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El pueblo vota, pero no elige

“El pueblo vota, pero no elige”, me dijo hace un par de meses en Washington, Teresa Iturri, una profesional de la medicina y tenaz guerrera contra la corrupta dictadura de su país, Bolivia. Esta frase posteriormente fue usada como subtítulo para la primera de una serie de conferencias que la Fundación Hemisférica Rubén Darío (FHERD) ha iniciado en la sede de la iglesia Scientology en Miami, sobre esta peste electoral fruto del robo de la decisión íntima del ciudadano al ejercer su derecho a elegir a sus autoridades presidenciales, a diputados o a alcaldes, por parte de los regímenes del Socialismo del Siglo XXI así como  de algunas dictaduras de la mala  derecha o de izquierda, y hasta de democracias en crisis.

El voto en la urna se ha convertido sobremanera en un producto más del crimen organizado que a diario practican las tiranías del castrochavismo. Es cierto que también lo practican otros sistemas en debacle democrática, pero es la izquierda cavernícola y pirata de los tiranos amparados en el discurso contra la pobreza las que con más descaro traicionan sueños y voluntades populares.

De otra forma no podrían sostenerse en el poder.  Imposible. Sobre todo si reparamos en lo fracasado de sus administraciones, en sus violaciones a los derechos humanos, en la elevación de una nueva y costosa capa social  (la de ellos en el poder) y en el combo de libertades institucionales suprimidas. Es por eso que convierten, como el dólar en narco dólar, el voto en narco voto, es decir en una franquicia más del opulento crimen organizado con el cual dichas castas comunistas logran sostenerse.

Este fenómeno del estudio, manejo, implementación y desarrollo del voto, en la ciencia política electoral es llamado psefología, (palabra derivada del griego que significa “piedra”, y logia que es “tratado”, “estudio”, “ciencia”; porque antiguamente los atenienses depositaban piedras en las urnas para sus elecciones políticas, tal y como magistralmente lo expuso en la conferencia ya mencionada Eduardo Arias, presidente del Partido Nacionalista Cubano en el exilio. Esto es algo que merece ser más estudiado y llevado en lenguaje sencillo a los votantes de todo el mundo, pues es prácticamente el ejercicio del voto, la única herramienta con la que los pueblos irán emancipando su derecho de elegir a quien más deseen las mayorías, sobre todo en democracias enclenques y derruidas como las latinoamericanas.

Es cierto también que bajo los gobiernos liberales y conservadores de antaño se daban estas prácticas, pero eran robos de menor cuantía y en los que el fraude quedada evidenciado por todos. Ahora, incluyendo los costosos recursos tecnológicos y sus implementaciones amañadas, más las trampas y limitaciones a partidos políticos y candidatos adversos a los regímenes castrocomunistas, el robo es monumental.

Aun en democracias estables como la estadounidense, ya se han visto impericias y pesquisas de antitransparencia en procesos electorales de las últimas décadas, así como cuestionamientos al sistema implementado en los colegios electorales y el voto ausente, lo que también obligará en su momento al debate para reformas a dicha institucionalidad electoral.

Pero si esto sucede en un país potencia mundial, qué no ocurrirá en la pobre América Latina donde los estragos violatorios a la legalidad democrática  heredados de Fidel Castro siguen implementándose a través de sus estructuras invasivas, retorcidas y represivas como el G2 cubano, llevándola de la mano a la ingobernabilidad y la filtración impositiva del comunismo, como ahora pretenden hacerlo en Guatemala a través de sus redes de espionaje político, dañando soberanías y sangrando pueblos como en Brasil, Venezuela, Nicaragua, Perú, Honduras y muchos otros países.

La democracia está y continuará estando en crisis mientras los vicios del presente se posterguen al futuro y, de entre estos, el perverso robo del voto ciudadano, el cual debería ser castigado con penas máximas.  Ya la boliviana Teresa Iturri y el cubano Eduardo Arias están listos para generar sus aportes al respecto, partiendo del hecho de que “el pueblo vota, pero no elige” y de que la psefolofía debería ser más estudiada por todos, incluso por toda la humanidad desde la infancia.

El autor es poeta y periodista exiliado en Estados Unidos. Columnista Internacional y presidente del Partido Libero Conservador Clásico (OPA).

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