Ana Margarita Vijil es la última de seis hermanos y recuerda que su infancia estuvo marcada por el contexto político de los ochenta. Además, su padrino fue el padre Fernando Cardenal, por lo que tenía mayor contacto con lo que estaba pasando. Vijil afirmó que sintió su presencia cerca “sobándole la cabeza” los 606 días que permaneció detenida en las celdas de Dirección de Auxilio Judicial (DAJ), mejor conocida como el nuevo Chipote.
Vijil cursó su educación inicial en el Colegio Centroamérica y fue compañera de clases en toda la secundaria de la ex presa política y compañera de partido, Suyen Barahona. La educación jesuita le ayudó a tener disciplina y rigurosidad, pero especialmente a poder identificar que era una persona privilegiada en un mundo marcado por la desigualdad e injusticia, por lo que ha aportado en la transformación, tratando de cambiar las cosas.
De niña y adolescente, era una persona tímida e insegura hasta que su incursión en la política la hizo cambiar poco a poco. Aunque dice que todavía es algo tímida.
Ana Margarita Vijil fue desterrada el pasado 9 de febrero junto a otros 221 reos políticos que se encontraban en las cárceles de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
¿Cuándo iniciaste a involucrarte en movimientos estudiantiles?
Estuve en los movimientos estudiantiles de la secundaria y después en la universida. Siempre estuve involucrada en la Pastoral Social, siento que así he vivido mi espiritualidad, mi cristianismo. Muy marcado en la línea del pensamiento espiritual del Padre Fernando, él decía que si uno era cristiano tenía una responsabilidad aquí en la tierra, que la persona que estuviera a tu lado estuviera lo mejor posible.
Los jesuitas me marcaron en esa línea, eventualmente me llevo a la política. Porque al final la política es la posibilidad de ayudar de forma más sostenida a las personas, si lo haces correctamente.
El cambio con mayor profundidad fue en 2006, aunque tuve incursiones políticas antes. Esto fue cuando Herty (Lewites) se lanzó de candidato y yo conocí desde adentro al MRS. Había apoyado al MRS en 1996, mi primer voto para el partido. No me había quedado en la política partidaria, en los 2000 estuve vinculada en la creación de un nuevo partido que se llamaba: Movimiento de Unidad Nacional, liderado por el exgeneral Joaquín Cuadra.

¿Por qué el MRS, ahora Unamos?
Para comenzar me encantó su gente. Tal vez a nivel público se conocen algunas caras, pero cuando vos te metes y conoces ese liderazgo local, departamental de hombres y mujeres arrechos que ahí estaban poniendo el punto, denunciando y haciendo lo que podían. Era un programa que yo creía que combinaba la defensa de la democracia y la libertad, con la responsabilidad de crear oportunidades para la gente con todo el tema de justicia social.
Siento que su liderazgo lo creía, lo vivía, lo defendía y eso a mí me encantó, me gustó. También porque sentía que había tanto respeto a la institucionalidad en ese partido yo podía avanzar, de hecho lanzarme en elecciones en donde se iban a contar los votos correctamente y en donde podía asumir cargos de decisión del partido y, de hecho, eso fui haciendo hasta que llegue a ser presidenta del partido. Sentía que también había un liderazgo de mujeres fuertes que eran un ejemplo para mí.
¿Cómo pasa una niña tímida a dirigir un partido político?
Yo creo que para mí fue importante estar en un espacio que cree mucho en la colectividad, en liderazgos colectivos y en decisiones de grupo. Las instituciones en el partido tienen mucho poder y responsabilidades, es ahí donde se toman las decisiones en la Junta Directiva Nacional su comisión ejecutiva, las redes del partido son bien importantes.
Existe una red de mujeres con la que siempre me sentía apoyada y acuerpada, de mujeres de todas las edades. Mujeres mayores y también mujeres jóvenes, entonces te da muchas luces, tranquilidad y también apoyo; yo siento que así también fui superando mis miedos.
¿Alguna vez te sentiste en desventaja por ser mujer en este caminar de pastoral de movimientos, estudiantiles y de política?
Ser mujer en un mundo en donde las reglas están hechas para hombres, no es fácil. Yo siento que no es fácil, he tenido la suerte de estar rodeada y de aprender de mujeres fuertes, eso me ha ayudado a posicionarme en la vida. Mi mamá es mi principal ejemplo, es posiblemente la mujer más fuerte que yo he conocido en mis 45 años.
Hay una foto suya que se volvió viral donde esta siendo llevada por policías ¿Se acuerda de ese día?
Fue el 14 de octubre de 2018. Fue la primera marcha convocada por la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) y no la pudimos hacer. Fue mi primer arresto, nos llevaron al Chipote viejo, pasé unas 50 horas. Ese lugar es horrible, estábamos 10 ó 12 personas y la celda era para la mitad de esas personas. Era un lugar donde yo sentía el peso de cosas terribles.
Cuando la liberan ¿Por qué decide continuar?
Me mantiene lo mismo que me llevo la cárcel esa vez. El derecho de vivir en paz en Nicaragua, de decir lo que pensamos sin que nos quebraran la cabeza, el derecho de una sociedad que viva en paz y eso necesita verdad y justicia. ¿Cómo no iba a mantenerme en esa demanda?

Entre esa liberación y tu próxima detención que ocurre.
Mi siguiente detención fue el 16 de marzo del 2019. Otra marcha convocada por la UNAB y no nos dejaron marcar. Fueron muy violentos conmigo, me golpearon, me trataron de asfixiar, me quebraron los anteojos los antimotines. Estuve pocas horas en el Chipote Nuevo, esa vez lo conocí.
Fue la detención más violenta que he sufrido, yo quedé con resabios de claustrofobia después de que el antimotín me pusiera las piernas sobre la cara y me escapara de asfixiar.
¿Por qué no huir?
Porque sentía que no era una alternativa para mí, fue una decisión individual pero una discusión colectiva, que hicimos muchas de las que estuvimos presas ahí en el Chipote y era decir ya no más. Estaban echando presos hasta a los precandidatos, no había ninguna posibilidad de tener elecciones. Dijimos pongámosle rostro a esto y que paguen el costo político de echarnos presas, nuestra protesta va a ser desde la cárcel y así lo hicimos, las que tomamos la decisión de quedarnos.
¿Sabían dónde las llevaban?
Estaba clara que era al Chipote, aunque nadie nos dijo nada. Después supe, en mi juicio que ellos no sabían que yo estaba en la casa. Me detuvieron sin saber que yo estaba ahí, porque me vieron y la mujer que allanó dijo en público y está grabado. Nosotros no sabíamos que estaba ahí, pero cuando llegamos y la vimos llamamos por teléfono y nos dijeron tráiganla.
En mi caso no solamente no había orden judicial que era lo normal en los casos, sino que tampoco había orden policial.
¿Cuál fue la reacción en los juicios?
A mí me parecían inaudito, haberme condenado por dos o tres tweets. Una de las pruebas decía que era mi registro migratorio, pero no explicaron nunca donde fui y con quien me ví, lo ilegal de lo que yo había hecho. Otras de las pruebas era mi sigilo bancario, no explicaban nada.
Yo soy la mujer a la que condenaron por más años, tampoco entiendo el porqué. Soy la única a la que no andaban buscando. Sí, estoy sorprendida, decime quién me explica eso, no sé, pero porque a mí me condenaron a diez años, después lo bajaron a ocho, después me lo volvieron a subir a diez, después lo bajaron y finalmente, no supe.
¿Cómo fue la estadía en el chipote?
Yo iba con miedo, por supuesto que estaba con miedo. Me temblaban las piernas cuando decidí regresar a mi casa y sentarme en la mecedora, a esa hora sería mentirosa si te dijera que iba feliz y que iba sin miedo, eso es mentira, me temblaban las piernas. Yo no sabía que iba a pasar conmigo.
Nunca se me ocurrió que iba a estar, para comenzar en incomunicada con mi familia, completamente desaparecida por tres meses, que mi mamá no iba a saber nada de mí 80 días. Yo no te puedo explicar lo terrible que es tener a tu mamá agarrándote la mano viéndote las uñas para saber si te las habían quitado o no. Tocándote el cuerpo para ver si tenías alguna herida o algún moretón, es terrible.
Tampoco nunca pensé cuando nos echaron presas que iba a estar tan largo de la Dora tanto tiempo, no estuve tan largo fueron 25 metros que nos separaron.
Cuando me subí a ese avión fui directo al baño porque me estaba orinando típico, me estaba orinando, pero también porque me comencé a pellizcar para saber si era cierto. Me costaba mucho creer y que lo más emocionante fue salir de ese baño comenzar a caminar y ver a Dora subir, poder correr y abrazarla después de 606 días.
Cuando le dijeron que les quitaban la nacionalidad ¿qué pasó por tu cabeza?
Siempre voy a hacer nicaragüense, pueden decir lo que quieran. Eso no quita lo que yo soy. No lo quita y ya lo vamos a resolver también. Estamos en la etapa conclusiva y se va a recuperar toda mi identidad legal nicaragüenses.
¿Que sigue para Ana María Margarita?
Tengo un compromiso, soy activista nicaragüense y lo seguiré siendo por el resto de mi vida. Temporalmente ahorita no puedo hacerlo, pero lo voy a hacer y lo van a poder hacer cada una de las personas que quieran regresar del exilio, porque vamos a recuperar Nicaragua. Vamos a poder regresar y a tener que construir.
Nos hace falta un trecho que tenemos que trabajar, necesitamos mucha madurez, necesitamos mucha tolerancia, mucho respeto. Escucharnos los unos a los otros para poder trabajar juntos y lograr superar esta etapa.