implica un control centralizado del poder y una limitación de las libertades individuales y políticas. También se enfrentan a críticas y preocupaciones sobre la protección de los derechos humanos, como la libertad de expresión, de prensa y de reunión”, opinó Maradiaga.
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El régimen utiliza la política exterior como una herramienta para reforzar su control autoritario sobre el país. En otras palabras, si por contraste la política de Bolaños se concentraba en la atracción de inversión y crecimiento económico, la de Ortega apunta a crearse una muralla de protección para su dictadura.
Dávila expuso que el sometimiento de Ortega a la política exterior de Rusia y a todos los países adláteres a este país es realmente de graves consecuencias para Nicaragua, “porque la política exterior nicaragüense, o sea su marco de relaciones internacionales debe estar encuadrado para buscar el desarrollo del país, económico, tecnología, de democracia, eliminar la pobreza, mejorar el medioambiente, pero a Ortega no le interesan estas cosas para Nicaragua, solo le interesan sus camaradas ideológicos, estar bien con los populistas, con los gobiernos dictatoriales que hay en el mundo”.
Una diplomacia desastrosa y maleducada
Por otro lado, Dávila, quien fue embajador de Nicaragua en Alemania y Suiza durante el gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro, entre 1994-1997, manifestó que la diplomacia (el estilo con que se lleva a la práctica la política exterior) de Ortega es totalmente contraria a los cánones que existen para tratar a los demás países.
“Ortega tiene una diplomacia desastrosa, maleducada, y por eso cuando hay un evento como el de Naciones Unidas le toca hablar con países pequeños, que no tienen ningún impacto mundial, pero a los que pueden acercarse para que estén a favor de ellos”, agregó Dávila.
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Sin embargo, insistió en que “no sirven esas relaciones con esos países que ha estado hablando el llamado canciller en la Asamblea de Naciones Unidas. No sirve que esté sometido a Rusia, a China, a Irán, a Cuba, a Venezuela. Eso no le sirve a Nicaragua ni al pueblo nicaragüense”.
Por su lado McFields explicó que “diplomacia en esencia es hablar, conversar y esta dictadura no conversa, y los embajadores se vuelven meramente ejecutores por temor a no durar en el cargo”.
Ortega admira a Bukele
Dávila también se refirió al acercamiento de Moncada hacia el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, “que tiene una popularidad cuatro o cinco veces más que Ortega. Sin embargo, está tratando de hacer alianzas, todo para realmente llevar agua a su molino”, criticó.
Al respecto, McFields expresó que “Ortega no tiene amigos, aliados, compañeros de lucha en América Latina. En la región lo ven como un tipo irracional con el que no se puede dialogar, está huérfano en la región, por eso de repente trata de conseguir algún tipo de acercamiento desesperado como lo hemos visto estos últimos días con Bukele”.
El exdiplomático afirmó que Ortega admira a Bukele, “admira el autoritarismo que tiene, admira la fuerza y la popularidad que tiene, y quiere acercarse. El canciller se tomó una fotografía con él, el gobierno de El Salvador no ha ahondado sobre ese tema, mientras que el régimen la ha publicado en todos sus medios”, dijo McFields.
Los errores de Ortega
Según McFields, “la diplomacia se trata de tener un millón de amigos. En diplomacia buscás abrir puertas y no cerrarlas, tener puentes, nuevas relaciones que te sean útiles y beneficiosas para ambas partes, pero Ortega hace totalmente lo contrario”.
Caldera coincidió en que, en política internacional, el régimen ha cometido muchos errores, como por ejemplo sustituir a Taiwán por China, “que no ha respondido de la forma en que ellos pensaron en que iba a responder”.
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Además Caldera señaló como error los ataques contra la Iglesia católica y el encarcelamiento del obispo de la Diócesis de Matagalpa, Rolando Álvarez, y su rompimiento con el Vaticano. Sumado a esto, los conflictos con los mandatarios de Colombia, Chile, y el cuerpo diplomático acreditado en Nicaragua de la UE y Estados Unidos.
Para Caldera, la postura de Ortega busca “mandar un mensaje de intolerancia total y de cerrazón a la posibilidad remota inclusive de establecer un diálogo con cualquier persona, no hay diálogo con la Iglesia, no se aprovechó la oportunidad de establecer un diálogo con el Vaticano. Últimamente se le hicieron desaires a la diplomacia brasileña al punto de que el presidente Lula ya reaccionó uniéndose a las voces críticas que hay contra el Gobierno de Nicaragua en las Naciones Unidas, en el área de derechos humanos”.