El sacerdote jesuita José María Tojeira, de 76 años, tiene más que claro que aunque Nicaragua vive un “terrorismo de Estado” bajo la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, algún día la verdad prevalecerá. Lo dice en alusión a las acusaciones infundadas que el régimen utilizó para arrebatar la personería jurídica y confiscar los bienes pertenecientes a la Asociación Compañía de Jesús y la Universidad Centroamericana (UCA).
“Hay personas que pueden vencer la verdad porque tienen fuerza física y tienen el poder, pero la memoria hace que la verdad retorne, ni siquiera la verdad la pueden destrozar porque la mentira no es un sustituto para la verdad”, afirmó el jesuita en esta entrevista a LA PRENSA, en la que aborda la situación de los jesuitas en Nicaragua, las acciones que pretenden tomar a nivel internacional y las soluciones que están estudiando para facilitar la continuidad de estudios a los exestudiantes de la UCA.
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Tojeira, nacido en España y nacionalizado salvadoreño, fue rector de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas en El Salvador. Su rostro y nombre han figurado en medios de comunicación internacionales tras haber sido designado vocero de la Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús para atender las consultas sobre la crisis que la orden a la que pertenece el papa Francisco enfrenta en Nicaragua.
La dictadura Ortega-Murillo propinó la peor embestida a la UCA el pasado 15 de agosto cuando la acusó de “terrorismo” y ordenó la confiscación de todos sus bienes, mediante el oficio girado por la jueza Gloria María Saavedra Corrales, y dos días después el Consejo Nacional de Universidades (CNU) creó e inauguró en las instalaciones robadas a la universidad jesuita, fundada en 1960, la Universidad Nacional Casimiro Sotelo Montenegro.
El 23 de agosto, el régimen orteguista canceló el funcionamiento de los jesuitas en Nicaragua y ordenó confiscar los bienes a la Asociación Compañía de Jesús, una orden religiosa de la Iglesia católica, fundada por Ignacio de Loyola, en 1540. Sus miembros son popularmente conocidos como jesuitas, y se caracterizan por realizar votos de pobreza, castidad y obediencia.
En menos de una semana la dictadura de Daniel Ortega ordenó la cancelación de la personería jurídica y la confiscación de los bienes de la UCA y la Compañía de Jesús. ¿Cómo han recibido estas noticias? ¿Y qué implican estas acciones?
Las recibimos con indignación, dolor también, creemos que la Universidad Centroamericana ha servido al país, a Nicaragua, con generosidad, alegría y esfuerzo. También ha contribuido a la cultura, al conocimiento, al pensamiento crítico y la Compañía de Jesús ha estado también detrás de la UCA como jesuitas que han hecho investigaciones importantes para Nicaragua. Por ejemplo, temas de energía solar, que hizo Julio López de la Fuente, uno de los padres ya fallecidos que trabajaba en la universidad y otros estudios importantes dentro de la cultura nicaragüense.
El Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (Ihnca) era realmente un lugar con una dotación de documentación de cultura impresionante, ciertamente en Nicaragua no había otro igual y para Centroamérica es un centro de documento importante. No nos ha gustado lo que ha pasado, pero así es la situación en un país donde el gobierno es dictatorial, no perdona el pensamiento independiente y libre y por eso ofrece este tipo de represalias.
El Ministerio de Gobernación argumentó que la cancelación de la personería jurídica de la Compañía de Jesús fue porque no informó sobre sus estados financieros de los últimos tres años y porque su junta directiva estaba vencida. ¿Qué responde ante estos señalamientos?
Año con año se fueron a presentar los informes adecuados al Ministerio de Gobernación, año con año se repetía el dar información sobre los nuevos nombramientos de la junta directiva, pero nunca nos quisieron admitir los documentos en las oficinas de Gobernación, no explicaban por qué no querían recibir los papeles.
Nosotros pensábamos que era para tenernos amenazados, para que viéramos que en cualquier momento pudieran decir “bueno no entregaron los papeles”, pero no esperábamos que fuera algo planificado para que al cabo de tres años se enterrara la personería jurídica. No dejaban presentar los papales y no los admitían.
Lo de la UCA fue diferente, mucho más imprevisto en muchos aspectos, aunque había señales tal como bajar la dotación económica que daba el Estado para becas desde el famoso 6 por ciento para la educación superior, pero una cosa es que te quiten la subvención y otra que te quiten la universidad.
¿Ustedes previeron en algún momento que la saña del régimen iba a llegar a despojarles de las personerías jurídicas y los bienes?
Desde que vimos que metieron preso al obispo Rolando Álvarez pensábamos que podían hacer cualquier cosa con las obras o personas de nuestra asociación religiosa, porque detener y mantener preso al obispo Álvarez me parece un acto de barbarie absoluta, una violación muy grave al derecho a la libertad de religión y a la libertad de expresión y uno dice “si hacen esto con un obispo con una organización religiosa pueden hacer lo que sea”.
Estábamos a la expectativa como está mucha gente que trabaja en Nicaragua que no sabe cuándo le puede caer la actitud autoritaria e inculpatoria de parte de la dictadura Ortega-Murillo.
¿Qué opinión le merece que en la UCA se haya instalado una nueva universidad con el nombre de Casimiro Sotelo Montenegro y que el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica lo hayan renombrado como Instituto de Historia Héroes de Nicaragua?
Los nombres son lo de menos, el hecho de apoderarse de una universidad y del Ihnca podíamos llamarle un acto de rapiña y de robo. El hecho grave es el robo de bienes porque están al servicio del público, que es independiente, que son parte de la sociedad civil y el arrebatamiento de los bienes lo hace (solamente) un Estado que no le interesa dialogar y que exista sociedad civil dentro de Nicaragua.
Nosotros no teníamos un cálculo del valor de la universidad, entre otras razones, porque no pensábamos venderlas, ni dejarlas. En cuanto a las propiedades de la Asociación Compañía de Jesús eran dos viviendas, una grande que se llama Villa Carmen que estaba anexa a la UCA, pero que era un terreno independiente que fue regalado; y una vivienda donde se alojaban a veces estudiantes becados y un pequeño fondo para becas, pero tampoco teníamos calculado el costo comercial de las casas porque no teníamos pensado venderlas ni dejarlas.
¿Cree que los Ortega-Murillo podrán borrar el legado de la UCA y la Compañía de Jesús?
Lo que no se puede borrar de un pueblo es la memoria y nosotros estamos dentro de la memoria histórica de Nicaragua. Evidentemente las dictaduras siempre quieren borrar las historias o inventar nuevos mitos y leyendas, pero borrar la memoria es imposible porque siempre resiste frente a las dictaduras.
Hay personas que pueden vencer la verdad porque tienen fuerza física y tienen el poder, pero la memoria hace que la verdad retorne, ni siquiera la verdad la pueden destrozar porque la mentira no es un sustituto para la verdad.
La memoria es indestructible, la memoria de la gente va a quedar, no la pueden borrar. La Compañía de Jesús está muy inscrita a la memoria de la gente y además, otra razón para que no la puedan borrar, es que este régimen no va a durar cien años. La Compañía de Jesús llevaba cien años en Nicaragua, y cien años marcan una vida, una memoria, una historia, esta dictadura no va a durar muchos años.
Se sabe que tanto Daniel Ortega, sus hijos y algunos funcionarios fueron estudiantes de la UCA y hoy son los mismos que atacan incansablemente a la universidad jesuita por supuestamente ser un centro de “terrorismo”. ¿Qué les respondería?
Judas hay por todas partes, ¿verdad?, pero a veces cuando dicen esas cosas lo que quieren ocultar es el terrorismo de Estado, no hay nada más ingenuo que querer ocultar el terrorismo de Estado y más absurdo todavía querer llamar a quienes advierten que hay terrorismo de Estado de que los terroristas son ellos.
La verdad no afecta mucho lo que digan estas personas, porque generalmente son poco creíbles e incluso los amigos de ellos que dicen que les creen no les creen. Saben que es una pequeña patraña para disculparse y no tener que reconocer sus errores.
¿Cuál es la situación actual de los colegios Centro América, Fe y Alegría, y Loyola?
Nosotros somos gente serena y seguimos trabajando en el país porque nos interesa hacer el bien a las personas y seguimos trabajando con paz y con las condiciones de Nicaragua, haciendo lo que podemos simple y sencillamente con la voluntad de resistir haciendo el bien dentro del país.
Lo que hacemos es un trabajo con jóvenes, de inculcar valores, esperanzas, de ayudar al desarrollo personal y social de las personas. La opción es trabajar y seguir trabajando. Seguimos trabajando en los colegios que están bajo nuestra administración.
¿Qué ha pasado con los sacerdotes que vivían en la residencia?
Hay casos muy diversos. Han salido algunos sacerdotes de la Compañía de Jesús, el primero que fue “castigado” fue el padre José Alberto Idiáquez, exrector de la UCA que fue a México a un tratamiento médico y se le venció el pasaporte porque el tratamiento se alargó un poquito más de lo que él esperaba y al vencérsele el pasaporte trató de tramitarlo y lleva casi tres años que no se lo han querido tramitar, se ha convertido en un exiliado en México.
Ha habido otro sacerdote que había recibido amenazas y pidió salir de Nicaragua, y ahora está trabajando en Guatemala. Y después el padre Rolando Alvarado, rector que estaba vigente cuando sucedió la confiscación, decidimos sacarlo porque teníamos miedo a que lo fueran encarcelar, porque uno nunca sabe, acusan a la UCA de “terrorista” y podían decir el rector del terrorismo va a ir a la cárcel con monseñor Rolando Álvarez que traicionó a la patria, es una palabrería absurda y risible, pero siempre hay que tomar precauciones con nuestra gente.
Hemos traído para El Salvador a dos padres ancianos: Richard Vélez, de 85 años, es nicaragüense, y Arnaldo Centeno, mexicano, de 90 años, que están mal de salud, tienen dificultades de movimientos, ambos están la mayor parte del tiempo en silla de ruedas, por lo que no veíamos conveniente ante cualquier emergencia o situación que quedaran ahí en Nicaragua.
Todos los demás que quedan son autónomos, a algunos les hemos ofrecido venir, de la gente mayor está el padre Adolfo López de la Fuente, que tiene 99 años. A él le hemos ofrecido venir para acá, pero ha dicho que quiere quedarse en Nicaragua, que él ha entregado su vida a Nicaragua y su decisión la hemos respetado.
¿La Compañía de Jesús ha tratado o tiene comunicación con la dictadura Ortega-Murillo?
Ya quisiéramos tener relación con el Gobierno al menos para pedir explicaciones, para dialogar cuáles son los problemas, que nos dijeran algo, etc. El deseo de tener un canal abierto es grande, pero ellos no quieren tener comunicación.
En la toma de la UCA lo que pasó es que llegó la Policía y les dijeron (a los sacerdotes) saquen sus cosas de las habitaciones y váyanse”, es decir es un modo de actuar donde el diálogo no aparece por ninguna parte lamentablemente.
¿Han elevado la situación al responsable provincial de la Compañía de Jesús o al papa Francisco, también jesuita? De ser así ¿qué les han dicho?
El superior general de los jesuitas es el padre Arturo Sosa que ha sido muy solidario con nosotros, nos ha escrito y ha animado. El papa Francisco se mueve a otros niveles, él está muy interesado en la liberación del obispo Álvarez que es uno de los actos más graves que ha cometido el régimen nicaragüense, después de los asesinatos en 2018.
Su santidad está evidentemente preocupado por monseñor Álvarez y también está enterado de la situación a los jesuitas porque se le comunica y nos respalda y apoya, pero él ve un poco más general toda la Iglesia, porque no solo la Compañía de Jesús que está bajo asedio y persecución en Nicaragua, sino que toda la Iglesia católica del país.
¿Qué acciones pueden tomar los jesuitas a nivel internacional?
Estamos todavía en un proceso de diálogo sobre las posibilidades de entablar demandas internacionales contra el estado nicaragüense, estamos hablando con personas de las organizaciones de derechos humanos tanto de las Naciones Unidas (ONU) como la Organización de Estados Americanos (OEA), para hacer un estudio de tipo legal.
Los jesuitas tuvieron vínculos históricos con la revolución sandinista en los años 80. ¿Qué pasó con esa relación y por qué cree que hoy Ortega los persigue?
Nosotros tuvimos una relación yo creo que positiva en algunos de los aspectos con el Frente Sandinista en los primeros años, tras el derrocamiento de la dictadura de Anastasio Somoza. Evidentemente nosotros no estábamos a favor de Somoza, estábamos a favor de una cultura más libre, más abierta, a favor de una democracia más plena. Los sandinistas prometían eso, hicieron algunas labores como la Cruzada Nacional de Alfabetización que la dirigió un jesuita, el padre Fernando Cardenal, lograron reducir el 50 por ciento de la población que era analfabeta al 13 por ciento.
Pero esa relación desapareció en el segundo período de Ortega, porque empezó a ver una lejanía, cuando empieza a querer reelegirse porque era un poco absurdo querer reelegirse cuando la Constitución lo prohibía, entonces la UCA dijo que eso no era señal de democracia, y eso los ofende enormemente que uno le critique que estén mucho tiempo en el poder.
Muchos universitarios se rehúsan a estudiar en la nueva universidad instalada en la UCA, ¿cuál es su mensaje para ellos? ¿Han pensado en brindarle opciones para que los estudiantes continúen sus estudios ya sea en otras universidades jesuitas de Centroamérica?
Hemos abierto una página web en la que se han inscrito cerca de 2,000 estudiantes que sí desearían terminar sus estudios fuera de Nicaragua o hacerlo de manera virtual. Estamos trabajando el tema con las universidades hermanas en El Salvador y Guatemala sobre las posibilidades técnica de continuidad de estudios. Estamos hablando de esos temas, respondiendo a los estudiantes y buscando fórmulas de educación virtual que pueda permitirles estudiar.
Nos han escrito una cantidad bastante grande de alumnos de la UCA, algunos profesores que andan buscando cómo culminar sus estudios de otra manera y no en la Casimiro Sotelo Montenegro.
Nosotros deseábamos que los diplomas de nuestros estudiantes llevaran el nombre de la UCA, ojalá se pueda continuar esto, estamos trabajando y ciertamente iremos comunicando lo que vayamos haciendo para las posibilidades de que continúen sus estudios.
A los jóvenes les digo que tengan ánimo, y que se mantengan libres, no se olviden de sus valores, de sus ideales, de su deseo de libertad, de tener un pensamiento libre y fraterno con los demás y cuando llegue la oportunidad ayuden al cambio.