14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Auméntanos la fe

Cuando creemos que la fe es la fuerza de la vida todo cambia. Es más, si el hombre vive es porque cree en algo. Y es verdad, la fe es el alma de la vida, el motor que mueve.

Todo va al fracaso, allí donde la fe no está presente. Quien no cree, desconfía y la desconfianza trae consecuencias muy perniciosas para todos.

Cuando una comunidad ya no cree en las personas, aunque haya gente buena, se dice: Todos son lo mismo.

Cuando unos esposos no se creen y desconfían el uno del otro, las relaciones no pueden marchar bien ni, por tanto, el hogar. Cuando los padres desconfían de los hijos y los hijos de los padres, la convivencia se hace insoportable en el hogar.

Cuando los hombres dejamos de creer en Dios, nos sentimos vacíos y sin muletas para caminar con decisión en la vida

El peor daño que nos podemos hacer es desconfiar, no creer en nosotros mismos, en los demás o en Dios porque entonces los complejos nos dominarán, la autoestima la tendremos por los suelos y nos convertiremos en unos pobres inútiles, vacíos por dentro. Creer significa que la vida tiene sentido.

Fe y confianza son dos valores esenciales y si vemos la historia, toda época en la que ha florecido la fe; ha sido brillante, valiente y fecunda.

San Juan, nos dice que “lo que vence al mundo es la fe” (1Jn.5,5). Nosotros mismos, cuando vemos a una persona dinámica, que trabaja con ilusión y entusiasmo, que no se achica ante las dificultades, solemos decir de ella: “¡Qué gran fe que tiene! ¡Por eso consigue todo lo que se propone!”

Jesús nos enseña que: “Todo es posible para aquel que cree” (Mc.9,23).

Necesitamos hoy recuperar la fe perdida y la confianza en nuestro país, en sus personas, en nuestras familias, en nosotros mismos, en nuestro Dios, en nuestra Iglesia. (Lc.17,5-10),

La fe nos hará mover montañas (Mc.11,23). “Si tuvieras fe como un grano de mostaza, habrías dicho a esta montaña: ´Arráncate y plántate en el mar´ y les habría obedecido” (Lc.17,6).

La fe nos levantará del pozo en el que hemos caído y nos devolverá la confianza en nosotros mismos.

La fe nos devolverá la esperanza, la ilusión en un futuro más lleno de luz, como le decía Dios al profeta Habacuc: “El justo vive por la fe” (Hab.2,4).

Tenemos la misión de sembrar la fe en todos los hombres: “Id por el mundo y predicad el evangelio…; el que crea se salvará” (Lc.16,15-16).

Cuando la fe, y una fe madura y formada, se adueña de nosotros, somos capaces de cambiar el mundo entero; pero, cuando la fe nos falla, toda ilusión se derrumba y nos paralizamos.

La fe es el motor de la vida que nos hace conseguir aquello que ni nosotros mismos hubiéramos soñado.

Vivimos en unos momentos de crisis muy duros y es precisamente en estos momentos cuando más necesitamos confiar en nosotros mismos, en los demás y en Dios.

La fe nos empuja a buscar ese rayo de luz que no vemos, cuando pasamos por túneles demasiado oscuros. La fe es esa fuerza que nos alienta en los momentos en que parece que todo se derrumba y asola.

La fe es aquello que nos lleva a ser solidarios, verdaderos cumplidores de nuestro deber en todo momento y decir: “Solo hemos hecho lo que teníamos que hacer” (Lc.17,10).

Con toda razón nos dice San Juan en su primera carta: “¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1Jn.5,5). Por eso, pidamos a Jesús: “Auméntanos la fe” (Lc.17,5).

El autor es sacerdote católico.

Opinión autoestima desconfianza Iglesia archivo
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí