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Eyder Peralta, corresponsal de National Public Radio (NPR, Radio Pública Nacional) de Estados Unidos. LA PRENSA / CORTESÍA

“Como si estuviera retrocediendo en el tiempo”. Periodista cuenta lo que vio al lograr entrar a Nicaragua

El periodista Eyder Peralta nació en Nicaragua y es corresponsal de NPR. Es el primer reportero que logró entrar al país en un año

El corresponsal de National Public Radio (NPR, Radio Pública Nacional) de Estados Unidos, Eyder Peralta, es el reciente periodista de un medio extranjero que logró burlar las restricciones que la dictadura de Daniel Ortega ha impuesto para prohibir el ingreso de cualquier persona ligada a medios de comunicación. Peralta entró al país de forma legal a través de un puesto fronterizo remoto.

El periodista de NPR nació en Nicaragua y cuenta con un pasaporte nicaragüense y describió que la primera impresión que tuvo al cruzar la frontera fue “como si estuviera retrocediendo en el tiempo, quiero decir, se siente soviético. Los carteles están todos descoloridos, en lugar de banderas de Nicaragua hay decenas de estas banderitas rojas y negras, los colores del partido gobernante”, relata en alusión a Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

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En el puesto fronterizo, Peralta entregó su pasaporte a uno de los cinco funcionarios de Migración, el primero se lo pasó a otro que estaba atrás ingresando algunos datos en una computadora y posteriormente en el celular, esa escena ya se la había imaginado una y otra vez, y estaba preparado para lo peor.

“Había pensado en lo que me preguntarían. Me los imaginé enojándose conmigo, tal vez quitándome el pasaporte, tal vez enviándome de regreso al otro lado de la frontera. Planeé este viaje durante un año y, no sé, tal vez cinco minutos después, el oficial de Inmigración viene a verme y me devuelve mi pasaporte, que tiene un pequeño comprobante de entrada. Y eso fue todo. Estaba dentro. Estaba a punto de entrar en uno de los países más autoritarios del mundo y no me hicieron ni una sola pregunta”, contó el periodista en el podcast que realizó sobre el viaje.

En el podcast (disponible en inglés) Peralta comparte su testimonio, destacando que en el país “todos viven con los fantasmas de lo que ya ha hecho este gobierno”. Mencionó el encarcelamiento del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez; el exilio de poetas y escritores, la confiscación y cierre de la versión impresa de LA PRENSA, y asimismo la confiscación de la Universidad Centroamericana (UCA).

En su cuenta de la red social X (antes Twitter), Peralta indicó que encontró “un país asfixiado por el miedo”.

“Cada vez hay menos periodistas”

El corresponsal de NPR confesó que se encontraba nervioso por entrar al país, debido a que “conozco colegas periodistas a los que han rechazado en el aeropuerto solo por ser periodistas. Y este es también un país que ha encarcelado a periodistas”.

Peralta en su visita logró confirmar el éxodo de más de 200 periodistas independientes que se vieron obligados al exilio y expresó que en “Nicaragua ahora mismo, cada vez hay menos periodistas”.

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Apuntó que estaba muy consciente que no podría realizar ninguna entrevista en público, puesto que otros colegas le habían advertido. “Los periodistas nicaragüenses me advirtieron que el Gobierno no iba a dudar en arrestarme, entonces el plan era mantener un perfil bajo”, indicó.

A Nicaragua tuvo que entrar solo con una pequeña grabadora debido a que previó que si lo revisaban y encontraban otros equipos de ejercicio periodístico le iban a impedir el ingreso.

“Nadie vive bien en Nicaragua”

Su destino era Managua, la capital del país, a donde se dirigió una vez logró cruzar el control fronterizo.

“Así que en cuanto cruzo, cogí un coche y partimos por esta carretera sinuosa. Creo que lo sorprendente es que todo apunta a la normalidad. Quiero decir, hay controles policiales aquí y allá, pero la vida continúa. La gente sale de compras. Van a trabajar, a la escuela”, describió.

El fin de semana, en específico el sábado, visitó algunos bares de la capital que estaban llenos y un club de comedia.

“Voy a este pequeño club que vende cerveza y alitas de pollo. Y entonces este tipo sube al escenario. Es un comediante primerizo y se nota que está nervioso. Estaba como agarrando el micrófono y le temblaban un poco las manos. Y pregunta ¿cómo están todos? Y todos, por supuesto, dicen, genial. El comediante dice, ¿genial? Malditos mentirosos. Nadie vive bien en Nicaragua”, compartió Peralta.

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Aunque el periodista no reveló las fechas en las que entró y estuvo en el país, destacó lo que logró ver y sentir previo al 44 aniversario de la Revolución Sandinista celebrado el pasado 18 de julio en la Plaza de la Revolución, en Managua, en la famosa vigilia.

“Cuando llego a la celebración, están reunidas miles de personas. La orilla del lago se ilumina de rojo y negro, los colores de los sandinistas. Y en el escenario está la banda oficial del régimen, Liberarte, que se lanzan a una canción llena de bravuconería. Pinta a Daniel Ortega como un gallo de pelea, armado con espadas y listo para su sangriento deporte”, recordó.

Al día siguiente, cuando por fin Ortega dio el discurso de la celebración, Peralta logró ver en la capital grandes zonas acordonadas. “De repente, una ciudad que parecía normal ahora tiene policías en cada esquina. Los puestos de control se han instalado alrededor de un estadio cerca de la casa de Ortega. Y queda claro que solo un grupo selecto de personas está invitado a escuchar el discurso del presidente”, comentó.

Celebración de la revolución sandinista el 19 de julio de 2023. Foto: Medios oficialistas

A Peralta le tocó escuchar y ver el discurso en pantallas gigantes que instaló el régimen en diferentes partes de Managua y el país.

“Termino en un parque donde la Alcaldía ha puesto una carpa y sillas. Se siente como una fiesta. La gente está bebiendo. Están charlando. Y en la pantalla grande se muestra la dinastía del país. El presidente Ortega viste una chaqueta roja exclusiva para miembros y una gorra de beisbol. Rosario Murillo, su esposa y vicepresidenta, viste un vestido rosa fluido y una visera del mismo color. Como siempre, la mitad de sus antebrazos están cubiertos de pulseras. Cada dedo tiene un anillo. Murillo siempre ha estado al lado de Ortega”, describió el corresponsal.

En medio de los simpatizantes del orteguismo, Peralta se llegó a preguntar qué pasaría si supieran que era periodista. “Por un momento siento el peso de vivir aquí. Este es un país empapado de miedo. Cuida tu espalda. Cuida tus palabras. Esperas que un vecino, un compañero de trabajo, un familiar no te traicione. Me doy cuenta de que el miedo es tan profundo que ni siquiera el presidente y el vicepresidente confían lo suficiente en sus compatriotas como para realizar una manifestación pública real”, aseveró.

Salida del país fue “un poco más difícil”

Su salida de Nicaragua fue, según dijo, un poco más difícil que haber entrado. Lo hizo a través del mismo control fronterizo remoto, sin embargo, fue sometido a una serie de interrogatorios.

“Me retuvieron durante una buena hora. Y entonces un oficial de inteligencia, un tipo súper musculoso que vestía ropa de calle y botas militares, se paró frente a mí y me dijo: ‘Cuando los tipos de inmigración terminen contigo, quiero que pases por mí’. Y tengo que decir que eso me asustó un poco. Tomó mi pasaporte y dijo que necesitaba hacer algunas comprobaciones. Y eventualmente, ya sabes, después de… ¿qué? 15, 20 minutos, se me acercó y me lanzó mi pasaporte. No dijo nada”, compartió.

Familia exiliada

Peralta reveló que proviene de una familia sobreviviente de la dictadura de Somoza y la guerra civil en Nicaragua, que los obligó al exilio. “Mi familia creía en la revolución, mi padre trabajó en la reforma agraria con los sandinistas, mi tío fue militante y mi tía fue al campo a enseñarle a la gente a leer”, precisó, en referencia a la Cruzada Nacional de Alfabetización. Su familia, dijo, se cansó del rumbo que había tomado la guerra civil y ayudaron a muchos jóvenes que huían del Servicio Militar Obligatorio a salir del país.

“A mi padre lo amenazaron de muerte y tuvieron que salir del país. A mediados de los años 80, huyeron del país. Lo mismo pasó con mi abuela paterna. Me contó que un día vinieron los sandinistas a llevarse a mi tío menor a la guerra y ella los detuvo en la puerta. Ella les dijo a los soldados: ‘Dios me dio a mi hijo, no Daniel Ortega’. Y eso fue todo. Se convirtió en enemiga de la revolución. Tuvieron que abandonar el país”, confesó.

Peralta, tras haber compartido su relato teme que pueda regresar a Nicaragua por el contexto represivo que se vive en el país. “Eso es lo que más temo. Y pienso mucho que no hice nada malo porque la Constitución de Nicaragua protege a los periodistas. Pero, siendo realistas, sé que esas cosas no importan. Entonces me pregunto si terminaré como mis padres, en alguna montaña al otro lado de la frontera, escuchando la radio nicaragüense y añorando un país que es una parte tan importante de lo que soy”, concluyó.

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