A medida que los principales motores económicos —a excepción de las remesas—, flaquean, el régimen de Daniel Ortega continuó batiendo su propio récord de dinero depositado en el Banco Central de Nicaragua (BCN), consiguiendo convertirse en la primera administración con más reservas en la historia económica reciente del país.
El régimen cerró la primera mitad de este año con 56,694.8 millones de córdobas depositados en el Banco Central de Nicaragua, los que se suman a los 18,987.7 millones que hasta mayo tenía repartidos en los bancos comerciales, alcanzando un nivel máximo de 75,683 millones (un poco más de 2,000 millones de dólares).
Solo en julio el Gobierno central consiguió trasladar 2,283.7 millones de córdobas, lo que refleja la desesperación de la dictadura por aumentar sus disponibilidades en el Banco Central, a medida que se profundiza la desaceleración económica y se cumplen las perspectivas The Economist Intelligence Unit (EIU), de la prestigiosa editorial británica The Economist, de que la economía de Nicaragua va rumbo a años de crecimiento mediocre por “un entorno empresarial deficiente, un conflicto político persistente y un acceso limitado a la financiación del sector privado que pesan sobre las perspectivas de crecimiento a largo plazo del país”.
Y es que el aumento estrepitoso de los depósitos del Gobierno en el máximo emisor bancario y en los bancos comerciales no es producto de una economía boyante, puesto que los mismos datos oficiales reflejan una profunda desaceleración de las actividades, además de reducción en el ingreso de inversión extranjera, crecimiento tímido en las exportaciones totales.
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Cayó la IED
Generalmente esta cuenta de depósito gubernamental se alimenta sobre todo de desembolsos de préstamos de organismos financieros internacionales atados a proyectos, así como de sobrerrecaudación de impuestos, un aumento en este último que estaría explicado por una agresiva política de la dictadura en la captación de impuestos basado en una persecución fiscal contra el sector privado.
Hasta mayo, según datos oficiales, el Índice Mensual de la Actividad Económica (IMAE) repuntó 3.9 por ciento en el acumulado a mayo y 3.4 por ciento en el promedio anual. Ambas tasas son menores con relación al 5.2 por ciento en el acumulado en igual periodo del año pasado y 8.7 por ciento en la variación promedio anual.
Por su parte, el informe de la Balanza de Pagos del I Trimestre de 2023 que publica el BCN, detalla que entre enero y marzo de 2023 Nicaragua recibió 379.9 millones de dólares, dicho monto representa una caída del 34 por ciento en relación con los 581.3 millones de dólares que registró el flujo neto de IED en el primer trimestre de 2022.
En tanto, a junio las exportaciones generales sumaron 2,199.9 millones de dólares, con un crecimiento del 2.9 por ciento, y zonas francas 1,708 millones de dólares, para un aumento de 0.2 por ciento. La tasa de crecimiento observado en ambos regímenes está lejos de lo experimentado el año pasado. En el 2022, por ejemplo, las exportaciones crecieron 13.2 por ciento, destacando el buen dinamismo del sector, especialmente de las exportaciones bajo el régimen de zona franca (17 por ciento).
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Perspectivas de crecimiento empañadas
De hecho, The Economist Intelligence Unit señaló que en los próximos años “esperamos que el Estado apunte a los opositores del régimen a través de un intervencionismo ad hoc, principalmente en las áreas de aplicación fiscal y regulatoria”.
Y es que las perspectivas de crecimiento económico de Nicaragua están empañadas por “los conflictos políticos recurrentes y la escasa confianza en el Estado de derecho”, esto “a pesar de las oportunidades lucrativas en minería, energía y manufactura. Por lo tanto, Nicaragua seguirá siendo uno de los países más pobres de América Central”.
Pese a ese contexto adverso, el régimen en seis meses ha conseguido trasladar al Banco Central 14,480.9 millones de córdobas en sus depósitos, mientras que el año pasado en los primeros seis meses fueron 17,278.9 millones de córdobas con una economía con mejor desempeño respecto a este año.
Tal es el crecimiento estrepitoso experimentado por los depósitos gubernamentales del régimen en el BCN, que cuando este llegó al poder recibió de la Administración de Enrique Bolaños (q.e.p.d.), 3,622.9 millones de córdobas, lógicamente con una economía mucho más pequeña.
La dictadura aceleró su esfuerzo en aumentar sus reservas desde el 2018, luego que la contracción económica, como consecuencia de la represión estatal contra la población que protestaba por una reforma a la seguridad social, puso en jaque la estabilidad cambiaria a medida que las reservas internacionales brutas comenzaron a mermarse.
Sigue acumulando reservas
Desde entonces, abril del 2018, cuando los depósitos estatales sumaron 12,224.6 millones de córdobas, el régimen ha enviado 44,470.2 millones de córdobas, siendo el 2021 y 2022 los dos mejores años en acumulación de dinero. En el 2020, el régimen consiguió contratar casi mil millones de dólares en préstamos en el contexto de pandemia y las afectación de los huracanes Iota y Eta, obteniendo un alivio, ya que debido a la represión estatal se vio afectado por el endurecimiento en la obtención de préstamos de las multilaterales.
Entre los economistas hay opiniones encontradas sobre el incremento de estos depósitos. En su momento estos dijeron que era positivo porque ante las amenazas existentes, garantizaría que el Estado siga funcionando. Otros los consideran un “impuesto confiscatorio” para financiar la represión. Sin embargo, en lo que todos coinciden es que el régimen se está preparando para sobrellevar eventuales crisis.
“Desde el punto de vista de la economía, considero que ellos están previendo, de una manera correcta. En alguna medida se están anticipando a futuros efectos que pueden ser más graves, tal vez la escasez de financiamiento. Entonces están capitalizando un resguardo y apalancamiento futuro que van a requerir para mantener la actividad del Estado funcionando”, dijo un economista a inicios de junio pasado.
Para el economista y exdiputado Enrique Sáenz, estos recursos surgen de un impuesto confiscatorio que la dictadura se inventó para financiar la represión política. Explica que recientemente varios organismos internacionales publicaron el documento Estadísticas tributarias de América Latina y el Caribe, que detalla que en Nicaragua la recaudación tributaria como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) supera el 27 por ciento. Esta ubica a Nicaragua detrás de dos de las economías más grandes de América Latina: Brasil y Argentina.
“La dictadura cobra más impuestos, pero invierte menos y gasta menos. ¿Hacia dónde va ese dinero que sale de exprimir los bolsillos a los nicaragüenses o negar progreso o un bienestar mínimo? Hacia los famosos depósitos en el Banco Central. ¿Y cuál es el propósito? Prepararse con un colchón financiero ante la posible disminución de fondos provenientes de las instituciones financieras multilaterales y de otras fuentes y así disponer de fondos para costear su permanencia en el poder. Por eso le llamo impuesto confiscatorio para financiar el régimen opresivo”, refiere Sáenz.