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La crisis en Estados Unidos por el techo de la deuda

Otra vez los políticos gobernantes de los EE. UU. (los del gobierno, pero también los de la oposición parlamentaria, que son determinantes) están poniendo a su país al borde del caos.

Los políticos estadounidenses parecen darle la razón a quienes dicen que EE. UU. está en retirada y que las potencias autocráticas de China y Rusia asumirán pronto la nueva hegemonía global.

 Pero la crisis en EE. UU. no es del sistema económico capitalista de libre empresa, sino de la forma de gobernar el país y en particular del comportamiento de los políticos que toman las decisiones gubernamentales.

La crisis de estos días se debe a que si antes del próximo miércoles 1 de junio no hay un acuerdo de las cúpulas políticas para elevar el techo de la deuda pública, como lo quiere y pide el presidente Joe Biden, el gobierno se quedaría sin fondos. No podría pagar sus obligaciones en áreas estratégicas como los beneficios sociales, el aparato militar y los bonos del tesoro.

 La paralización de los pagos del gobierno afectaría la llamada renta variable, como llaman los economistas a las inversiones que no tienen una  rentabilidad asegurada y la cual no se puede saber de antemano. Es decir, eso es prácticamente toda la actividad económica de libre competencia, que se funda precisamente en el riesgo calculado que asumen los inversionistas.

Pero, además, según los especialistas la situación de impago impactaría en los mercados  internacionales con graves consecuencias negativas para la economía mundial. Fue por eso que ya en enero del presente año la secretaria del Tesoro de EE. UU., Janet Yellen, envió una carta  al Congreso instando a los diputados y senadores de ambos partidos “a que actúen con prontitud para proteger la plena fe y el crédito de los Estados Unidos”.

La agencia española de noticias internacionales, Efe, ha reportado con tono de alarma que “Estados Unidos se encuentra a pocos días de caer en una suspensión de pagos, una situación sin precedentes que amenaza con echar por tierra la recuperación de la primera economía del mundo tras la pandemia y que podría sumir en el caos a los mercados internacionales”.

Agrega que el prominente Deustche Bank “considera improbable que EE. UU. acabe incurriendo en un impago, pero advirtió que una rebaja de la calificación crediticia, como sucedió en 2011 durante la anterior crisis sobre el techo de la deuda, podría afectar a los títulos de deuda estadounidense a corto plazo, lastrar los mercados de renta variable, y espolear a los activos refugio, como el oro y el yen japonés”.

Infobae, por su parte, reportó este miércoles que “la suspensión de pagos desencadenaría un colapso de Wall Street (las bolsas de valores) y empujaría a la economía estadounidense hacia la recesión, según economistas”.

Pero no es la primera vez que EE. UU.  afronta una  situación como esta. Lo mismo ocurrió en el año 2011, cuando el país era gobernado por el presidente demócrata Barack Obama y apenas dos días antes de que el gobierno cayera en la situación de impago, el Congreso y la Administración llegaron a un acuerdo.

Tanto en 2011 como ahora, el eje del conflicto fue y es que la administración demócrata quiere seguir aumentando los gastos sociales, pero la oposición republicana se opone tenazmente. Este tema es clave en un año preelectoral, cuando los demócratas que aspiran a la reelección del presidente Biden necesitan ofrecer más beneficios a los votantes.

En todo caso, como ya hemos dicho la crisis no es del sistema económico capitalista y de libre empresa,  sino del régimen político y en particular de la clase gobernante, integrada por personas que por su naturaleza humana tienen virtudes, pero también son egoístas y anteponen sus intereses a los de la sociedad.

 El socialismo burocrático y autoritario no es alternativa al capitalismo de libre empresa, porque este no cesa de crear riqueza y además se cubre con una superestructura de derechos y libertades que dan sustento a la dignidad humana.

 Si no fuera así los grandes flujos de migración de la actualidad serían a Rusia y China, no a EE. UU. y la Europa Occidental capitalista.

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