A través del tiempo, Juan Carlos Ramírez ha aprendido a usar la presión como una fuente de motivación, en lugar de verla como un factor que reduce la efectividad de sus habilidades. El nica ha perdido fuego en sus disparos, pero es más sabio y más preciso. Su paso por las Ligas Mayores y varios circuitos profesionales, lo han vuelto un mejor lanzador ahora.
Ramírez está en Panamá con la Selección Nacional de beisbol que a partir de mañana inicia su aventura en el Preclásico. Él junto a sus compañeros de equipo lucharán por el boleto al Clásico Mundial del Beisbol a realizarse en marzo del 2023 en Estados Unidos. Y está muy motivado por el equipo que se ha preparado para hacer realidad ese salto histórico.
“Estamos muy contentos con el equipo que tenemos, creo que hay una buena combinación de jóvenes y veteranos y tenemos confianza en que podremos cumplir la misión que se nos ha asignado. Hace ratos no miraba un equipo así con tanto entusiasmo, con tanta energía y pienso que vamos bien preparados para traernos uno de los dos cupos para el Clásico”, dijo.
Ramírez hizo su debut en la Selección en el Preclásico del 2012 en Panamá y al igual que a todo el equipo, que cerró con 0-2, no le fue bien. Terminó con 13.50, debido a una carrera limpia en dos tercios de innings. Sin embargo, dos años después, en Veracruz, México, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, brilló con 2-0 y 0.00 en 6.2 innings de relevo.
“Desde ese tiempo han pasado muchos años, pero tengo más experiencia, me consolidé un poco en las Grandes Ligas y mi mente ha cambiado mucho. Como dije desde que vine, mi meta es ayudar al equipo, pero también a los jugadores jóvenes a entender cómo se juega el beisbol fuera de Nicaragua, lo que les espera en un torneo que como el que vamos”, indicó.
Ramírez ha sido designado para abrir el primer partido de Nicaragua en el Preclásico desde mucho antes de su aterrizaje en nuestro país. Y desde el primer día que se unió al equipo se le ha visto trabajar con soltura, entusiasmo y mucha ética. De acuerdo al exmánager Marvin Benard, parecía un novato peleando un puesto en el equipo, aunque estaba garantizado.
“Esto no es solo de un pelotero, sino de un equipo, sin embargo, sé la responsabilidad que tengo. Sé lo que se espera de mí. Sé que tengo que tirar un buen juego y me he preparado para eso desde que me invitaron a venir. Sé que debo dar el cien por ciento. Este no es un torneo en el que vamos a ver qué pasa, sino que tenemos que ganar”, señaló el lanzador.
A sus 34 años y con experiencia de siete temporadas en las Grandes Ligas, Ramírez vive con comodidad y puede desempeñarse en cualquiera de las ligas del Caribe. De hecho, se ha radicado en México, donde ha jugado con Culiacán. No obstante, aún no desiste de la posibilidad de regresar a Ligas Mayores y asegura que trabaja para abrirse un espacio.
“Mi corazón y también mi mente me dicen que aún puedo. Y voy a luchar para ver si es posible materializar ese deseo, pero si no se da, tampoco es para sentirme mal. El beisbol me ha dado bastante. Es un asunto de adaptarme a las condiciones que tengo ahora. Ya no puedo tirar 100 millas, pero puedo hacerlo a 94. Es asunto de hacer ajustes”, reflexionó.