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Doctora Yonarqui Martinez. Oscar Navarrete/ LA PRENSA.

“Yonarqui no se acaba con que le quiten un papel”

Hija de humildes panaderos, Yonarqui Martínez se graduó con mucho esfuerzo en la facultad de Derecho. Ahora la dictadura de Daniel Ortega le anuló su registro de abogada como represalia por defender presos políticos. “Con título o sin título, mi denuncia seguirá”, dice.

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Pocos abogados han hecho tanto por los presos políticos como la abogada Yonarqui Martínez. En un momento llegó a llevar hasta 150 casos simultáneamente porque no había tantos abogados dispuestos que pudieran representarlos.

Martínez, 40 años, divorciada y con cuatro hijos menores de edad, creció en el trajín de una panadería familiar. Quería estudiar Medicina pero las cuentas no ajustaban y se metió a Derecho con la esperanza de algún día mejorar su situación económica. Y lo logró. Llevando casos de forma independiente y asesorando empresas, su solvencia financiera mejoró. Hasta que llegó 2018.

Un día de abril la conmovió el llanto de una madre con su hijo preso. Decidió llevar su caso. Luego vinieron más y más, hasta que renunció a su vida de abogada solvente para escoger una vida de sobresaltos, penurias y ruptura familiar como defensora de derechos humanos. “También vinieron muchas cosas buenas”, dice.

En esta entrevista, Yonarqui Martínez, más que de casos legales, habla de su vida.

¿A qué se dedicaban sus padres? 

Mis padres tenían una panadería que era con lo que nosotros subsistíamos. Mi madre fue, pues, un pilar importante en el crecimiento y en el aporte. 

¿Trabajaban todos?

Sí, era una panadería familiar. Nosotros, obviamente, como estábamos en clase, no podíamos estar ayudándole todo el tiempo a mi mamá, entonces ella se asistía de trabajadores.

¿Y por qué decidió estudiar Derecho?

Yo tenía como la ilusión estudiar Medicina. Pero, obviamente, la carrera de Medicina trae mucha entrega, en tiempo y dinero, en cuanto a utensilios, libros. O sea, la carrera de Medicina es una carrera de entrega, pero también de recursos, y mis padres no tenían los recursos necesarios para pagarla. Y entonces mi mamá me recomendó que estudiara algo que pudiera trabajar y que ella lo pudiera costear. Estudié leyes. Terminé la carrera en el 2005.

¿Participó en alguna ocasión actividad política antes de 2018? 

Nunca participé directamente en ningún gobierno estudiantil. La UNEN siempre mantuvo una dictadura. En las universidades ellos tenían un lineamiento político, eran nombrados de dedo por el partido (Frente Sandinista) y yo nunca fui afín a ningún partido. Nunca me interesó. Sí, como becada participé en varias protestas. Participaba en las protestas de la (Universidad) Agraria para que no nos quitaran el 6%. Participaba amenazada porque los de UNEN nos manipulaban y nos decían que si no íbamos a las marchas nos quitaban la beca, nos iban a quitar los bonos para las matrículas. O sea, casi la mayoría de veces nosotros íbamos obligados.

¿Cómo fue su graduación?

Me casé en el quinto año de la universidad, y cuando me gradué ya tenía a mi hija mayor. Entonces fue el compartir con mi familia, mis padres y mi nueva familia en ese momento. Fue un momento muy especial porque era el producto de tanto sacrificio de más de cinco años. Y no solo los cinco años de la universidad, sino todo el camino que hay que recorrer para llegar a universidad: la secundaria, la primaria, el kínder… Aguantás hambre, que para comprarte un folleto no comía. O para no desajustar los pasajes o sacar las copias, muchas veces te ibas a pies a la casa. Para las personas que no tienen muchos recursos, la universidad es como una esperanza, poder este coronar tu sueño y darle una mejor vida a la familia.

¿Pudo darle mejor vida a su familia?

Yo en el 2018 ya era una abogada de nombre. Tuve casos en los cuales defendía a personas que fueron agredidos por la Policía. Fui asesora legal de banco Procredit por más de tres años y di asesorías a varias empresas. En el 2018 Yonarqui tenía un nivel económico y una posición muchísimo mejor que la que posteriormente tuvimos con tantos abates y represalias de parte del gobierno y del Poder Judicial que nos obstaculizaba el ejercicio, nos obstaculizaba el derecho al trabajo. Muchos jueces nos juzgaban por el hecho de defender presos políticos y el usuario muchas veces era el que pagaba las consecuencias. Ya era imposible trabajar por las represalias de los jueces.

¿Usted trabajó primero de forma independiente como abogada o pertenecía a un organismo?

Yo era una abogada independiente. Si tenía mi oficina y en el 2018 entré como voluntaria a la CPDH (Comisión Permanente de Derechos Humanos). Tenía personas a las que le trabajaba y les daba asesoría siempre en el en el ámbito de lo penal, de lo criminal, ese era mi espacio, y hasta antes del 2018 era un trabajo que sí traía bueno recursos económicos.

¿Cómo es que se integra entonces a la CPDH?

Mira, yo estaba en la CPDH el 25 de abril para ser exacta. Andaba trayendo una resolución de una de una denuncia de violación de derechos humanos que yo había hecho. Ciertamente, la CPDH me había dado acompañamiento en casos en los cuales había un abuso de poderes de las instituciones y abuso de poder de parte de trabajadores del Estado. Entonces había una señora que estaban llorando de manera desconsolada y eso me llamó la atención. Me dirigí a Pablo Cuevas en ese momento y le pregunté que qué tenía. Él me explicó que sus hijos habían sido detenidos, acusados injustamente de un asesinato que no habían cometido. Obviamente yo soy madre, la manera en que estas mujeres lloraban me motivó y yo me ofrecí a llevarle la defensa de manera voluntaria. Y accedieron. Luego de eso fue como que detonó. Porque se comenzaron a dar más detenciones y llegó un momento que ya tenía más de 20 usuarios y, en ese lapso, don Marcos Carmona (secretario ejecutivo de la CPDH) me ofreció que me quedara allá permanentemente.

¿Aceptó? 

Sí, acepté, porque era algo que me gustaba. Yo venía desde la empresa privada, de instituciones, y de mi trabajo independiente, entonces la empatía y el trabajo social era algo que me motivaba, era algo que me llenaba como profesional el darle la mano a los más desprotegidos, el defender a los inocentes. Entonces era una rama del Derecho que yo en su momento no le había dado pauta porque no se habían dado las circunstancias, ni la oportunidad, pero una vez que se dieron las aproveché, renuncié a todo lo que tenía y me dediqué exclusivamente a defender el derecho.

¿Cuántos presos políticos llegó a defender? 

Yo no tenía vida. Mi vida era 24/7 presos políticos. Ya no tenía ni siquiera mis hijos a cargo. Los niños los tenía mi mamá porque no me daba tiempo y el riesgo era muy alto. En el 2018 llegué a tener más de 150 presos a mi cargo. Y bueno, gracias al equipo de trabajo que tenía, a los asistentes, y a las personas que nos colaboraron en ese momento, se pudo dar una atención a cada uno de ellos, porque no podíamos permitir que llegaran abogados adeptos al régimen a tratar de desvirtuar la defensa.

Lo que nosotros siempre hemos tratado de hacer es llegar a sala de audiencia, que se respeten los derechos, que se respete el debido proceso. Que se respete la dignidad e integridad del acusado, que se cumpla con lo que dice la Constitución y el Código Procesal Penal.

¿Qué significa defender un preso político en las situaciones en que vive Nicaragua? 

Es un riesgo alto. La situación del abogado es deprimente. Cada día es como una bomba de tiempo. Lo que se te va a venir encima. Obviamente cada quien es dueño de su miedo, del riesgo que corre. Pero la satisfacción que queda es la de servir. Son más cosas positivas que negativas. 

Todo esto le cambió a usted la vida drásticamente me imagino. 

¡En todos los sentidos! Me cambió la vida para con mis hijos, porque mis hijos en un momento dejaron de estar conmigo. Fue una separación con la familia porque no todos los familiares piensan igual, no todos comparten tu compromiso social, y ellos también tienen su ideología, y un temor a que los corran, entonces te dejan de hablar. Existió mucha fracción familiar. Existió mucho dolor, pero también vinieron cosas buenas. Y para mí las cosas buenas son esa gran familia que he logrado mantener de los familiares de presos políticos que, una vez que ellos salen, siempre quedan en comunicación conmigo.

También habrá cambiado sus rutinas de vida, su forma de relacionarse con la gente, de salir a la calle, de divertirse.

Fíjate que sí, porque ya no era la Yonarqui de antes. Ya no podía andar públicamente. Existía el miedo de que los fanáticos y la misma Policía me fueran a hacer algo.  A mí me afectó mucho la separación con los niños, me afectaba a mí y eso les trajo consecuencias a los niños. Yo no asistía a la fiesta, yo no asistía a lugares públicos. Y no asistía a lugares públicos precisamente porque los fanáticos muchas veces te ofendían o la Policía llegaban y eso incomodaba a los niños. Entonces había situaciones que, por no exponerte como persona y no pasar el mal rato, vos lo evitás. Yo no visitaba amigos, ya no salía a pasear. Ya no teníamos vida. Nosotros estábamos entregados exclusivamente al trabajo de los presos políticos. También nos cuidábamos porque no estábamos exentos de que el régimen nos mandara a personas que nos hicieran algo y que después nos acusarán de que hicimos algo indebido. Me aislé por completo y, hasta la actualidad, mi círculo de amistades es bastante pequeño. No es cualquier persona la que puede acceder a mí, a la intimidad, porque siempre está el temor de que el régimen infiltre personas para hacerte daño.

¿Recuerda algún caso que le haya conmovido? 

En el momento de juicio, en sala, la sinvergüenzada, el cinismo de los policías en la mentira y la manipulación. Las violaciones a la cadena de custodia de las pruebas. Esas fueron cosas que me impactaron, de manera legal.

¿Y casos de personas que la hayan conmovido?

Del impacto humano de la violación de derechos humanos lo que más me impactó fue haber atendido a menores de edad que fueron cruelmente torturados en El Chipote, con cigarrillos en su cuerpo y que los quemaron con ácido. Yo los recibí, eran menores de 14 y 13 años que fueron golpeados y torturados salvajemente. Hay evidencia de esas torturas. A Jonathan Lira Matey le quebraron tres costillas y no lo dejaban ver. Fue uno de los menores de edad que lo trataron peor que a un adulto. También me impactó la muerte de don Eddy Montes. Yo pasé toda la noche gritando en el penal que nos dejaran ver a los presos, porque nosotros teníamos información que dentro del sistema penitenciario había un muerto. También el dolor de mirar a una persona sana y después verla parapléjica producto de tantas golpizas y torturas, como es el caso de don Justo Rodríguez y de don Eliseo Castro Baltodano. Fueron dos casos que a mí me marcaron porque ahora mismo se encuentran parapléjicos. Don Eliseo, en el Hospital Lenín Fonseca, postrado en una cama, y don Justo en la isla de Ometepe, al cuidado de su familia.

Foto Oscar Navarrete/ LA PRENSA.

El en algún momento se sintió derrotada. 

Fíjate que no, inclusive ahorita mismo que me quitaron de papel el ejercicio definitivo al Derecho yo me siento con más fuerza de seguir luchando y ahora con mucha más razón a que llegue esa verdadera justicia porque es un compromiso con las víctimas que trasciende cualquier tipo de crisis o cualquier tipo impasse. Doloroso porque, te digo, sí fue algo que me tomó de sorpresa en cuanto al tiempo… ¿De por vida? Nunca me imaginé que iba a ser de por vida, pero ahora, pues, esa es la nueva modalidad que tienen. 

Sí, el compromiso sigue. Y en ningún momento me he sentido ni me sentiré derrotada, porque si fuera por algo justo o por algo que no tengo la razón, creo que sí lo valoraría., Pero en este caso me asiste la razón, me asiste el tratar de ayudar, el tratar de hacer lo correcto. Las consecuencias que vengan por hacer lo correcto siempre las voy a asumir con mucho carácter. 

¿Cómo se explica esa represalia que sufrió? 

Eso no es más que temor y cobardía al no poder hacer nada para callarnos. Es la mayor equivocación, porque entre más daño nos hagan, más nosotros vamos a reaccionar para poder ayudar a la gente. Yonarqui no se acaba con que le quiten un papel. El papel es importante para cualquier trámite legal, pero la voz de denuncia no necesita de un papel. La denuncia la puede hacer el defensor en cualquier momento, en cualquier espacio. Esa sí va a persistir.

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COMENTARIOS

  1. Hace 11 meses

    todo mi respeto para semejante mujer valiente llena de principios y mucha moral doctora no esta sola mi nicaraguita esta con usted ANIMO

  2. Hace 11 meses

    El Frente Sandinista que gobierna actualmente Nicaragua es una organización perversa, cruel, y vengativa. ¿Ustedes creen que el Frente Sandinista ha procedido de esta forma hasta que alcanzaron el poder? La respuesta es no. Esta organización terrorista liderada por Ortega y su mujer ha procedido de esta forma desde su fundación por el finado embajador cubano acreditado en Nicaragua Quintín Pino Machado en 1960. Ortega conoció personalmente al embajador cuando estaba en quinto grado de primaria becado en el IPM (La Salle).

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